Opinión Nacional

Respuesta del Presidente Hugo Chávez, a la Carta Abierta de la Conferencia Episcopal Venezolana

Lea la (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/cev/carta_a_chavez.asp»,»Carta abierta al presidente Hugo Chávez Frías»)%) de la Conferencia Episcopal Venezolana

Señores:

Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y presidente de la CEV.

Ignacio Antonio Velasco García, Arzobispo de Caracas y Primer Vicepresidente de la CEV.

Ubaldo Ramón Santana Sequera, Obispo de Ciudad Guayana y segundo Vicepresidente de la CEV.

Monseñor José Hernán Sánchez Porras, Secretario General de la CEV.

Excelentísmos Señores Obispos:

En nombre del «Bravo Pueblo» a quien tengo el altísimo honor de conducir; en nombre de esa avalancha humana que tomó la decisión irrevocable de cambiar el destino de la República; en nombre de quienes luchan por su restauración moral; en nombre de los excluídos y explotados de todas las horas, hijos de nadie y dueños de nada; en nombre de los mártires y olvidados de siempre, que no tienen quien les escriba; en nombre de los millones de hombres hundidos en esta patética, evidente e inmerecida miseria que les oprime el corazón y les quebranta el alma…; en nombre de quienes fueron obligados a vivir de tragedia en tragedia… y les cuesta salir de ese infierno; en nombre de quienes avanzan inspirados al calor de las luminosas reflexiones que ahuyentaron esas tinieblas; en nombre de ese olvidado pueblo que me catapultó a la Presidencia con la poderosa humildad de su sufragio para evitar desencadenamientos destructivos…

Y, en nombre de nuestro amor por el Redentor del Mundo quien bajó de la cruz para luchar por los desposeidos; un Supremo Alguien que ilumina estos caminos con su llama profunda de iluminación y a la luz de cuya doctrina se da respuesta a vuestra Carta Abierta: En primer lugar, para el él, El Padre Celestial, oriente vuestros designios hacia la justicia social, camino de la paz para la humanidad entera en cuanto predilección de Cristo por los desvalidos y excluídos de la sociedad; y, en segundo lugar, porque tengo la íntima convicción de que siempre es grande, siempre es justo, siempre es noble conspirar contra la mentira y dar testimonios fehacientes de la verdad: ¡¡Llamo a la conciencia de todos contra el formalismo tradicional que traduce vana búsqueda de preferencias y nunca el perfeccionamiento de los espíritus!!.

En un revolucionario auténtico – y Jesús de Nazareth lo fué hasta el punto de ser El Vencedor de la Muerte- la convicción es obligante: el revolucionario debe ser sincero consigo mismo; pero ¿que significa eso para quienes carecen de las sutilezas del espíritu y mienten a conciencia invocando preceptos sustentados en prejuicios, intereses y pasiones…?

En este momento histórico crucial para Venezuela, personificadores del Viejo Orden oligárquico- unidos sólo para que todos los negocios dependan de su arbitrio- cuerdan que lo esencial es dejarlo todo igual: Invocan preceptos contrarrevolucionarios y alientan todo tipo de obstrucción, como el falso rumor, técnica predilecta de quienes sienten amenazados sus privilegios…Se engañan…Están ciegos; No quieren ver que estamos saliendo de una larga noche…no quieren ver que es imposible construir el edificio de la Venezuela posible sobre el terreno movedizo del pantano…; no quieren ver el camino fulgurante de la revolución; no quieren ver que estamos en combate denodado contra los sistemas de las oligarquías.

No quieren ver el verdadero amor del pueblo se alcanza con elevadas actitudes que son las que permiten afirmación de fe en sus ideas: «Lo que habéis recibido gratuitamente trasmitidlo gratuitamente», decía Jesús, con amoroso acento. ¿No reside en ello la esencial definición de la Justicia Social?.

