Pan y circo
La expresión «pan y circo» proviene de la antigua Roma, cuando los emperadores ofrecían trigo y espectáculos para distraer al pueblo de las preocupaciones políticas y sociales.
El poeta Juvenal, en el siglo I d.C., acuñó el término «panem et circenses» como crítica a los políticos que manipulaban a la plebe con estas distracciones, muchas de las cuales se llevaban a cabo en el Coliseo.
Hoy, en nuestro país, observamos una situación similar, pero con una diferencia notable: falta el pan, y el circo se ha vuelto esquivo.
Desde septiembre, el país ha entrado en una parálisis total. No hay decreto que, por mucho que se intente adelantar la celebración de la Navidad, logre impactar positivamente en la empobrecida población venezolana.
Lo único que puede generar un verdadero espíritu navideño es el reconocimiento de que se perdieron las elecciones y la necesidad, les guste o no, de negociar una transición democrática, pacífica e inclusiva para la recuperación del país. Nadie debe ser excluido por razones ideológicas; solo quedarán fuera aquellos que hayan cometido delitos contra la administración pública o violaciones flagrantes de los derechos humanos, como lo garantiza la Constitución vigente.