La rebelión de los suplentes
Con estupefacción me entero de que cuatro excelsos diputados suplentes adscritos a la Mesa de la Unidad Democrática han renunciado en un dos por tres a la misma, acusándola de atomizada, y por supuesto, contribuyendo significativamente – vaya paradoja – con su atomización.
De esta forma, Ricardo Sánchez, expresidente de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, y proveniente de AD, pero ahora suplente de la diputada María Corina Machado; Carlos Vargas, el profesor Ciro León y Andrés Álvarez, se separan sin más – vía rueda de prensa y comunicado de rigor – de ese maravilloso esfuerzo que ha significado la Unidad que todos deseamos que fuese más allá del coto plazo, de lo electoral.
Soy como dicen en los corrillos televisivos un ciudadano de a pie, escritor y profesor universitario; confieso pues mi más profunda ignorancia de la inmensa y trascendente labor parlamentaria que han desarrollado los renunciantes. Presumo que los proyectos de leyes que han presentado son de talla mundial, dignos de ser emulados por otros parlamentos del mundo, y que su participación en las comisiones de la Asamblea en las que les toca ejercer nuestra representación, ha dejado huella significativa en actas y videos. Asumo también que el electorado que voto directamente por ellos – y no por la MUD – está ampliamente satisfecho del trabajo parlamentario que estos decepcionados y experimentados parlamentarios realizan en sus respectivas comunidades electorales, promoviendo asambleas ciudadanas de alto valor cívico, y encuentros regulares con sus numerosos electores para ser su verdadera y genuina voz en la Asamblea Nacional.
De todos ellos conozco vía Globovisión a Sánchez, quien anda siempre como exaltado y sudoroso, y es un tanto chillón para mi gusto, como bisoño animador de programas infantiles de una TV regional en estreno. Sé que es estudiante profesional de la UCV, me han dicho que se gradúa pronto con las mejores calificaciones de su promoción. Pero en todo caso, lo confirmo de nuevo lo conozco poco, aunque presumo deben ser muchos sus méritos y virtudes en el campo de la política nacional que lo encumbran a ser el sagaz portavoz oficial de esta disidencia. Los mal intencionados de siempre dicen que su voto vale y cuesta, ya veremos si como Oscar Wilde lo único que no puede resistir son las tentaciones.
En todo caso, como preconiza la sabiduría popular:
¡A todo suplente le llega su hora!
¡El que le pega a su familia se arruina!