OpiniónOpinión Nacional

Hacia una teoría de empresa

Desde que el ingeniero norteamericano, Frederick Taylor, a finales del siglo XIX, propuso organizar el trabajo empresarial ordenando el funcionamiento de la producción y métodos que comprometían la realización de las tareas correspondientes, el mundo de la administración de empresas adquirió un nuevo significado. Un significado que superaba lo anteriormente aducido como criterios capaces de regular la administración empresarial, elaborados para regular el capitalismo avivado por la revolución industrial acaecida a principios del siglo XX. 

El apremio por actualizar procedimientos técnicos que optimizaran el manejo de recursos materiales, humanos y financieros a fin de hacer eficaz el manejo de variables relacionadas con tiempo, ganancia y productividad, tuvo numerosas discordancias. 

Inconvenientes éstos que afectaron el enfoque que la teoría económica intentaba invocar a manera de inducir criterios funcionales que agilizaran procesos de producción acorde con el desempeño que comenzaba a reflejar la industrialización, adentrada la segunda revolución industrial del siglo XX.

Orígenes del problema

El problema que derivó del “pesado” manejo de recursos materiales, humanos y financieros, afectó la concepción de empresa que para entonces se disponía. Era un concepto de empresa que exaltaba el provecho del capital invertido, por encima del talento de la mano de obra empleada. El concepto fue cuestionado por administradores empresariales pues su aplicación incidió en las crisis económicas y políticas que trastocaron el avance de la organización del trabajo de la referida época. No tanto por lo que su noción comprometía. Pero sí, por lo que su consideración teorética y fáctica buscaba exhortar.

Si bien sus insuficiencias teóricas no implicaron la degradación de lo que estudiosos de la economía y de la administración de operaciones de sistemas de producción habían advertido para finales de la tercera década del siglo XX, tampoco sus efectos sirvieron para contrarrestar las tendencias que venían inoculándose en el pensamiento de quienes se atrevían a formalizar empresas. Indistintamente del sistema político imperante en el lugar donde las mismas se erigían. De todos modos, las empresas surcaron los parajes del mundo toda vez que las necesidades industriales y comerciales, mercantiles y productivas, financieras y administrativas, cundían el planeta, vestidas como criterios de los paradigmas de desarrollo económico y social azuzados para entonces. 

No obstante, los problemas que las insuficiencias conceptuales empezaron a generar, se incrementaban. Mientras que a su alrededor se daban otros esfuerzos dirigidos a paliar, mediante meros remiendos, unos más frágiles que otros, las precariedades que comenzaban a notarse. Aún así, dichos parches sirvieron más que las respuestas provenientes del análisis teorético. Fungieron como simples reacomodos que presumieron servir como soluciones. 

Impedimentos teóricos

La teoría administrativa no consiguió diferenciar los problemas que se habían forjado. O no terminó de comprender el impacto que, sobre el devenir empresarial, atestaron aquellos problemas de índole conceptual. Sobre todo, al momento de asentir el orden administrativo visto de cara a las contingencias surgidas de errores incrustados en contextos específicos de métodos cualitativos y cuantitativos empleados para calificar el impacto de actividades relacionadas con los ámbitos de producción.

Era la oportunidad para que la organización científica del trabajo, diera con la solución a problemas de naturaleza político-laboral, de seguridad social y razón jurídica que venían debatiéndose en medio de un campo minado de presunciones imposibles de borrar de manera inmediata. Estos problemas permitieron que otros se acumularan. Se somatizaron tanto, que llegaron a confundirse con estamentos e instancias de contundente legalidad y una “aparente y perfecta funcionalidad”. 

Así comenzó a desfigurarse la noción de empresa que, aunque caduca, dominaba el correspondiente ambiente productivo-industrial. Particularmente, en sociedades dominadas por el subdesarrollo económico y la inestabilidad política. 

América latina, fue escenario preferido de esas inconveniencias. De manera que, en el fragor de esas dos instancias de extremada magnitud: ambiente de producción y subdesarrollo, las razones sociales que podían haber contribuido a disipar o minimizar algo de tan vapuleada realidad, se volvieron causas de serias crisis. Incluso, crisis con la fuerza suficiente para deformar cualquier propuesta empeñada en resolver los avatares propios de dicha situación.

Algunas deducciones

Las “empresas” así concebidas que, en el contexto de tales realidades iban naciendo, brotaron con el sólo propósito de lucrar al propietario para lo cual el engaño y la mentira se convirtieron en criterios mercantilistas con el único fin de captar clientes que se prestaran a la usura practicada. 

Sobre todo, empresas de carácter unipersonal, bipersonal o de reducido tamaño, tendieron a desfigurar la economía. Para alcanzar tan vil propósito, encarecieron los productos sin compasión alguna. Sin ética ninguna. Sin sentido de una “ganancia moderada y proporcional”. Fue así, como en medio de dicha situación, surgió el buhonerismo. Y más luego, los “bachaqueros”. 

Todavía, la teoría administrativista actual entiende a estas posturas como expresiones de emprendimiento sin considerar las equivocaciones encubiertas del susodicho planteamiento.

Esos remedos de empresas, siguen desconociendo el carácter humano, político, cultural, cognitivo, gerencial, financiero y de liderazgo. Además, lo que refiere al tema de atención al cliente. 

En conclusión

Así que lejos de concebirse la empresa como un sistema de producción, cuya puesta en marcha resalta la concepción y administración de las operaciones que implican la actividad empresarial, la empresa insiste en verse como la concertación de intereses que tienen en la especulación la vía expedita mediante la cual engrosa las ganancias sin medir sus consecuencias. Mientras comerciantes anclados en el subdesarrollo, pretendan abusar de las ventajas del negocio que llevan, jamás entenderán la velocidad que viene alcanzado el mundo.  Por tanto, su obtuso pensamiento, aviva el atraso socioeconómico y sociopolítico que, la obcecación en estos personajes, causa al desarrollo económico y social

Al margen de toda consideración y condición apalancada en la moralidad, la ética y la ciudadanía. Esta disertación, busca algún modo cierto de estructurar canales de estudio que puedan conducir hacia una teoría de empresa.

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal
Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba