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¿Revolución social? En Venezuela no será…

En estos días leía un par de artículos de unos españoles que son afectos a la llamada “revolución bolivariana”, y el tema central que destacaban era el de los grandes avances y transformaciones positivas que se habrían producido en la dimensión social, durante estos largos años del siglo XXI. Los textos eran, básicamente, de carácter publicitario y se encontraban repletos de medias verdades y de mentiras completas. Pero lo importante del asunto, es que la masiva propaganda de la hegemonía roja insiste en que en Venezuela se ha dado una revolución social…

A propósito del 1° de Mayo, Día del Trabajador, debería destacarse que en nuestro país se ha destruido la capacidad adquisitiva del salario. Hoy en día, con el salario mínimo se podrían adquirir, si acaso, 20 dólares; y los aumentos que serán anunciados, serán pulverizados por la inflación y la devaluación, ambas desbocadas. En 1999, con el salario mínimo se podían adquirir cerca de 200 dólares. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

Los niveles de pobreza en el 2015 son semejantes a los de 1999. Alrededor de 40% la pobreza en general, y de 20% la extrema. Sólo que de aquellos tiempos para acá, ha tenido lugar la bonanza petrolera más prolongada y caudalosa de la historia que, en números redondos, le deparó al Estado el equivalente de 1.500 millardos de dólares. Todo eso no influyó en reducir la pobreza de manera sostenible. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

Las condiciones de seguridad de la sociedad venezolana se han deteriorado de forma consecutiva y alarmante en estos tiempos. Es probable que en Caracas ya se cometan tantos homicidios como en toda Venezuela, en 1998. Algo más de 4.500. El total nacional sobrepasa los 20 mil homicidios al año, más que en Colombia, lo que nos transmuta en uno de los países más violentos de todo el mundo. No sólo de la región o del hemisferio, sino del mundo. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

La realidad de la salud y la educación también se ha deteriorado. El rebrote de endemias que se encontraban erradicadas lo refleja, así como también el colapso del sistema público de salud –con la excepción de algunos contados establecimientos que sirven, sobre todo, para la proyección publicitaria. Las Universidades Nacionales se consumen internamente para no cerrar sus puertas, y el control hegemónico de la educación, desde luego, lo que hace es restringirla, encarecerla y debilitarla. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

No hay información confiable sobre el estado de las “misiones sociales”. Recuérdese que en 1999 se empezaron a desmantelar los 14 principales programas sociales del Estado venezolano, casi todos de ejecución descentralizada, y varios años después, en el período 2003-2004, se restablecieron algunos de ellos y se montaron otros, bajo el formato de las misiones y de conducción centralizada. Luego de un lapso de expansión y de sucesivos “relanzamientos”, la impresión de los expertos en que se encuentran, en general, en situación de decaimiento y hasta parálisis. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

Al conjunto de los venezolanos no se les ha ampliado sino limitado sus alternativas. Por eso las crecientes colas para conseguir los alimentos básicos, las medicinas básicas, y cualquier tipo de producto básico para el desenvolvimiento corriente de la vida personal, familiar, laboral o socio-económica. La escasez generalizada, las distorsiones generalizadas, la dolarización generalizada de los precios –salvo el salario, la corrupción generalizada, todo ello abaja tan gravemente las condiciones de vida de la población, que ya se entra en escenarios de crisis humanitaria. Y entonces, ¿dónde está la revolución social?

Para responder esa repetida pregunta, debe afirmarse con toda responsabilidad que en Venezuela no se encuentra esa revolución social. Aquí no está. En la realidad de los hechos no está. Al revés. La revisión somera de esa realidad nos lleva, inexorablemente, a una mega-crisis que se profundiza y extiende. A una tragedia de vastas proporciones que debe ser superada para que el país tenga un futuro digno y humano en la dimensión social.

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