Las historias eternas
Somos criaturas que nos movemos en el tiempo y el espacio, pero también buceamos en otro ambiente más etéreo, inmaterial e incorpóreo. No sólo somos átomos y moléculas rebotando en el espacio-tiempo, sino que ambicionamos darle sentido a las experiencias y nos movemos hacia algo buscando siempre valor… por ello los relatos son una manera de entender la significancia en ese movimiento de un lugar a otro. Si no hubiese valor y significancia, el cerebro o nuestro centro de voluntad y discernimiento, que en la antigüedad le llamaban Corazón, no impulsaría nuestro cuerpo e inteligencia a moverse.
Muchas veces es esa la razón por la que estamos estancados: no visionamos sentido o valor “delante de nosotros”.
Desde tiempo inmemorial, las historias nos han cautivado, como hace 20.000 lo hacían los guerreros de los nativos americanos en la noche posterior a la “caza del búfalo”, cuándo contaban a toda la tribu las historias de cómo había transcurrido la caza. Los relatos de héroes nos atrapan, en gran parte porque nos muestran el trayecto hacia algo o alguien a lo que valoramos llegar o ser.
Las tramas milenarias
Pareciera que hay millares de historias, pero en realidad hay sólo dos tramas: la comedia y la tragedia. Te llamará la atención esta discriminatoria “exageración”; puede que se trate de una historia de amor, o los relatos de un héroe que triunfa al final… en última instancia o es con final feliz: comedia; o es con final desolador: tragedia.
Mi mentor y profesor de la universidad habría dicho que hay una sola trama: el enfrentamiento entre la Oscuridad y la Luz… y ahí el campo de batalla donde el mundo corpóreo y el espiritual se encuentran, porque en el centro de nuestro corazón corre la división entre oscuridad y luminosidad. Toda la maldad sólo la encuentras en el corazón humano, pero también la Luz más hermosa del universo. Los frutos de ambos son la Mentira y la Verdad.
Primero enfoquemos al individuo: el Dragón contra el Hombre
Quién no crea que existen dragones no ha vivido mucho tiempo o está escondido debajo del sofá de su salón mirando Netflix.
La procrastinación y la evasión son dos de las principales razones de los divorcios, por ejemplo… bueno quizás son la causa de la mayor cantidad de problemas que nos generamos nosotros mismos. Pero vamos con las relaciones humanas; la gran mayoría de nosotros tratamos de evitar el conflicto, procrastinamos aquello adverso, tememos lo que está agazapado detrás de ello… sea una pila de papeles o de iniciar una conversación que sabemos es un tema escabroso, para no tener que enfrentar las fogosas entrañas de ese dolor que buscamos evadir. Pero,
Conflicto evadido, problema incrementado
Dr. Jordan Peterson
Dentro sabemos qué se sotierra debajo de ese conflicto evadido, una montaña de emociones e historias procrastinadas… es la cabeza de un monstruo desproporcional, el dragón de mis temores.
¿Qué es un dragón? Algún listillo dirá, “es un animal mítico, no existe”. Ya, ¿A qué le temes entonces detrás de lo que evades? Quizás no es a lo “desconocido” sino a lo que voluntariamente te ciegas. ¿No será que es la suma de todos tus temores, de todos los que no has enfrentado? El dragón es un ser mítico, pero no por eso no existe, está soterrado debajo del mundo corporal y vive y se alimenta de tus dolores, temores, emociones y frustraciones… por ello, si consigues matarle, develas las riquezas que te ha robado a ti y, con ello ves como la cultura que a ti te ha anidado le alberga en sus fauces; por ello brota Vida de su sangre en forma de una rosa (San Jorge y el dragón) o te permite entender el lenguaje de la naturaleza (Sigfrido del ciclo de óperas Wagnerianas El anillo del nibelungo).
Hay quién dice que el ser humano no tiene opción, enfrenta al dragón voluntariamente y, dando la batalla, lo vence o el dragón le mata; o la otra opción es que te enfrentas a él cuando ya estás sin energía ni fuerzas en el lecho de tu muerte… ¡tú decides!
