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¿Hacia dónde marcha realmente Europa?

¿Diría usted real y sinceramente que la hermosa, juvenil y exitosa Giorgia Meloni es fascista? Aún más, ¿diría usted que Mme. Marine Le Pen lo es? Dejemos aparte a Pedro Sánchez, que es un descarado en beneficio propio pero no un fascista, ni siquiera lo es el desangelado Emmanuel Macron que hace años fue un sorprendente joven maravilla en un país de viejos y ahora también de africanos y musulmanes, pero a años luz de dirigentes como Charles DeGaulle, Jacques Chirac y  Francois Miterrand (que recordemos ahora) y otros influyentes dirigentes franceses, ni el siempre desacertado y víctima de la tradición inglesa rey Carlos de Inglaterra, a quien su madre la reina Isabel II no encontró digno de ocupar el trono inglés, perenne protagonista de una telenovela caribeña empeñado en amar a una fea divorciada mientras mostraba al mundo la imagen necia de despreciar a aquella Diana joven, fresca, y bella que, mas por su propia telenovela que por su talento y cultura, se ganó el amor de las clases bajas inglesas pero no el respeto de las clases de peso. Habría que sentarse un rato a analizar con tristeza a la familia real inglesa cuyos últimos grandes jefes fueron Jorge VI quien gobernó muy poco tiempo y su heredera Elizabeth quien gobernó demasiado, que produjeron un hijo necio y una hija fea y deportista que han sido herederos incompetentes, y unos nietos casados con mujeres no inglesas, uno que rehúye el peso de heredar y gobernar y otro que sí puede hacerlo, pero a quien el cáncer le está amargando la consorte que pudo ser una hermosa y buena reina pero parece que no lo será.

Los ingleses, holandeses, belgas, portugueses y españoles coincidieron  en ser grandes conquistadores -como los japoneses en Asia- pero diferentes colonizadores. Los portugueses y españoles se diferenciaron porque fueron forjadores de culturas nuevas, los otros sólo conquistaron, dominaron y se llevaron todo lo que pudieron. Los españoles dejaron cultura, idioma, religión, estados, militares comprometidos y exitosos, los portugueses lo mismo pero en portugués.

Pero los europeos, excepto la Italia de Mussolini, jamás fueron fascistas. Europa fue nazi, cruel y nacida del orgullo alemán humillado por Estados Unidos y Europa tras  la primera guerra mundial y las debacles de lo viejo europeo, el descubrimiento estadounidense de ser una potencia que se veía más el ombligo que al mundo. Con Adolfo Hitler y los alemanes nazis, que fueron mayoría, se destapó, se expandió, dominó y fue barrido del mapa lo peor del ser humano y el instinto de obediencia alemanes, y terminó por salir a la luz lo bueno de los germanos, el instinto y la disciplina que son caminos de grandeza. De la brutalidad nazi y los recuerdos apagados de lo prusiano y de Bismark, se pasó el empeño democrático, al respeto hacia los demás y hacia el éxito, nuevos dirigentes con pensamiento moderno y democrático y, en consecuencia lo que son hoy.

Del lado ruso, en cambio, el control tiránico y la crueldad comunistas hasta ahora, cuando Europa ha vuelto a su estado natural de pueblos diferentes pero todos apreciando y practicando la democracia –a veces en exceso. Muerto Stalin el comunismo fue desmoronándose hasta que cuarenta años después sobrevive una dictadura –persistencia rusa- de un Putin despiadado pero qiee no alcanza el dominio y la crueldad de Josef Stalin. Y Putin terminará por caer, la Rusia de hoy irá comprendiendo las oportunidades y los problemas de ser el país más extenso del mundo, pero no el más poblado ni el más rico y avanzado.

Hoy Europa parece darse cuenta de que se le ha ido la mano y que lo que la está destruyendo es la unión por muy eficaz que sea, los eurpeos sobrevaloran la economía y los impuestos, y se esfuerzan por la convivencia entre izquierdas y derechas. A esa izquierda es a la que se empieza a cuestionar hoy en día, pero dentro de la democracia y la libertad individual.

La izquierda moderada socialdemócrata va perdiendo terreno, la derecha ordenada empieza a ganarlo, pero no el fascismo, que es, más allá de ser argumento falso de la izquierda, un fantasma que murió incluso antes del final de la segunda guerra mundial, golpeado, escupido y colgado de los pies por la indignación italiana y su  propia vergüenza.  Crece la derecha porque los ciudadanos europeos están preocupándose más por los excesos musulmanes y africanos, quieren ser lo que son y sienten que deben ser y hacer. Europeos conservadores y tranquilos, no fascistas ni comunistas.

Crece el conservadurismo en Europa, defendido por los europeos  preocupados, se  mantiene pero empezando la bajada el izquierdismo, nadie sabe qué pasa en Portugal y Grecia, el socialismo está quedando sólo en manos de manipuladores como Pedro Sánchez mientras España indolentemente espera a ver si Vox es de verdad la renovación de España.

Porque en ese país, aunque Franco haya muerto, no ha sido enterrado y la monarquía vive de la tradición de formas, no del compromiso con el presente y el futuro.

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