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Ramón Velásquez, el político

Su larga trayectoria en la vida nacional lo condujo a ser un actor fundamental en importantes acontecimientos históricos durante el siglo XX venezolano. Tachirense de nacimiento, le correspondió vivir durante el régimen tiránico de Eustoquio Gómez. Estudiante del liceo Simón Bolívar en San Cristóbal, percibió, desde muy joven, el significado de un régimen dictatorial. A los 18 años viajó a Caracas, acompañado de Leonardo Ruiz Pineda, a terminar sus estudios de bachillerato en el Liceo Andrés Bello. Fue testigo de excepción de la muerte de Juan Vicente Gómez y el inicio del gobierno de Eleazar López Contreras. Presenció lo que significó el regreso de la generación del 28, el indetenible liderazgo de Jóvito Villalba desde la Federación de Estudiantes, el 14 de Febrero, la reacción contra el gomecismo y las grandes transformaciones del nuevo gobierno.

La década del cuarenta fue un permanente reto: estudiante de Derecho y periodista de Últimas Noticias. La opinión pública fue impactada por la entrevista que le hizo, en 1945, a Diógenes Escalante, candidato a la presidencia de la República del PDV. Fue tan impactante el conocimiento que mostró de su manera de pensar que el propio candidato decidió nombrarlo en la Secretaría Privada. Dolorosamente, perdió la razón. Su candidatura era respaldada  por Medina, y aceptadas por el propio López Contreras  y  por Acción Democrática. Rómulo Betancourt, fue invitado a una entrevista con un grupo de militares jóvenes que tenían preparado un golpe de Estado. Al darse cuenta de lo avanzado de la conspiración trató de evitarla mediante esa candidatura. Su fracaso y el descontento militar produjeron el 18 de Octubre. Esa trágica noche acompañó a mi padre, el mayor Santiago Ochoa Briceño, en el comando de la Policía de Caracas, en la defensa del régimen constitucional.

Ramón Velásquez fue un independiente político por naturaleza. Nunca quiso inscribirse en un partido. Su cercanía personal a Leonardo Ruiz Pineda lo acercó ideológicamente a Acción Democrática y a Rómulo Betancourt. El trienio fueron años de transformaciones e incomprensiones. A menos de una semana del golpe de Octubre se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente. El triunfo de Acción Democrática fue arrollador. Obtuvo el 80% de los votos. El debate fue trascendente. Lo más importante, en la constitución de 1947, fue el establecimiento  del voto universal, directo y secreto. Rómulo Gallegos resultó electo presidente de la República el 14 de diciembre de 1947. El triunfo de Acción Democrática volvió a ser arrollador. El acto de juramentación fue en febrero de 1948. A los pocos meses, el 24 de Noviembre, fue derrocado. Una Junta Militar formada por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez  constituyó un nuevo gobierno.

De inmediato se inició la represión. Ese mismo día Ramón Velásquez fue detenido por varios meses. En 1952, redactó junto a Simón Alberto Consalvi y José Agustín Catalá, el “Libro Negro de la dictadura”. Fue detenido durante los años 53 y 54.  Liberado, vuelve a  caer preso hasta el derrocamiento de la dictadura. El año 58, hubo que enfrentar grandes problemas políticos y económicos. Ante las dificultades de un candidato único, los partidos políticos firmaron el Pacto de Punto Fijo.  Se establecieron tres objetivos: defender la democracia, hacer un gobierno de unidad nacional y aprobar un programa común. Rómulo Betancourt triunfó en las elecciones. Lo designó Secretario de la Presidencia. Su labor fue extraordinaria. Los enemigos de Betancourt volvieron a entrar a Miraflores. Durante esos años fue testigo de la conversación Castro-Betancourt, del atentado de los Próceres, y de las insurrecciones militares del Porteñazo, el  Carupanazo, el  Barcelonazo, y la toma de San Cristóbal.

Al acercarse el final del período presidencial, se volvió a lanzar como candidato a senador por el estado Táchira. En 1969, después del triunfo electoral de Rafael Caldera, fue designado ministro de Comunicaciones. Lo acompañó por un año. Después, regresó a sus funciones como senador por el estado Táchira, permaneciendo hasta 1993. Durante esos años desempeñó con gran eficiencia la dirección de dos comisiones: la reforma del Estado y la de Asuntos Fronterizos. Durante la profunda crisis política de 1993, fue designado por el  Congreso Nacional como Presidente de la República. Me ratificó en el ministerio de Relaciones Exteriores. Durante esos complejos meses, lo vi enfrentar complicados problemas con gran serenidad y carácter. Su habilidad política le permitió conducir a Venezuela a las elecciones de 1998. Si algo caracterizó su personalidad fue su reconocida honestidad en el manejo de los dineros públicos. Definitivamente, fue un venezolano de excepción.

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