Horrendos juristas en Venezuela
Al observar el deteriorado estado en el que se encuentra la aplicación de la justicia en la República Bolivariana de Venezuela, me viene a la mente el libro del profesor Ingo Müller, de las Universidades alemanas de Oldenburg y Bremen, cuyo texto original en alemán es Furchtbare Juristen. Die unbewältigte Vergangenheit unserer Justiz, que yo traduje al español bajo el título “Los Juristas del Horror. La “Justicia” de Hitler, el Pasado que Alemania no puede dejar atrás”.
Me ha llevado a escribir este artículo de la revista semestral de la Universidad de los Andes número 17, de diciembre de 2006, que, dice:
Acaba de aparecer en las librerías la versión en español de uno de los textos más contundentes y demoledores sobre la justicia en los tiempos de Hitler. El libro se llama «Los juristas del horror» y fue escrito por Ingo Müller. La traducción es obra del conocido abogado venezolano y profesor universitario Carlos Armando Figueredo. La obra aparece publicada en nuestro país por Editorial Actum. Müller, el autor del libro, es doctor en Derecho y Filosofía, y ha sido profesor de Derecho legal y penal en las universidades de Oldenburg y Bremen en Alemania. La obra fue editada por vez primera en 1987 y cuando salió al mercado causó un revuelo instantáneo. No por nada ya ha sido también best seller en Estados Unidos e Inglaterra. El libro es un crudo y descarnado acto de mea culpa que hace un profesional del Derecho sobre la justicia alemana en los años del nazismo. Y sorprende la enorme sinceridad y honradez ética con la que el profesor Müller, nacido en 1942, desnuda las intrigas y los majos de los que se valió el régimen de Hitler para perpetrar sus crímenes. Con cada página leída uno no puede sino generar un paralelismo aterrador con la forma como la putrefacta ‘justicia revolucionaria’ está haciendo las cosas en Venezuela.
Han pasado más de 18 años desde que se publicó el libro en Venezuela y en Colombia y ahora las cosas están mucho peor en Venezuela. País en que los jueces hacen lo que les ordena el dictador.
En el prólogo a la edición en español, que escribió Eduardo Casanova se dice lo siguiente:
¿Qué pasa cuando la justicia deja de ser independiente y se hace política? ¿Qué pasa cuando la justicia se pliega a los amos del poder en un país? En el caso de Alemania, lo que pasó fue irreparable… Miles de personas inocentes privadas de sus derechos más elementales. Centenares de miles de seres humanos condenados por jueces y fiscales que actuaban aparentemente, bajo el imperio de la ley…En todas las áreas del derecho y en toda clase de tribunales, los opositores genuinos o supuestos de régimen eran privados de sus derechos legales. He allí lo que todo pueblo debe sufrir cuando un régimen totalitario copa todos los espacios y obliga a todos los poderes a humillarse ante el Ejecutivo. El humillado, finalmente, es el pueblo en pleno, que se ve privado de sus más elementales derechos, especialmente el derecho a la justicia,
Los Juristas del Horror, de Ingo Müller, es un libro que todo ser humano debería leer con cuidado y atención para evitar que la perversión de la justicia se repita. Que nunca más la justicia se politice y se coloque en posición de servilismo frente a un Poder Ejecutivo intransigente y antidemocrático. No hay justificación alguna para que en nombre de una revolución se le haga tanto daño pueblo alguno… es una manera de alertar a los pueblos acerca de los peligros que implican el fanatismo y la irracionalidad, cuando en nombre de una revolución convierten a algunos abogados en siervos de una corriente política en la que imperan el populismo y la demagogia…
En el Reich alemán, la perversión de la justicia duró 18 años, desde 1933 hasta 1945 y hoy Alemania es una gran democracia de la Unión Europea. En Venezuela las cosas han sido distintas: desde hace 25 años, las dictaduras de Chávez y Maduro han promovido y sostenido la justicia del horror.
Es de esperar que, a partir del 10 de enero, en Venezuela se restituya una administración de justicia autónoma e independiente , en la que no haya lugar para juristas del horror.