El desánimo no tiene sentido
El régimen busca sembrar el desánimo en la población para hacerle creer que su permanencia en el poder es inamovible. Sin embargo, nada está más lejos de la realidad.
La manera casi clandestina en que se llevó a cabo la írrita juramentación del 10 de enero es prueba de su fragilidad. Un acto realizado en el Salón Elíptico, sin medios de comunicación presentes, sin los miembros de la Asamblea Nacional, sin presidentes democráticos como testigos, y sin mostrar los resultados totales de la elección del 28 de julio por parte del CNE. Todo esto convierte lo ocurrido en un evento nulo desde el punto de vista del derecho constitucional.
En lugar de caer en el desánimo, es momento de renovar el optimismo y reforzar la paciencia, guiados por la certeza de que la estrategia trazada por nuestro liderazgo político avanza firmemente. Estamos transitando el camino que nos llevará al regreso de la democracia en Venezuela.
El 10 de enero no era el final del trayecto, sino una confirmación de que vamos en la dirección correcta. Sigamos con la convicción de que el tan ansiado retorno a la libertad está cada vez más cerca.
