El dilema de irse o quedarse
Toda nueva situación plantea un dilema para quien detenta el poder cuando las circunstancias cambian. Al igual que en la famosa meditación de Hamlet, «ser o no ser», el dilema se reduce a qué es lo que cuesta menos: irse o quedarse.
El análisis de los costos que implica ceder el poder suele ser muy alto, y tal vez en las circunstancias actuales, demasiado . Sin embargo, si se manejan bien las cartas, pueden lograrse garantías suficientes para reducir los daños considerablemente y seguir siendo una opción política viable en el futuro.
En caso de quedarse a cualquier precio, si la coyuntura les resulta desfavorable y la expresión de las multitudes exige un cambio, el precio a pagar puede ser mucho más alto. Las cartas ya no serán las mismas y, por ende, las garantías no serían iguales, y el futuro sería mucho más incierto.
Es aquí donde se debería pensar que es mejor «ser» que «no ser».
Habida cuenta de lo que todos estamos viendo en la calle, el costo de tratar de quedarse es muchísimo más alto que el de irse de manera negociada y asegurarse así su futura participación en la política nacional. Si optan por “quedarse”, aunque hayan sido derrotados abrumadoramente, abrirían una Caja de Pandora con impredecibles consecuencias.