Enfrentar la oscuridad como el estado déspota y totalitario
Está el segundo enfoque: el grupo contra la maquinaria del estado convertido en dragón. Hay una continuidad entre el dragón personal y el colectivo; por ejemplo, en Venezuela hoy el Estado es el dragón. Creció de nuestra negación, nuestras responsabilidades no asumidas, la apatía de una población que era cómplice de las dadivas de la corrupción y la riqueza fácil… y así fue por más de 40 años hasta que el rencor y desplazar la culpa y responsabilidad hacia los políticos vieron nacer ese dragón “rojo rojito”. El mismo que desde hace años pide cada día le entreguen una doncella en la flor de la inocencia, que no es otro símbolo que la vida misma; él es la representación propia de un estado que exige el sacrificio de la vida de sus ciudadanos para mantenerse o, si no, amenaza con quemarlo todo hasta convertirlo en cenizas.
Es una tragedia que sólo pueden forjarla en sátira nuestros mejores comediantes. Pero no te engañes, para que una tragedia se convierta en comedia, es decir, tenga un final feliz, otra vez, sólo puede suceder con el enfrentamiento a todo lo que representa, debemos dejar de procrastinar y evadir… pero aquí hay algo que necesitamos enfocar mejor, porque el dragón-estado se alimenta de la vida de sus ciudadanos, por lo que el enfrentamiento de manera directa y concreta le nutre. Entonces, ¿Cómo enfrentar a ese dragón como sociedad?
Los gobiernos tienen su origen en la identidad moral de los ciudadanos
Ralph Waldo Emerson
Recapitulemos
Es cierto que el dragón es un ser mítico, eso no quiere decir que no sea cierto, sino que es más cierto que si fuera corpóreo o evidente… por definición eso es el espíritu al que tenemos acceso cuando buscamos Significado y Valor. El dragón-estado se nutre de la vida de aquellos que no son más reales que él, de aquellos que viven negándose o procrastinando a sus propios dragones. El dragón en realidad teme a aquel que es más verdadero que él, evade engullirles o destruirlos, porque sabe que su propia vida se nutre de la oscuridad de los que evaden y procrastinan, aquellos que están dormidos; de lo contrario introduciría Luz dentro suyo y eso sí sería su final.
Esta es la idea central en la trama de los héroes que se sacrifican enfrentándose al mal, o le matan o mueren… si matan a la fuente del mal o “dragón”, pasan a volver a pelear con él otra vez y otra; pero si por su propia voluntad se entregan y mueren, el sacrificio trastorna el núcleo del mal y queda expuesto para siempre.
La Oscuridad vs. la Luz
Yo no sé cuál es tu experiencia de vida, hay unos que dicen, somos Hijos de Luz… eso es verdad, pero si no vez donde en tu corazón evades la oscuridad, esa luz es un neón de baja intensidad y irradiación difusa, no es una magnífica Estrella que alumbra mundos… y eso sí es a lo que hemos sido llamados a ser. La verdad es que nosotros no somos la fuente de la Luz, sino que cuando enfrentamos la oscuridad en nuestros pequeños resquicios, en las circunstancias de cada día, la luz dentro nuestro va creciendo. Esa es mi experiencia.
Porque dejados a nuestra inconsciencia somos pura destrucción.
Lo que me dice que hay dos polos, los cuales se debaten por mi voluntad. No te voy a engañar, cuando adversas al dragón se hace más grande y más violento; pero es una ilusión, porque la batalla ya ha sido ganada, por eso es que existe el universo, la luz fue separada de la oscuridad muy al comienzo… pero cada uno de nosotros tiene que dar su propia batalla, porque compartimos esa Luz y ambicionamos ese valor y significado: somos Hijos de la Luz.
Todas las historias que mueven nuestro apetito y voluntad tienen algo de esa batalla entre la Oscuridad y la Luz… tocan algo profundo, porque adentro lo ambicionas, lo deseas y, aunque no te des cuenta, te va la vida en ello. Despierta del sueño, abre los ojos y enfrenta tus temores, tus evasiones y deja de procrastinar, vive la historia del héroe que dijo:
La promesa es que resurgirás triunfante de esa batalla o muerte… pero si no la das, ¡ya estás muerto!
Próximo martes…
Un Koan Zen y una “taza sencilla”
Los derechos inalienables de la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad puede que exijan de nosotros bastante más que ser receptores de su beneficio.