La calma antes de la tormenta
Los hermosos días de diciembre nos brindan momentos de alegría en un país que, sin embargo, no conoce la paz. La represión ha persistido desde aquel emblemático 28 de julio. La intención es clara: sembrar el terror para olvidar el resultado electoral y demostrar que quien ose alzar la voz o desafiar al poder, enfrentará represalias.
Esta amenaza constante y el desprecio por el estado de derecho, junto a la inseguridad jurídica, no pueden sostener indefinidamente un Leviatán despótico.
Aunque la sociedad permanezca en silenciosa resistencia por el momento, eso no significa que haya desaparecido. Tarde o temprano, despertará y alzará su voz, actuando para restablecer el equilibrio necesario que permita al estado cumplir su verdadera misión: garantizar el mayor bienestar posible a una ciudadanía anhelante de paz. La esperanza persiste; la llama de la justicia arde en los corazones de aquellos que buscan un futuro más justo y libre.