Resulta fácil manipular «una experiencia de siglos» para denominar despectivamente «revolución Chavista» al apasionado fuego de la especie que hoy inflama el corazón de los Bolivarianos; resulta fácil ser caja de resonancias para los intereses del capitalismo salvaje; para impedir que las grandes mayorías oprimidas durante tanto tiempo y que hoy empujan la revolución, despierten de la horrible alienación.

A todas las cosas se les deben dar las formas que corresponde a su propia estructura; no obstante, las reticencias para captar los matices de la revolución impiden ver la institucionalidad que existe en la forzosa provisionalidad legislativa inherente al mandato -óigase bien- mandato constituyentista del 06 DIC 98; en tal sentido resulta fácil descalificar el proceso acuñándosele el «mentir sistemático», porque no se quiere percibir la sutileza de una avasallante pasión que no cabe en moldes puntofijistas, sino en los de una revolución que desborda desde el inconsciente de este pueblo heroico que ayer hizo la historia de América y hoy está empeñado en alcanzar un destino superior.

Igualmente y por correlación de ideas, podríaseles responder, también al calor del Evangelio, En efecto, las luchas de Jesús con la hipocresía fueron siempre continuas. Su vigorosa elocuencia no hace concesión a la mentira:

«¡Ay de vosotros, escribas y fariceos hipócritas!, Porque

limpiáis el exterior de la copa y el plato; pero el interior, que

está lleno de rapiña y codicia, no lo tenéis en cuenta.

Fariseo ciego, lava primero el interior y después te ocuparás

de la limpieza del exterior». (Mateo XXIII; 13-26).

Monseñores:

Resulta fácil afirmar, como está consignado en vuestra Carta Abierta, que «Dios no está ni bendice ningún proyecto del hombre, en ningún campo, incluido el político». ¡Cuidado! ¡El abismo llama al abismo! El Libro de la Sabiduría nos dice en su Capítulo Primero: 7. «Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo; y como comprende todas las cosas, tiene conocimiento de todo, hasta de una voz. 8. Por eso el que habla cosas malas no puede escondérsele; ni escapará del juicio vengador. 9. Pues se le interrogará al impío hasta sobre sus pensamientos; y llegarán al oído de Dios sus palabras y sus obras, para castigo de sus maldades.

¿Y qué enseña Jesús de Nazareth a quienes ignoran que los pueblos responden al idealismo superior personificado en Él, como Camino, Verdad y Vida?:

«En verdad os digo que aquel que no entra en el redil por la

puerta es un ladrón. Aquel que entra por la puerta es el

verdadero pastor. Las ovejas oyen su voz; las llama por su

nombre y las conduce a los pastos; camina delante de ellas,

y las ovejas le siguen porque conocen su voz. El ladrón no

viene sino a robar, a matar, a destruir. El mercenario, a quien

las ovejas no pertenecen, ve venir el lobo, abandona las

ovejas y huye. Pero yo soy el buen pastor; yo conozco a

mis ovejas; mis ovejas me conocen y yo doy mi vida por

ellas». (Juan X, 1-16)

Señores Miembros de la Conferencia Episcopal:

La revolución encarnada en el 4F arranca precisamente de la imperiosa necesidad de revivir y de redimir principios de un pueblo acorralado. No se trata de defender «principios y valores» de la pequeña minoría oligárquica que acumula ganancias fabulosas, sino los de un pueblo abandonado que, por humilde, sufre la miseria y la desgracia de la carestía de la vida y la especulación.

Nada nace de nada: Todas las revoluciones sociales de la Humanidad están relacionadas con el alma de los pueblos. La historia enseña que la coexistencia de factores espirituales, sociales económicos, culturales y geográficos contribuyó a la formación de Venezuela y que los hechos desencadenados el 4F fueron resultado de la conjugación de una serie de causas que venían gestándose desde hace más de un siglo e hicieron posible que por vez primera se produjera esta sui géneris insurreción militar cuya filosofía permite alentar y estructurar una República verdaderamente democrática e independiente, como la soñó Bolívar.

