Mundo Empresarial

Cómo pasar de empleado a empleador

Este artículo está escrito para quienes ahora mismo se encuentran desempleados: aquellos que padecen de frustración e impotencia por comprobar que no encuentran un puesto de trabajo, aquellos que llevan tiempo sintiendo que enviar currículos se ha convertido en una pérdida de tiempo, y aquellos que han dejado de tener miedo a reinventarse profesionalmente porque ya no tienen nada que perder. Para todos ellos, a continuación se describe un recorrido compuesto por nueve etapas. Cada una de ellas representa un camino que el lector deberá transitar por sí mismo:

1. Tomar las riendas de nuestra vida profesional: Con la situación país, a las personas les ha tocado vivir el fin de la era industrial y el inicio de la era del conocimiento. Las reglas del juego laboral han cambiado. Las instituciones establecidas ya no tienen la capacidad de procurar seguridad económica para los ciudadanos. Los puestos de trabajo con contrato indefinido están disminuyendo. Para muchos llegó la hora de hacerse cargo de ellos mismos laboralmente, es decir, de realizar una función profesional útil, creativa y con sentido, que preferiblemente no pueda automatizarse y digitalizarse por medio de las nuevas tecnologías.

2. Cultivar nuestra inteligencia emocional: Estar desemplado es una situación muy complicada de lidiar. Sin embargo, para poder iniciar un proceso de cambio es importante no dejarse llevar por la queja, el victimismo o la culpa, pues con ello se consume la energía vital necesaria para buscar nuevas soluciones y alternativas. Es fundamental invertir tiempo en conocerse a profundidad, para sanar el autoestima y cultivar la confianza. En la medida en que se desarrollan las fortalezas internas, se empieza a afrontar la adversidad de una forma más responsable, optimista y eficiente. A través de ese entrenamiento, una persona puede notar que el grado de satisfacción no tiene tanto que ver con las circunstancias, sino con la actitud que se toma frente a ellas.

3. Entrenar la inteligencia financiera: En general, las creencias sobre el dinero se pasan de generación en generación por inercia. La visión laboral y financiera del mundo viene prefabricada. A la gente no se le enseña a resolver por sí misma sus propios problemas económicos. Cultivar la inteligencia financiera capacita a alguien para presupuestar su dinero, dándole oportunidad de generar excedentes con los que pueda ahorrar, invertir y no depender de préstamos o deudas. Con esto, además, se aprende a ganar más y gastar menos.

4. Descubrir el propósito profesional: En vez de hacer lo que se supone que se debe hacer (buscar salidas profesionales), es hora de encontrar el verdadero propósito. Para lograrlo es esencial que se escoja un camino laboral que tenga sentido. Más allá de los motivos típicos que mueven a alguien a trabajar (dinero, poder, seguridad, comodidad o reconocimiento), hay que tener una motivación intrínseca que permita concebir la profesión de forma más vocacional. Para ello, hay que redefinir el concepto de éxito, así como los valores que guían las decisiones y acciones.

5. Decidir el rol laboral: Muchos profesionales trabajan como «empleados», vendiendo su tiempo a cambio de un salario a final de cada mes, formando parte de un sistema productivo que enriquece a otras personas. Pero más allá de este rol profesional existe el de «emprendedor». Es decir, aquel que trabaja para sí mismo como autónomo o freelance, o bien monta un proyecto contratando a otras personas. Cada uno cuenta con una serie de ventajas y desventajas, requiere de un tipo de mentalidad específico y va acompañado de un determinado estilo de vida. De ahí que pasar de empleado a emprendedor implique un profundo cambio en la manera de relacionarse con el mercado de trabajo. Y dado que la seguridad laboral está en entredicho, es cuestión de elegir entre la incertidumbre del empleado y la incertidumbre del emprendedor.

6. Hacer algo que nos apasione y que potencie nuestro talento: A pesar de haber recibido la consigna de que «no podemos ganarnos el pan haciendo lo que nos gusta», a la hora de reinventarse es fundamental dedicarse a una profesión que motive e interese de verdad. Solo así se encuentra la fuerza y la dedicación para dar lo mejor de sí mismo, potenciando las virtudes y habilidades propias. Todos albergan algún tipo de talento por descubrir y desarrollar. En esencia, el talento es la forma con la que se expresa el valor. Eso sí, los dones que se necesitan para llevar a cabo las nuevas funciones profesionales no tienen nada que ver con la educación industrial o las aptitudes académicas convencionales. Más bien surgen al comprometerse con el proceso de autoconocimiento y desarrollo personal. Cuanto más una persona se conoce a sí misma, más se valora por ser quien es. Y cuanto más se valora, más sabe para qué sirve y cómo puede ser útil para la sociedad.

7. Encontrar un problema social que nos motive resolver: La gente está dispuesta a pagar por productos y servicios que cubran sus necesidades y satisfagan sus aspiraciones. El reto consiste en saber qué problemas puede resolver haciendo eso que gusta a través del talento propio. También es importante diseñar «propuestas de valor» que mejoren la calidad de vida de otras personas. A su vez, es fundamental conocer las últimas aplicaciones y herramientas digitales que se pueden emplear a través de Internet, concibiendo así nuevas formas de aportar valor al mercado laboral.

8. Invertir en formaciones específicas: En este punto del camino puede resultar decisivo asistir a seminarios que enseñen a «saber cómo» y a «tener con qué» expresar ese talento. En este sentido, la universidad convencional parece estar dejando de ser la única opción. ¿Cuánto de lo que se ha estudiado ha sido de verdadera utilidad para desempeñar el trabajo actual? La nueva formación está más centrada en ofrecer cursos prácticos que le enseñen a las personas a desarrollar habilidades que les permitan resolver problemas concretos. La inversión más importante se debe hacer en sí mismo: inteligencia, creatividad y talento son la principal fuente de riqueza.

9. Desarrollar la marca personal: El marketing está democratizándose y personalizándose. Y cada vez va a estar más protagonizado por la «marca personal». Una vez se tiene claro qué es lo que se ofrece, el reto es descubrir cómo se ofrece. Es decir, la manera en la que se comunica y conecta con las personas a las que pueden servir nuestros servicios. Es primordial montar una web explicando los beneficios y soluciones que se aportan, utilizando las redes sociales para darse a conocer con los potenciales clientes. Por medio de la marca personal se consigue que la profesión sea un reflejo de lo que el individuo es, aprendiendo a ganar dinero como resultado de crear riqueza para la sociedad.

«No permitas que nunca nadie te diga lo que vales. Tú eres el único capaz de saber tu propio valor”. Muhammad Ali

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