Opinión Nacional

Reconstruir: ¿con técnica o con demagogia?

El país está inerme ante la naturaleza, la desidia, la corrupción y la incapacidad. ¿Qué se podía esperar de un régimen que en pleno siglo XXI promueve gallineros verticales en las ciudades (¿alguien ha visto uno?) y estimula la creación de conucos en el campo dentro de algo llamado fundos zamoranos?

Estos seis largos años también han sido de desprecio a la técnica. Que no a los aparatos y cachivaches tecnológicos. Una cosa es comprar artefactos y otra saberlos usar. Una cosa es importar de todo y otra saber aplicar técnicas y métodos modernos a la solución de los problemas del país.

Y esas técnicas tienen que ser puestas en marcha por personal idóneo. Que una médico sin ninguna experiencia en la materias del campo ambiental haya ejercido el ministerio del ramo por cuatro años, es una muestra de cuál es el valor que le da Chávez al profesionalismo y a la preparación de nuestros técnicos e ingenieros. Sin contar con que anteriormente ejercieron el cargo personajes igualmente desconectados de la realidad y la ingeniería nacionales.

Es sinceramente vergonzoso que el superministro Chacón (héroe de la toma del Canal 8 en el 92) quiera echarle las culpas ahora, después de cinco años, a la Comunidad Europea de la no ejecución de los proyectos que tratarían de evitar otra tragedia en el Estado Vargas. Hasta el momento, el general Volta, presidente de la despilfarradora Corpovargas, no ha asomado la intención de retirarse del cargo. Aún en el caso en que hubiese actuado conforme a las leyes y su gestión hubiese estado marcada por la eficiencia, el nuevo desastre ocurrido indica que debería estar fuera del puesto. Así, además, facilitaría el trabajo de quienes harán la auditoría ordenada. (¿Y el contralor Russián? Todavía no despierta).

Paradójico es que un régimen tan celoso en malgastar en compras como la del Airbus presidencial –modelo aeronáutico de última generación, para uso del numeroso séquito chavero que recorre el mundo- ejerza tanto desdén por quienes poseen los conocimientos y/o se han educado en los mejores centros universitarios del mundo. Aparte de unos contados intelectuales que en realidad dan pena ajena haciendo maromas retóricas en los programas de las televisoras oficiales, al régimen no lo acompañan profesionales destacados ni intelectuales de valía. (Uno de estos pocos es el profesor Britto García, quien después de rechazar al inicio de este gobierno la presidencia del Consejo Nacional de la Cultura, ha llegado hasta a fungir de animador de actos culturales oficiales sin darse por enterado –como le fue recordado recientemente por Víctor Gruber aquí en Venezuela Analítica- de lo bien que encaja el régimen de su admirado jefe en el esquema populista que él criticara y publicara en dos tomos en 1988).

La reconstrucción de las viviendas, vías y de obras públicas de todo tipo no podrá ser acometida con la vista puesta sólo en el monto de los contratos y en la repartición de los mismos. Esa parece ser la mayor preocupación que los incapaces ministros han tenido en estos seis años. Antes, en los años de la democracia representativa, también estaba presente la rebatiña de contratos, pero se estaba lejos del actual grado de descuido en cuanto a la calidad técnica de los proyectos, de su ejecución e inspección. Hay, por ejemplo, muchas historias de empresas que ganaron licitaciones en buena lid y luego le fueron retirados los contratos por “razones políticas” o politiqueras. Y la permanencia de los funcionarios está supeditada a la lista de Tascón y el disimulo de la opinión política.

Está en contra de la naturaleza del chavismo acometer la tarea de la reconstrucción sin mezquindades y con amplitud de miras, pero si no lo hace así se repetirán las tragedias y la pérdida de vidas humanas será mucho mayor. El equipo que administra los ministerios que proyectan y ejecutan obras públicas –con las excepciones de siempre- no está preparado para la faena.

Si en la elaboración de los proyectos y en la ejecución de los mismos continúa la manipulación demagógica y cruel que se ha visto en la ayuda a los damnificados y en el ocultamiento de la realidad, será imposible que este régimen trate de levantar obras que se realizaron durante cuarenta años en menos de uno.

¿Será castigo divino tanto hablar de los cuarenta años? Por lo menos pavoso ha sido, aunque casi todos digamos que no somos supersticiosos. Parece que los babalaos (otra importación cubana) de Miraflores no han sido efectivos en el aplacamiento de las fuerzas naturales.

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