Jefe de Estado y del gobierno revolucionario, estoy en la obligación de representar el lugar geopolítico de Venezuela y, por tanto, percibir sus particularidades sin que los árboles impidan ver el bosque. Esa percepción permite afirmar que no soy intimidable. El proyecto revolucionario no tiene marcha atrás: habremos de rubricar, en colectivo, y tatuar con sello indeleble la página que escribimos con tanto honor y sacrificios.

La filosofía educativa de la revolución de 4F se sustenta en la redención del espíritu en rectitud (Moral y Luces) y, el fin supremo del correspondiente proyecto político, como resorte principal que mueve los resortes secundarios, se resuelve en la frase !Tierra y hombres libres, Elección Popular y Horror a la Oligarquía!. Sólo restableciendo la relación de equilibrio de las células sociales de nuestra querida Venezuela podríamos honrar a la justicia cristiana que es la que permite alcanzar la Paz.

Señores Miembros de la Conferencia Episcopal:

Las palabras vuelan y los escritos permanecen: Lo que está más lejos de mi persona es la mentira y la perfidia. Imploro el soplo sagrado del Espíritu Santo para la feliz realización del movimiento ecuménico que ha emprendido la Universal, Católica, Apostólica y Romana Iglesia del Cristo Redentor, y espero con fervorosa pasión revolucionaria que todas las profesiones de fe puedan acceder y acomodarse con sutíl desprendimiento al proceso de cambios profundos que mayoritaria y legítimamente ha venido realizando nuestro pueblo. La prudencia pedagógica debe orientar caminos de adecuación a esas circunstancias históricas en las que nos encontramos y, a cuyos fines aspiro se despejen persistentes equívocos para que nadie desmaye en la íntima convicción de su pensamiento respecto de la Santa y Universal Iglesia Católica. De igual forma reafirmo la unívoca connotación de mis palabras a lo largo y ancho del ámbito planetario en torno al proceso revolucionario que pacíficamente adelanta nuestro pueblo, a pesar de las barreras que recurrente y evidentemente se le oponen…

Ninguna revolución ni contrarevolución conseguirá que dejemos de estar unidos en religión a la gran familia universal a cuya cabeza figura el santo nombre de Jesús. El Cristianismo puro se presenta al nombre cabo de veinte siglos, con el carácter de religión universal y eterna porque la religión de Jesús es la religión de todos los corazones. Fruto de un movimiento espiritual completamente espontáneo, libre desde su nacimiento de toda traba dogmática, habiendo luchado durante trescientos años por la libertad de conciencia, el Cristianismo pese a las caídas que sufrió, recoge los frutos de su divino origen y, para renovarse, no tiene más que regresar al Evangelio. Jesús ha sido el primero en proclamar la soberanía del espíritu; La fundación de la verdadera religión es su obra. Después de Él, sólo queda desarrollarla y fecundarla.

Quizás no faltará quien quiera desfigurar mis criterios – y precisamente en el preludio de las definitorias elecciones del 28 de Mayo – para hacer ver, maliciosamente, que el proyecto político no se sustenta en la grandeza de nuestras ideas e ideales bolivarianos sobre el porvenir, sino en el mentir sistemático; en la falta de transparencia/credibilidad y fuerza moral para realizar ningún cambio y, en consecuencias, es involutivo…

La imaginación proporciona alas al pensamiento: prestarse a perturbaciones políticas y escándalos en nombre de apetitos y resentimientos obnubila la luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia de Cristo… No conviene despertar otras espantosas tempestades en el mundo.

