Opinión Nacional

El drama político esencial: defender literalmente la vida

Mortal ilusión la que alimenta el régimen, mientras hace fiesta en Venecia con el presupuesto nacional, decide la reelección indefinida del equipo complaciente en cada órgano del Poder Público, banaliza los graves problemas nacional cuando insiste el presidente Chávez Frías en la necesidad de pensar dialécticamente, pontificando sobre la conjunción de la teoría y la acción, en uno de sus maratones dominicales (25/10/09). Simplemente, hallándose en otro país, en el de los infames planteamientos preñados del aplauso de sus acólitos, dice no saber lo que ocurre realmente en el nuestro: el territorio venezolano es un inmenso coto de caza para la delincuencia común le presta un carísimo servicio a la delincuencia política, marcando precedentes inéditos e inauditos en este lado del mundo.

La exagerada propaganda y publicidad oficial advierte de la violación de los derechos humanos en otros países, incluyendo el latiguillo anti-imperialista que no repara siquiera en las transformaciones experimentadas por los países más prósperos del planeta, añadidos los orientales, capaces de desembocar en una distinta correlación de fuerzas en los años venideros que poco o nada abonan, en contraste con la violencia temeraria, fundamentalista e irresponsable de otros que el chavezato dibuja como alternativos. Además, apela al anacronismo histórico y muy bien puede advertir de los estragos de la guerra estadounidense en Vietnam, ya lejana y superada cuando éste transita larga y penosamente en los terrenos del capitalismo salvaje, mientras en casa retrocedemos amargamente a la premodernidad.

La cancillería de agitación que ostentamos, condena el terrorismo imperial y omite el doméstico, diligenciándose con las fuerzas irregulares de la vecina Colombia. Lo peor es que los comentaristas radiotelevisivos del patio, por no citar al mandatario nacional, abusando de un cambio nada ligero de expresiones de uso diario, legitiman esas diligencias disertando sobre las “retenciones”, en lugar de los “secuestros” que constituyen una de las especialidades de las FARC-ELN-FBL.

Los habitantes del barrio Costa Rica, en el sector Chururú de la parroquia San Rafael de El Piñal, municipio Monseñor Fernández Feo del estado Táchira, a plena luz del día, fueron testigos del secuestro de un equipo de fútbol por un personal nada improvisado, empuñador de un sofisticado armamento de guerra y equipo de radio transmisión, al principio del presente mes. Convertidos increíblemente en objetivo político y militar, los indefensos e inocentes deportistas fueron luego masacrados, sin que obviamente supieran de aquél comandante de la guarnición que incurrió en la hazaña, en la gesta heroica e inmarcesible epopeya de tomar la Plaza Bolívar de San Cristóbal para impedir que el gobierno democrático, civil y republicano de la región celebrara los actos correspondientes del Día de la Independencia, como manda la ley: gobierno éste asediado, a quien se le quitan las armas y los recursos económicos indispensables por directrices claras y contundentes del remoto poder central.

Evidentemente, algo ocurre en la Fuerza Armada bajo la suprema conducción de Chávez Frías, no otro, el que la ha ultrapartidizado poniéndolo a su servicio con olvido de la nación, como tercamente recuerda la vigente Constitución de la República. Y un rápido ejercicio, puede contrastar el desempeño de una y varias décadas atrás de la institución castrense en relación al actual, permitiéndonos adicionalmente concluir que las constantes, interesadas y caprichosas reformas legales y reglamentarias la han lesionado no sólo en términos doctrinarios, sino estructurales, organizaciones y operacionales. O, en otras palabras, por si fuera poco reservándose el directo comando operacional, capaz de romper con lo que fue una sensata cadena de mando, no es excesivo responsabilizar al propio Chávez Frías de todo lo que acontece en Venezuela, en términos de seguridad y defensa.

El terrorismo que nos aqueja y da sobrado alcance a los sectores medios y populares, constituye una fórmula de violación no convencional de los derechos humanos, dada la espeluznante conducta asumida por el gobierno nacional. Nos referimos al político y al ordinario, porque debemos contar el perfeccionamiento técnico de aquellos que asaltan todo un edificio tanto en el este como en el oeste caraqueño, forzando también a las mujeres, quizá decepcionados por el tan competido y poco rentable secuestro-express.

Ya la oposición al régimen, difusa o concreta, vacilante o decidida, no está solamente encaminada a la defensa de la democracia, la libertad, el desarrollo económico o la justicia social. Hemos arribado a una situación antes impensable: la necesidad de defender literalmente la vida, procurando salir del socialismo campamental, como dramático propósito político esencial.

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