Mi regalo de Navidad para ti…
¿Qué hacer luego de una sorpresa Bien-Venida?
Reymundo es un activo y responsable padre de familia, trata todo lo que puede de balancear todas las responsabilidades que tiene en su plato: su esposa, sus pequeños hijos, su trabajo y usar bien el poco tiempo que le queda para vida social o distracciones aparte de las vacaciones de verano o los pocos días de las fiestas de navidad… como las presentes.
Una tarde al llegar tarde del trabajo, como de costumbre, luego de que todos ya hubieran cenado en casa, saludó voz en alto desde la puerta con algo de cansancio evidente,
– ¡Ya estoy en casa! – a lo que las voces de los niños resonaron con alegría –
– ¡Papá, ya estás en casa! – nada le daba más alegría a Rey luego de un día ajetreado de responsabilidades.
Luego del ritual saludo alegre de los niños aun casi en la puerta, Rey ve una carta con un membrete de un bufete y llega Marta, con toda la ropa sucia, camino a bajarla a lavar. Le da un cariñoso beso y le dice,
– La tía Lucrecia murió – y antes de que pudiera continuar, Rey dice en tono descalificador – ¿al fin estiró la pata la vieja tacaña?
– ¡Rey! – exclamó Marta con un todo algo crítico. Luego concluyó – el sobre lo trajo un mensajero, es del bufete de la tieta.
Rey ni siquiera le da una segunda mirada al sobre y carga al más pequeño y dice – a la cama –
Tres días después, finalmente era sábado, y curiosamente los niños que tanto les cuesta levantarlos a las 7:30 todos los días de semana, a las 8 ya estaban dando saltos sobre la cama de Rey, donde él duerme profundo. En la mañana todos se ponen a decorar la casa de Navidad. Rey con los niños van a compran un frondoso pino y lo decoran.
En la tarde van todos a caminar por el centro de la ciudad, juegan en un pequeño parque y hacen una merienda con chocolate caliente y churros. Es un día completo… regresa a casa al comienzo de la noche con ambos niños dormidos en brazos de Rey y Marta, los colocan en la cama… al final, tiempo para estar solos y tranquilos.
En la mañana del domingo, Marta no deja que los niños despierten a Rey. Cuando él se levanta, hace toda su rutina y baja. Están todos para empezar a desayunar… hay esa alegría de mañana con niños pequeños; entre risas e historias todos comen y conversan. Cuando terminan, Rey se encuentra una correspondencia sobre la mesa de la entrada. La revisa y, de última, ve el sobre del bufete aún sin abrir de hace unos días, lo abre. Adentro hay una carta que le indica de llamar para concertar una cita y venir a firmar una documentación sobre “una herencia que ha recibido de la Sra. Lucrecia Claquer.” Con desdén y tedio, Reymundo pone la carta a un lado.
Pasa la Navidad, las fiestas, las cenas, los encuentros con la familia… la vida sigue. Volvemos, luego de todo el ajetreo de las fiestas, a las responsabilidades, la rutina, el colegio de los niños y la vida cotidiana.
Un fin de semana al final de febrero, luego de una copiosa comida cuando los niños ven la tele y ellos recogen la mesa, Marta le dice a Rey,
– ¿Qué te dejó la tía Lucrecia? – Rey le contesta sin entender – ¿Qué?
– La carta de los abogados. ¿No fuiste? –
– Ah, no; no he ido. Esa vieja cascarrabia… uff, me da tedio. A lo mejor nos dejó deudas, soy el único familiar que le quedaba.
– Pero ve, quién sabe, a lo mejor te dejó una propiedad o algo interesante.
Reymundo lo desacarta y va a por lo siguiente.