Mi dignidad como Primer Magistrado de la Nación me impone como obligación no retroceder, como no retrocederé, en la tarea pedagógica de decir al pueblo lo que sistemáticamente se le ocultó durante tanto tiempo y que es himno gigantesco al mandato de Bolívar: «Dí la verdad a los hombres»:

El pueblo se encuentra escarnecido, olvidado, excluido y arrinconado debido a las trampas a que ha sido sometido secularmente por el sistema de las Oligarquías.

Procedo con firmeza porque consecuencias impredecibles pueden preverse del menor rasgo de debilidad por parte del Gobierno para despejar el camino de la revolución. Para sobrevivir como Nación tendremos que espiritualizar la educación, practicar la Verdad y perfeccionar la Libertad, caminos éstos, pacíficos, para alcanzar el Bien Común, la Justicia Social y la Seguridad Jurídica. Sólo enalteciendo la vida de los millones de necesitados y hambrientos de todo el país podríamos realizar los cambios y alcanzar los fines del Estado. Si permitimos que se cierre el camino pacífico de la revolución, nadie podrá impedir que se realice por los caminos de la violencia, como advirtió John Fitzgerald Kennedy. El rumor de esa violencia se percibe sutilmente en la patética y dramática reflexión de Paulo VI:

«Mientras que en algunas regiones una oligarquía goza de

una civilización refinada, el resto de la población, pobre y
dispersa, está privada de casi todas las posibilidades de
iniciativa personal y de responsabilidad, y aún muchas veces
incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignos
de la persona humana. La prolongada avaricia no hará más
que suscitar el juicio de Dios y la cólera de los pobres, con
imprevisibles consecuencias» (Encíclica «POPULORUM
PROGRESSIO»).

Y si tuviéramos que partir de los viriles pronunciamientos de Bolívar y de la violencia en el raciocionio que derivan sus moralizadoras premisas, tendríamos que calificar delito de lesa humanidad la entronización del liberalismo salvaje, porque este ocasiona más y más barreras entre las clases y los sectores sociales y desalientan a los más necesitados en su esfuerzo común. La implementación de patrones político-económicos de shock aniquila el sistema de valoración moral preexistente, deteriora el «modus vivendi» del hombre, lastima su íntima naturaleza, desnuda su pudor; degrada, proletariza, arruina su dignidad y le deshumaniza y, al final, le impide su realización como persona.

¿Consecuencias? El delito colectivo.

Venezuela necesita maestros que sean capaces de internalizar la Ley Moral en la conciencia del ciudadano y, si aspiramos a sobrevivir como pueblo, debemos planificar cómo templar el alma del hombre; cómo forjar auténticos valores sustentados en la historia grande que hicimos con Bolívar, cuyo pensamiento es el que informa nuestro proyecto político. De allí la revolución educativa que se ha planificado… y que afecta, necesariamente, a todas las instituciones. Todas las grandes cosas de la humanidad han sido llevadas a cabo en nombre de los principios absolutos.

Si Lutero, si los autores de la Revolución Francesa hubiesen observado las reglas de la cortesía, la Reforma y la Revolución no se habrían realizado nunca.

¿Cuántos hombres no se opusieron a Jesús? En aquel mundo tan impregnado de falsos devotos no es fácil comprender la antipatía desencadenada por su pensamiento revolucionario. La fecunda idea del poder de los hombres reunidos (ecclesia) es realmente una idea de Jesús. Convencido en su tan idealista doctrina de que lo que origina la presencia de las almas es la unión por medio del amor, declaraba que en todas las ocasiones en que algunos hombres se reunieran en su nombre, él se encontraría en medio de ellos.

La revolución venezolana se dirige a la conciencia moral y se inspira en el sublime martirologio de Jesús cuya palabra encendida anuncia la tempestad que habría de desencadenarse en el mundo:

«Quizás creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no, he
venido a traer la espada (…) Quien no toma su cruz y me
sigue, no es digno de mí…) El que halla su vida la perderá; y
quien pierde su vida por mi causa, la hallará» (Mateo X,
34-39).

