¿Por qué todo nos parece poco?
Dentro del marasmo en el que nos encontramos a raíz de las elecciones regionales, recuperar el equilibrio de pensamiento debe ser tarea de todos. Está visto que no es cordura lo que sobra en estos momentos en que hay dedos acusadores en todas las direcciones, pero no deja de ser imperativo interpretar con justeza lo que sucedió el 21 de noviembre y sus consecuencias, al igual que es necesario aquilatar con objetividad lo que viene ocurriendo en torno a la situación venezolana nuestra situación por fuera de nuestras fronteras.
En el panorama internacional la situación es bastante más clara que al interior del país. Pero para aceptarlo no solo hace falta una buena dosis de sindéresis sino otra de conocimiento formal sobre cómo se bate el cobre en las esferas globales. Si afinamos bien la lupa nos percataremos que desde antes de las votaciones los astros se estaban alineando más bien a favor de un retorno venezolano a la Democracia.
No creo que es necesario abundar sobre la posición de los Estados Unidos quien desde hace muchas lunas tiene claro el rol nefasto que está jugando el régimen madurista en desfavor de las libertades en Venezuela y, mucho más allá que esto, Washington tiene un larguísimo, voluminoso y denso expediente sobre las fechorías de nuestros gobernantes en muchos terrenos que tiene que ver con delitos universales relacionados con la connivencia con el terrorismo, lavado de dineros mal habidos, corrupción en el manejo de los fondos públicos, narcotráfico, extracción ilegal de minerales, incumplimiento de sanciones, daños al ambiente, asociación para delinquir con grandes carteles, encarcelamiento y tortura de políticos y sus allegados. Hacen falta más de dos manos para enumerar a los jerarcas de Miraflores, sus adláteres y los militares que los secundan que tienen órdenes de captura, recompensas ofrecidas por información sobre su paradero, juicios iniciados por cualquiera de los delitos anteriores y solicitudes de extradición. Cada uno de estos procesos avanzan conjuntamente con sanciones de orden económico que también acorralan al régimen, obstaculizan su funcionamiento, colocan contra las cuerdas a sus protagonistas y provocan reacciones de rechazo dentro de sus propias filas.
Con todo ello en mano se ha armado un entramado de pruebas que le ha permitido al gobierno de Joe Biden jugarse una importante carta de cooperación con otras áreas geográficas y otros países que conocen ya el detalle de todas estas situaciones y que, o bien están colaborando de buena gana para también emplazar al madurismo, o bien están siendo casi abiertamente compelidos a colaborar con el bien trazado plan de desactivación incruenta que tienen entre ceja y ceja en el entorno del Presidente gringo. Si ello nos parece algo nimio, realmente no lo es.
¿Alguien duda de que la proactividad exhibida por la Unión Europea tiene algún otro origen que una convicción interna de que es necesario actuar en contra del crimen organizado que tiene lugar en Caracas, convicción bien orquestada desde la capital estadounidense quien ha puesto, al lado de su voluntad, información y pruebas de las actividades delictivas susceptibles de afectar a los países europeos? ¿Nos damos cuenta de que la proactividad exhibida en las últimas semanas desde el gobierno socialista de España, por ejemplo, responde, entre otras cosas, a una presión bien orquestada de parte de sus socios americanos?
La Comisión de Verificación de la Unión Europea que estuvo en Venezuela, con mucha mejor buena fe que la que le reconocemos, rindió un informe que no le hace carantoñas a la pandilla gubernamental chavista. Ese mismo órgano europeo , faltando horas para las elecciones extendió por un año la sanciones a los venezolanos implicados en actividades “non sanctas”. No sigue pareciendo poco que su informe preliminar lea “Nuestra misión ha podido constatar la falta de independencia judicial, la no adherencia al estado de derecho y que algunas leyes afectaron la igualdad de condiciones, la equidad y la transparencia de las elecciones”. Pero poco no es.
No soslayemos tampoco el posicionamiento de la Corte Penal Internacional que le leyó claramente la cartilla a la banda de Miraflores. Dentro de un ejercicio de independencia encomiable la CPI ha comenzado una investigación formal sobre crímenes de lesa humanidad perpetrados desde los órganos del poder en Caracas. Tampoco ello es poca cosa.
Así que llega la hora de reconocer que casi todo por fuera de las fronteras patrias nos ha estado beneficiando, de manera lenta pero constante, en cuanto al rechazo al régimen criminal y totalitario, y a la creación de un ambiente global adverso e intolerante a esta parodia de Revolución que es la venezolana.
Lo que nos toca admitir por igual que no corresponde a terceros resolvernos nuestros entuertos. Nuestra falta de reconocimiento de lo mucho que se ha estado avanzando en las esferas globales es atribuible justamente a esa incapacidad manifiesta de aceptar que estamos fallando nosotros al interior del país y no quienes nos están queriendo tender una mano desde afuera..