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Paz a sus restos

Los anuncios hechos a la limón desde Washington y La Habana para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, representa uno de los movimientos políticos más importantes de las últimas décadas y abre un nuevo juego que deja atrás la última manifestación de la guerra fría y de la era fidelista.

Aún es muy temprano para analizar y evaluar las repercusiones a corto, mediano y largo plazo de lo que significara este giro, pero lo que sí es cierto es que el Papa Francisco tuvo un papel trascendental, al igual que el Papa Juan Pablo II en la caída del comunismo. Hay que tener presente, que poco tiempo después de la salida de Fidel del poder se comenzaron a producir tímidos movimientos desde la posibilidad de que los cubanos pudieran comercializar ciertos productos hasta grandes proyectos como la inauguración de la Zona Espacial de Desarrollo Mariel o puerto de Mariel el pasado mes de enero y la promulgación de la nueva Ley de Inversión Extranjera incluida la unificación cambiaria y monetaria para atraer capital a los distintos sectores de la economía nacional; cambios en positivo que auguran una salida honrosa al desastre que fue la revolución cubana.

Pero hay dos o tres cuestiones que me interesa destacan más que las propias relaciones EE.UU. – Cuba, ya que habrá suficiente tiempo para ello; y es la actitud y reacción del Maduro y su gobierno, quienes han dado mayor atención al canje entre el contratista Alan Gross y los tres “terroristas” calificados de héroes, que al nuevo escenario que lo deja fuera de juego.

La reacción de Maduro frente a los comunicados de Obama y Raúl Castro, evidentemente es de que lo agarraron de improvisto dejándole sin piso político, para sus a ataques al imperio, solo basta leer su intervención esta semana en la Cumbre del ALBA en La Habana.

Los Castro sabían desde un principio que si Chávez desaparecía o si se cortaba la multimillonaria ayuda en petrodólares, su revolución como dicen los pilotos, entraría en un “tonel de barrena” del cual difícilmente saldría, razón por la cual Raúl Castro comenzó a tender lazos con “el imperio”, recuérdese el apretón de manos con Obama durante el funeral de Mandela

Ante la actual crisis política-económica-social y militar que atraviesa el país, ni Maduro, ni su gobierno, ni sus asesores han comprendido lo que significa este reacomodo entre EE.UU. y Cuba, el cual en tiempo indeterminado significa el fin de la revolución cubana y de cualquier proyecto socialista. Paz a sus restos.

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