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Presumen robo en crimen del párroco de La Guaira

En las instalaciones del Colegio Champagnat de Caurimare, no cabía una persona más este domingo. Allí no había ambiente de celebración por alguna actividad cultural o recreativa, sino de tristeza. Ese día el plantel se convirtió en el escenario del velatorio de su Capellán, el sacerdote marista Reinaldo Herrera (50).

Su cuerpo fue hallado el sábado en la Autopista Gran Mariscal de Ayacucho con dos impactos de bala. Su cadáver estaba a un lado de la vía. Vestía franela blanca, pantalón de vestir y zapatos negros. Desapareció la noche de este jueves, luego de que bajara del apartamento de sus primos, ubicado en Residencias Caurimare, en la avenida principal de esa zona. Él, por razones de seguridad, decidió pernoctar en la vivienda de sus parientes porque era tarde para trasladarse a su residencia en Caraballeda.

Por ello bajó a mover el carro que lo estacionó a las afueras del edificio para aparcarlo adentro del conjunto residencial. Los familiares se acostaron a dormir, pero al rato sintieron el ruido del televisor y la luz prendida de la habitación, donde él iba a dormir, pero el clérigo no estaba. Cuando bajaron a buscarlo, solo hallaron el automóvil sin signos de que fuese violentado.

Al día siguiente comenzó el proceso de búsqueda del también párroco de la Diócesis de La Guaira y Capellán de la Infantería de Marina de la Fuerza Armada Nacional; hasta que su cadáver fue hallado a la altura del sector Mampote.

Milagros Bustamante, directora del plantel Champagnat, manifestó que Caurimare se ha convertido en blanco del hampa. «Hace pocos días a una vecina que paseaba a su perra por la avenida principal de la urbanización, fue emboscada por unos sujetos que la obligaron a entrar a su apartamento y lo saquearon».

Bustamante destacó el espíritu caritativo y la afinidad que tenía el sacerdote con la población juvenil.

«Era un hombre noble que abogaba por los desamparados. En toda obra social que se organizaba, él participaba de manera activa», refirió.

Fanny Tomasi, miembro de la comunidad educativa de la referida institución, relató que ella fue la última persona que habló con él en el colegio. «El se fue de aquí pasadas las 4:00 p.m. Media hora antes de irse me reuní con él para pedirle que me ayudara a gestionar un cupo en una casa hogar de Catia para una señora mayor que fue botada de su casa por su hermana. Él me dijo que no me preocupara, que me iba a apoyar en eso. Con él uno podía plantearle sus problemas, desahogarse, siempre tenía esa disposición de escuchar y de dar un buen consejo. Siempre andaba de buen humor y con una actitud positiva para afrontar dificultades», dijo Tomasi.

Emilia Chávez Lures, tía del sacerdote fallecido, comentó que antes de registrarse la tragedia de Vargas, él había inaugurado una fundación para ayudar a los desprotegidos.

«Después del deslave, habilitó ese centro para ayudar a los pequeños damnificados que habían perdido a sus padres durante el desbordamiento de ríos y quebradas. De hecho, él sobrevivió milagrosamente al desastre al ser rescatado en helicóptero. La casa parroquial que dirigía quedó en ruinas y perdió a su madre y su hermana».

Fuentes policiales presumen que se trató de un robo.

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