De otro lado, la vertiente humana del proyecto político de la revolución del 4F deviene, fundamentalmente, de los postulados -pensamiento, palabra y obra- de Bolívar; de su pensamiento unionista:

«Para sacar de este caos nuestra naciente República, todas
nuestras facultades morales no serán bastantes, si no
fundimos la masa del pueblo en un todo: la composición del
Gobierno en un todo; la Legislación en un todo; y el espíritu
nacional en un todo. Unidad, Unidad, Unidad debe ser
nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es
diferente, mezclémosla para unirla. Nuestra Constitución ha
dividido los poderes, enlacémoslos para unirlos: nuestras
Leyes son funestas reliquias de todos los despotismos
antiguos y modernos: que este edificio monstruoso se
derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos un
Templo a la Justicia; y bajo los auspicios de su santa
inspiración, dictemos un Código de leyes venezolanas».

Bolívar advirtió la necesidad del tiempo para internacionalizar en el espíritu de los hombres las virtudes y valores imprescindibles a la forja de la Nación: paciencia y
esperanza, son los mayores antídotos del mal:

«El libro de los Apóstoles, la moral de Jesús la obra Divina
que nos ha enviado la Providencia para mejorar a los
hombres, tan sublime, tan Santa, es un diluvio de fuego
devorador en Constantinopla, y el Asia entera ardería en
vivas llamas, si este libro de paz se le impusiese
repentinamente por Código de Religión, de Leyes, de
costumbres»
(Discurso de Angostura).

Señores obispos de la Conferencia Episcopal:

El proyecto político que el Bravo Pueblo está impulsando deviene de su inconsciente colectivo: se alimenta en los revolucionarios preceptos de Jesús y en la moral, razón y acción del Libertador, con su carga de violencia legítima a cuestas. Con ellos, como paradigmas, podríamos evitar el efluvio de la sangre.

La Iglesia de Jesús que conocemos se ha mantenido sólo por su sagrado ascetismo y por una piedad que le ha permitido crear vidas edificantes.

Las auténticas facultades de la Iglesia residen en el alma de quienes puedan realizar históricamente la misión confiada por Cristo a sus apóstoles. La Iglesia de Jesús de percibe como un espíritu superior dominador de espacios y de siglos y en comunión de personas unidas en torno a quien sólo vivía para su Padre y de la misión Divina que tenía la convicción de llevar a cabo. Esa es la Iglesia que conozco, la que mis mayores me enseñaron, la nacida al calor de los Evangelios, que debe ser su fuerza. La Iglesia de Jesús es Madre y Maestra en las enseñanzas; no es parte de un precaminoso juego político donde algunos pretenden llevarla; es algo sagrado que inflama de deber el corazón como el más poderoso de los acicates. Esa es la espiritualísima Iglesia universal a la que pertenecemos.

La Iglesia dice relación con Unidad, Santidad, Catolicidad, Apostolicidad; conexión infinita con la vida y con la trascendencia del espíritu libre de pecados. Madre y Maestra, induce enseñanza de valores religiosos para mitigar a través del amor tantas penas que afligen a miles de millones de hombres en el mundo. El futuro de la Iglesia es brillante en tanto asuma las responsabilidades inherentes a su credo.

Para una joven generación de nuestro tiempo es esencial conocer las fuerzas morales que obran en las sociedades contempóraneas: virtudes para la vida social que no descansan bajo ninguna cúpula. Más que enseñarlas o difundirlas, conviene despertarlas en la juventud que virtualmente las posee.

Dichosos los pueblos de la América Latina si los jóvenes de la nueva generación descubren en sí mismos las fuerzas morales necesarias para la magna obra; desenvolver la justicia social en la nacionalidad continental.

