¿Qué pasará?
Esta época debería estar marcada por la paz y la reconciliación, pero en cambio, enfrentamos momentos de tensión, incertidumbre y, por qué no decirlo, miedo. Todo esto tiene su origen en la negación de los hechos ocurridos el pasado 28 de julio, una actitud que, por ser irreflexiva, violenta y desproporcionada, ha sumido a la población en un estado de desconcierto sobre lo que pueda acontecer el próximo 10 de enero.
Esta fecha emblemática, establecida por nuestra Constitución, marca el inicio de un nuevo período presidencial en el que debe asumir el cargo quien haya sido elegido legítimamente en los comicios. Sin embargo, la falta de consenso y respeto por la voluntad popular amenaza con convertir este momento en un nuevo episodio de crisis nacional.
La sensatez, que aún esperamos que prevalezca, debería conducir a un acuerdo que facilite una transición pacífica, evitando más sufrimiento y miseria para el pueblo venezolano. Es momento de que el diálogo y la responsabilidad se impongan, para que el país pueda avanzar hacia un futuro de estabilidad y democracia.