La política de apaciguamiento
La política de apaciguamiento ha demostrado ser, en términos generales, contraproducente especialmente en el contexto de la Alemania nazi. Inicialmente, esta estrategia buscó evitar conflictos cediendo a las demandas de Hitler, lo que le otorgó tiempo para consolidar su poder y culminó en la devastadora Segunda Guerra Mundial. Este enfoque se considera un fracaso, ya que no solo falló en detener la agresión, sino que por el contrario, la exacerbó, llevando a un conflicto aún más destructivo.
En contextos modernos, como las relaciones con Corea del Norte y Rusia, se repite un patrón similar: el apaciguamiento tiende a debilitar la estabilidad internacional y a fomentar nuevas agresiones.
En nuestro propio caso, la experiencia ha demostrado que estas políticas no han sido exitosas. Las mayores concesiones no han generado cambios significativos; por el contrario, han conducido a una radicalización aún mayor del régimen.