Jefe de Estado y de Gobierno y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada significo que mis criterios respecto al proyecto político nacional, están sustentados en el anhelo popular y en el mandato del 6 de diciembre de 1998, tal como lo dejé entrever en mi carta a la ya extinguida Corte Suprema de Justicia. Yo abedezco solamente a ese mandato popular y me sostiene el pensamiento de Bolívar:

«Nada es tan conforme con las doctrinas populares, como el
consultar a la nación en masa sobre los puntos capitales en
que se fundan los Estados, las Leyes fundamentales y el
Magistrado Supremo. Todos los particulares están sujetos al
error, o a la seducción; pero no así el pueblo, que posee en
grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su
independencia. De este modo, su juicio es puro, su voluntad,
fuerte; y por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni
menos intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefregables del tino del
pueblo en las grandes resoluciones; y por eso es que
siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios».
(Resolución ante el Consejo de Gobierno-Lima, 1826).

No puedo salir del camino donde he sido colocado por la marcha de los acontecimientos, único invariable e insustituible camino del honor que emprendí a partir del Juramento Bolivariano del Samán de Güere.

Venezuela está como en crisálida.. y, la revolución apenas comienza.. Parafraseando a un poeta… tal vez no veremos los sublimes resultados de las transformaciones espirituales que estamos realizando, pero en los ojos de quienes los vean, palpitará nuestra sangre.

No es esta una revolución de mentiras porque el pueblo la esté conduciendo pacíficamente; cada día se están realizando cambios profundos en función de ideas nuevas; se está echando abajo lo antiguo e imponiendo el trabajo de reconstruir; particularmente mediante el Plan Bolívar 2000, el cual permite que pueblo y ejécito se vayan a través del héroe, como dijo Andrés Eloy:

«Lo mejor de la nube es llover. Lo dicen los labriegos en voz
y las campiñas en verde. Y la democracia es nube que hace
vivir los campos. Y adentro tiene un rayo. Es el ejército. Es
pueblo uniformado; y se esclarece para esclarecer; cuando
no tiene por qué herir, alumbra, completando la función de la
nube: luz y agua y luz, la fórmula del iris».

Mediante el Plan Bolívar 2000, los soldados de la República extienden su órbita de acción y se convierten en desvelados centinelas de la liberación de los pobres y olvidados de siempre. Nuestra revolución traduce las ideas con trajes de campamento y, de su lado, el pueblo venezolano, tras las trincheras del Monte Sacro se encuentra allanando, los caminos del progreso, como dijo Cecilio Acosta. La revolución es una convulsión que trastorna, pero es el único remedio que regenera.

Compatriotas Obispos:

Como Jefe de Estado y de Gobierno no podría nunca jugar a la división de la Santa Iglesia y sería ingenuo pensar que alguien pudiera hacerlo. La Iglesia de Jesús de Nazareth es inmortal, y una de las formas de coadyuvar en el proceso de su consolidación espiritual es señalando las perturbaciones sistemáticas y arteras manipulaciones con las que pretende falsificar el proceso revolucionario del país.

Estoy persuadido de que el espíritu del pueblo es siempre recto, pero puede ser engañado muy fácilmente por falsos devotos que utilizan el sacrosanto nombre de Jesús de Nazareth para desviar el camino de la revolución. Yo podría responderles que es mentira su preocupación por el destino del pueblo; podría poner acentos en las mismas palabras con las cuales Jesús de Nazareth combatía la hipocresía de los fariseos:

«Los escribas y los fariseos están sentados en la cátedra de
Moisés. Haced lo que os dicen; pero no hagáis como hacen,
porque ellos dicen y no hacen.

Ellos crean pesadas cargas, imposibles de llevar, y las
colocan sobre los hombros de los demás; en cuanto a ellos,
no tratan de moverlas ni con la punta de un dedo.
Todo lo hacen para que les vean los hombres: se pasean
con largas túnicas; llevan anchos filacterios; sus mantos
tienen las orlas más largas; ocupan los primeros puestos en
los festines y los primeros asientos en las sinagogas; les
gustan que los saluden en las calles y les llamen «maestros»

¡Ay de ellos!…

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que os habéis
apoderado de la llave de la ciencia y sólo la utilizáis para
cerrar a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis ni
dejáis entrar a los demás.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!. Porque
limpiáis el exterior de la copa y el plato; pero el interior, que
está lleno de rapiña y codicia, no lo tenéis en cuenta.
Fariseo ciego, lava primero el interior y después te ocuparás
de la limpieza del exterior».