Unas varias veces llamaron del bufete, pero Rey nunca encontraba el tiempo para ir. En julio, en el trabajo, a pesar de todo su esfuerzo Rey no recibió la bonificación y se la dieron a un recién ingresado con un montón de títulos universitarios. Tal como sucede, por diferentes razones, han tenido gastos extraordinarios en lo que va de año y se han comido todos los ahorros para las vacaciones de verano. Luego de abrir una carta del banco y leerla, ve la carta del bufete. Automáticamente abre el sobre, toma el móvil y llama,
– Lo siento, el abogado no tiene ninguna apertura antes de irnos de vacaciones, la primera apertura que tiene es el 12 de septiembre a las 10 de la mañana. ¿Le viene bien? – le pregunta la recepcionista.
Rey confirma. Para septiembre ya se había olvidado y, ajetreado por el día a día, no fue a la cita. Le llaman a las 10:15 para ver si vendrá… el dice que sí, que llegará en 15 minutos. Pide permiso a su jefe y va a al bufete.
A la 12 llega a su casa. Marta sorprendida le dice,
– Qué haces aquí a esta hora, ¿Te despidieron? – pregunta algo preocupada.
– No. – Y se quedó en silencio con la mirada extraviada. Marta le toma por los hombros preocupada, pregunta ansiosa
– ¿Qué ha pasado? – Rey levantando la cara, la mira a los ojos y dice,
– La tía Lucrecia nos ha dejado 800 millones de euros.
Un corto silencio abrumador es interrumpido por Marta – Es broma… – pero la cara de Rey le hace volar en pensamientos.
– ¡¿Ochocientos millones?! – grita exaltada Marta. A lo que Rey responde pausado y reflexivo…
– Bueno, en realidad fueron 781 mil 747 euros.
Creo que en esta Navidad vale la reflexión de lo inmensamente ricos que somos pero vivimos como andrajosos indigentes, mendigando reconocimiento, aceptación, alcanzar dinero que a veces está lejos de nuestro alcance; pedimos de la vida trinquetes y bagatelas sin reconocer que tenemos una riqueza incomparable al alcance de nuestra mano… si sólo dejamos el ajetreo sin sentido y nos giramos a lo que es realmente valioso – vaya un invaluable tesoro.
Puede que tú no seas creyente o tu fe sea que Dios no puede existir porque como permitiría todas las injusticias y sufrimiento que existe en el mundo. O puede que sí creas en Dios pero a tu vida le falta algo, no sabes por qué; si crees en Él pero tu vida no es extraordinaria. Si la fuente de todo el sentido para la vida es para ti tu propia definición, o el cosmos, o la Vida o Dios sin que ello transforme tu vida radicalmente… estés donde estés, quiero que sepas que ese anhelo apunta a una plenitud a la que estás llamado, y ésta excede todas las pequeñas bagatelas o recompensas que no te dan lo que profundamente ambicionas.
Ya que es Navidad, te dejo con dos ideas de Jesús,
Busca el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura.
Mateo 6:33
Y la otra es la parábola del gran tesoro enterrado en un campo…
El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Mateo 13:44
Yo no puedo decirte qué es el Reino de los Cielos, pero sí te puedo decir que no sólo tienes acceso a él o mejor sea dicho, Él te busca como un sabueso celestial para que lo tengas a plenitud y, no puede hacer nada, si tú decides vivir como un mendigo cuando en verdad eres inmensamente rico.
Hoy, día de Navidad, trata de escudriñar y descubrir, ¿Para qué vino este niño al mundo? ¿Qué tienes que hacer para vivir a plenitud tus talentos y potencialidades?
Que tengas una maravillosa Navidad y que descubras en tu corazón el tesoro que tienes escondido y qué necesitas hacer para girarte y recibirlo.
Con cariño
Héctor
Cada año nos trazamos a comienzos de año metas y objetivos que para febrero o marzo no los mantenemos, quiero compartir contigo unas herramientas para arraigar esos objetivos en ti y darle una oportunidad real de mantenerlos durante el año hasta alcanzarlos.
EL PUNTO a la i
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