Trump, las familias separadas y la prensa
Francisco J. Tovar B.
Si algo resulta completamente orgánico y natural es la casi universal antipatía por la figura del Presidente de EEUU Donald Trump. Afrontémoslo: su actitud arrogante, sus prácticas discriminatorias, su verbo incontenible y su talante autoritario, al mejor estilo de dictador tropical, lo han convertido en el personaje aborrecible que es, desde mucho antes de llegar a la Casa Blanca.
En este sentido, prácticamente, cualquier política o iniciativa trumpista puede ser desestimada como una expresión de racismo, xenofobia o intolerancia, ¿no es así? Desde el punto de vista del sensacionalismo, los medios de comunicación de masas y la promoción de la agenda liberal, pues la respuesta es sí. Es muy sencillo odiar a Trump. No obstante, desde la perspectiva de la política interior y el interés nacional, el análisis no puede ni debe ser tan simplista. Al calor de la diatriba y, en nombre de la ánima aversión, pareciera que todo vale, pero la realidad es otra y un ejercicio intelectual honesto obliga a la sobriedad y objetividad ante los hechos.
La polémica separación de niños y sus padres en la frontera Sur de Estados Unidos, en el contexto de la Política de Cero Tolerancia hacia la inmigración ilegal, ha sido manipulada y tergiversada, al extremo del palangrismo, por los principales medios de comunicación en EEUU y el mundo.En cualquier noticiero televisivo o red social promedio abundan imágenes descontextualizadas de pequeños llorando dentro de una jaula con encabezados como “Cruel Política de Separación de las Familias” o “Trump viola los derechos humanos”. Es tal el descalabro de relaciones públicas cometido por el Jefe de Estado, al manejar este asunto, que sus incontables enemigos parecen abocarse a hacer leña del árbol caído y casi nadie se ha dedicado a revisar los hechos y analizarlos con seriedad.
Observemos tres interesantes argumentos, al respecto, del columnista estadounidense sindicado Ben Shapiro publicados el pasado 18 de junio en The Daily Wire (original en inglés) https://www.dailywire.com/news/31979/media-are-lying-about-trump-separating-illegal-ben-shapiro:
- Trump creó la separación de niños de padres inmigrantes ilegales. Esto es claramente falso. En 1997, el gobierno federal llegó a un acuerdo en un caso llamado Flores de no mantener a los menores indocumentados bajo custodia más de veinte días. El acuerdo no dice nada sobre los niños inmigrantes ilegales acompañados, es decir, los niños que cruzaron la frontera con sus padres. El Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito dictaminó que los niños acompañados tampoco podrían ser detenidos bajo los términos del acuerdo. Esto significaba que el gobierno tenía que liberar familias enteras, o que el gobierno tenía que separar a los padres de los niños.
- Los inmigrantes que buscan asilo están siendo castigados por buscar asilo. Esto también es claramente falso. Los inmigrantes que llegan a los puntos de entrada para solicitar asilo no están en la actualidad ilegalmente en el país, no son arrestados. Se procesan a través de la ICE (autoridad migratoria) y sus hijos se quedan con ellos. Sin embargo, si los inmigrantes ilegales cruzan la frontera ilegalmente, la administración Trump los trata ahora como criminales. Si eligen la deportación, no están separados de sus hijos; si eligen solicitar el asilo, permanecen en el país por más de 20 días, y sus hijos deben ser removidos por las disposiciones de la ley.
- Las instalaciones de Trump son terribles gracias a Trump. Pueden ser terribles, pero fueron igual de horribles bajo el presidente Obama. Existe abundante registro audiovisual y documental que refleja el pésimo estado de los centros de reclusión en la frontera desde hace muchos años.
El costo político del mare magnum mediático, tras la implementación de la Política de Cero Tolerancia, ha sido sopesado por el partido republicano, el cual, en definitiva, dobló el brazo del presidente Trump, quien el pasado 20 de junio no tuvo más opción que proceder a la firma deuna orden ejecutiva que impide la separación de las familias de inmigrantes ilegales en la frontera.
Una cosa es cierta, el accionar de Trump, al hacer cumplir la ley, estuvo apegado a derecho. El problema consiste en que la sentencia de 1997 es moralmente reprochable, su ejecutor, el presidente mismo, es altamente impopular y políticamente torpe. De ahí que la afectación que esto ha generado a su ya golpeada imagen se traduce en un potencial perjuicio, por asociación, para sus correligionarios del partido republicano, ante el prospecto de las venideras elecciones legislativas de medio término en noviembre.Esto último, sin lugar a dudas, y no una consideración de tipo humanitario, fue el elemento determinante para el cambio de postura por parte de la Casa Blanca.