Como dice Ernesto Renán en su estupenda obra Vida de Jesús «las exquisitas ironías del Hijo del Hombre llegaban siempre al corazón y han permanecido coaguladas en la llaga como estigmas eternos. Esa túnica de Nessus del ridículo que los hijos de los fariseos arrastran andragosos tras de sí desde hace veinte siglos, la ha tejido Jesús con una habilidad Divina. Estas obras maestras de la más elevada ironía, han grabado sus rasgos con líneas de fuego sobre la carne del hipócrita y del falso devoto. ¡Rasgos incomparables, rasgos dignos de un hijo de Dios! Sólo un Dios sabe matar de ese modo. Sócrates y Moleiére sólo rozan ligeramente la piel, Jesús introduce hasta el fondo de los huesos su fuego».

En cuanto a la consideración de índole histórica referente a la Carta que escribe Bolívar a su hermana María Antonia, el 27 de octubre de 1825 y donde expresa: «Protegeré la religión hasta que muera», existe en vuestra interpretación una desviación de contenidos: se pretende hacer creer que cualquier sacerdote personifica la religión del corazón de Jesús de Nazareth. No es cierto. Obsérvese, si no, lo que escribe Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, en vísperas de la Campaña Admirable:

«La influencia eclesiástica tuvo, después del terremoto, una
parte muy considerable en la sublevación de los lugares, y
ciudades subalternas: y en la introducción de los enemigos
en el país: abusando sacrílegamente de la santidad de su
ministerio a favor de los promotores de la guerra civil. Sin
embargo, debemos confesar ingenuamente, que estos
traidores sacerdotes, se animaban a cometer los execrables
crímenes de que justamente se les acusa, porque la
impunidad de los delitos era absoluta; la cual hallaba en el
Congreso un escandaloso abrigo, llegando a tal punto esta
injusticia, que de la insurrección de la ciudad de Valencia,
que costó su pacificación cerca de mil hombres, no se dió a
la vindicta de las leyes un solo rebelde; quedando todos con
vida, y los más con sus bienes».

He dicho que todo va a cambiar, pero algunos hombres no se dan cuenta, aferrados como están a sus inmemoriales costumbres y caducos privilegios… Ha llegado un nuevo tiempo y hay que preparar una nueva humanidad.

Así como hay que enseñar a escribir hay que enseñar a vivir. Así como se aprende a hacer las redondas formas de las letras se debe aprender también a vivir una sociedad de libertad e igualdad. Libertad en pie de igualdad. ¿Cómo se había aprendido hasta entonces a vivir?.

A veces pienso, con Rousseau, «que las cosas esenciales no pueden ser vistas por quienes no quieren ver, porque si las nociones del gran Ser fueran innatas en todos los corazones, sería una preocupación bien superflua la de enseñarlas.

Finalmente quiero señalar que en la medida que no tengamos conciencia de la opresión e injusticia que existe en los pueblos; en la medida en que se profane con mentiras el poder del espiritu; que callemos cuando debamos hablar; que despojemos a los demás cuando en verdad debiéramos darles; en tales medidas lo que hacemos es enterrar a Jesús y a Bolívar en el corazón de quienes están sojuzgados.

Compatriotas Obispos:

Reciban Ustedes, por gajes de mi amistad y a nombre del Gobierno revolucionario que presido, nuestros más apasionados votos por vuestra felicidad».

Imploro bendición apostólica,

Bolivarianamente,

Hugo Chávez

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