Revolucionarios de las aguas negras. Revolucionarios de verdad
En la historia de la humanidad ha habido revoluciones parciales y solamente dos revoluciones integrales.
En nuestro Ethos, el término revolucionario tiende a ser identificado con individuos dañados y profundamente heridos como Marx, Engels, Stalin o Mao Tse Tung. Algunos más desubicados podrían incluir a los Castro Ruz, Ernesto “Ché” Guevara y Chávez Frías.
Pocos relacionan como revolucionarios a personajes de la Revolución Francesa, de la revolución de EE. UU, o de las revoluciones de las naciones latinoamericanas. Generalmente no se identifica a Bolívar, Miranda, Sucre, San Martín o Washington como revolucionarios.
Hoy por hoy, el término revolución cohabita con una categoría falaz que es, o bien la izquierda o bien con anarquistas. A los no revolucionarios se les identifica con categorías tan ineficaces como de derecha o capitalistas.
La verdad es que a las dos revoluciones a las cuales me voy a referir han sido integrales en el sentido que han penetrado y afectado a todas las instituciones políticas, económicas, sociales, religiosas y culturales de todas las épocas desde hace 2581 años – y seguimos contando – y ninguna nación de ningún continente ni de cualquier tendencia ha podido sustraerse a sus efectos por más radicales, comedidas, violentas o pacíficas que hayan podido ser.
Hay dos verdaderos revolucionarios de quienes poco se habla que han cambiado radicalmente a todas las civilizaciones. Estos personajes las pusieron en movimiento mediante sus inventos y son las verdaderas causas eficientes de las evoluciones de las instituciones políticas, sociales y económicas de todas las naciones.
Sus inventos no fueron objetos materiales, fueron conceptos, ideas; quizás las “fantasías” más arraigadas y extendidas en el planeta: me refiero al dinero.
Uno de los personajes, casi que desconocido, inventó el primer dinero o sistema monetario – se le conoce como el protodinero – hace 2581 años. Se llamó Creso, el último rey del imperio o reino de Lidia, en la península de Anatolia, Asia Menor, hoy Turquía, que ascendió al trono en el año 560 a. de C.
A partir de Creso nace el dinero. Antes de él, existieron el trueque; el trueque apoyado con medios de pago mercancía (perecedera y no perecedera); y lo que se denominó infelizmente como dinero primitivo, que son tres modalidades de sistemas de pagos.
El otro es literalmente un total desconocido. Se llama o adoptó el nombre de Satoshi Nakamoto – el inventor del dinero digital persona a persona, encriptado y descentralizado en el año 2008 y del programa de código abierto Bitcoin en el año 2009 – y es sin duda uno de los personajes más misteriosos del siglo XXI. De él o de ella o de ellos – si es que son más de uno – no sabemos nada.
Todo comenzó el 1º de noviembre de 2008 cuando nuestro personaje Satoshi Nakamoto anunció por medio de un correo electrónico enviado desde un servidor en México a la página de internet Criptography Mailing List, la publicación de su artículo titulado “Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System” que se encuentra desde entonces ubicado en la dirección http://www.bitcoin.org/bitcoin.pdf . En el mismo correo anunció a sus colegas que estaba trabajando aceleradamente en la codificación de una aplicación de código abierto – accesible a cualquiera como podría ser el sistema operativo Linux – que permitiría el funcionamiento de su invento: El Bitcoin. El programa o aplicación estuvo operativo en 2009.
El dinero existe en toda sociedad organizada y toca a todas sus instituciones. Nadie ha podido prescindir de él. Ni los comunistas, ni los anarquistas, ni los hippies, ni los soviéticos, ni los chinos, y ni siquiera los norcoreanos.
La única revolución integral de la Historia, ha sido la del dinero. Y ahora estamos viviendo los inicios de otra revolución porque el dinero, tal como lo conocemos ahora, está por ser reinventado no solo mejorado. Es un reto de dimensiones fantásticas.