El Editorial

¿Venezuela una bomba de tiempo?

La acumulación de problemas sin soluciones oportunas conduce inevitablemente a que estos produzcan una eventual reacción en cadena, las cuales creen una fisión que generen un estallido social.

Ningún ser sensato puede desear que eso ocurra porque las consecuencias de ello son impredecibles; sin embargo, para que esto no ocurra no se le puede seguir echando leña al fuego.

No tomar oportunamente las medidas adecuadas no va a hacer que la inflación, la escasez, la inseguridad, la crisis sanitaria y hospitalaria, el desempleo, la falta de productividad nacional se resuelvan sino, por el contrario, solo se agravarán.

Para evitar el temido estallido, se requiere una verdadera concertación de todos los sectores opositores y buscar, junto con los sectores sensatos del oficialismo, soluciones constitucionales a la crisis.

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Un comentario

  1. Confianza, credibilidad y sensatez, tres ingredientes que son imprescindibles para poder afrontar cualquier cambio en la Venezuela del momento presente. Y es que sin pruebas de hecho, sobre si están presentes tales elementos no tendremos ni la seguridad ni la garantía de que estén dadas las condiciones para pensar seriamente en alguna posibilidad de afrontar la resolución del presente conflicto. No obstante, hemos llegado a un punto en donde el problema parece haber rebasado la capacidad de respuesta del gobierno frente a una crisis que amenaza la supervivencia misma del mismo Estado nacional.

    Y es que el descontento y el malestar es generalizado porque la involución es de tal magnitud que ha sido el mismo gobierno quien se ha cerrado a si mismo todas las puertas. Y es que la dinámica económica se ha tornado no solo despilfarradora e ineficiente en lo público sino primitiva y elemental. Ni materias primas ni bienes y servicios básicos están presentes en el proceso productivo con lo que la parálisis es casi total. Y lo poco que pudiese funcionar se hace a destiempo y fuera de lugar, dependiendo de que si se tiene acceso o no a las divisas imprescindibles de un Estado que no conoce la palabra »administrar». Solo sobrevivimos en medio del caos y la anarquía y hasta el momento, sin posibilidades de redención.

    Con la subordinación de lo económico a lo político se aplican medidas espasmódicas y coyunturales como para salir del paso, pero nunca jamás para construir soluciones permanentes o por lo menos, estables en el tiempo. Y es que no existiendo realmente un proyecto – país y la voluntad política y económica para ejecutarlo, es casi imposible el poder avanzar hacia adelante y en positivo. Tanto, que es ya imposible pensar que es posible encontrar una salida no traumática para superar las insalvables contradicciones que han sido propiciadas y aplicadas desde el mismo Alto gobierno y que no son de ahora, sino de vieja data.

    El problema de fondo es que buscar una concertación o un acuerdo con los sectores moderados del chavismo, cuando desde el poder son minoría y están rígidamente vigilados y controlados, resulta mas un riesgo para ellos como para los sectores opositores que buscan alguna forma consensuada de entendimiento. Y es que si lo que se busca es una solución dentro del marco de la Constitución y las leyes, habría que contar con el implícito acuerdo del mismo presidente Maduro o de quienes en verdad lo ´´asesoran´´ desde el exterior. Y eso, no va a ocurrir.

    Lo anterior también plantea otros interrogantes y que es lo que entendemos por ´´ estallido social ´´. Un ´´estallido ´´ que no produzca algún tipo de revuelta popular generalizada y un posterior apoyo institucional, no pasaría de ser un problema de ´´orden público´´ que hoy por hoy, es casi que una ´´cajita de sorpresas´´ en un país dividido claramente en dos sectores esencialmente irreconciliables. Un camino que no es garantía de nada y donde las posibilidades de éxito son algo mas que reducidas. Primero, que se una la oposición y de el ejemplo, luego hablaremos de lo demás ; todo, menos ser de nuevo ´´carne de cañón ´´…

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