Opinión Nacional

A la Fuerza Armada Nacional

La designación del general Henry Rangel Silva como ministro de la Defensa ha colocado, de nuevo, en medio de la polémica nacional la actuación institucional de la Fuerza Armada. Creo mi obligación, dirigirme a mis compañeros de armas para recordarles algunos principios y valores militares y, fundamentalmente, decirles algunas verdades sobre lo que ocurre en Venezuela. Lo voy a hacer para que el día de mañana ninguno de ustedes pueda decir que no sabían lo que estaba pasando en nuestro país. No me voy a referir a toda la problemática que, en estos momentos presenta Venezuela. Es demasiada compleja para poder desarrollarla en el limitado espacio de un artículo de opinión. Voy a tratar solamente los aspectos que, por razones profesionales, tienen que ver directamente con la misión fundamental de la Institución Armada: la defensa de la nación.

Un aspecto fundamental en la defensa de un país es la unidad de su pueblo. Sin esa trascendente solidaridad es imposible enfrentar cualquier amenaza que pueda surgir contra su soberanía. Lograr esa unidad, es la más importante obligación que tiene un jefe del Estado. Sólo se logra a través de su ejemplo y de su prédica. Sin alcanzar esa imprescindible cohesión nacional es imposible la defensa de la nación. Hugo Chávez se ha dedicado durante estos once años a destruir los firmes lazos de hermandad que siempre existieron entre los venezolanos, mediante la siembra del odio y del resentimiento. Venezuela, sin exageración, se encuentra dividida en dos grupos políticos irreconciliables, cada uno cercano al cincuenta por ciento de nuestra población, que considera al otro no su adversario ideológico sino su enemigo, al cual hay que destruir.

La conducción de la política exterior le corresponde al Presidente de la República, y es una responsabilidad indelegable que exige prudencia, perspicacia y serenidad. Hugo Chávez, por razones que no son fáciles de explicar, ha mezclado a Venezuela en delicadas tensiones internacionales de consecuencias riesgosas e impredecibles. No creo que ningún venezolano, que tenga claro nuestros objetivos nacionales, pueda explicar las razones del enconado enfrentamiento con Estados Unidos. Jugar a la guerra, vinculando a Venezuela a alianzas con países totalmente fuera de nuestra región y mezclándola en conflictos tan delicados como el existente en el Medio Oriente, lo menos que produce es angustia y preocupación. La supuesta defensa de nuestra soberanía no es causa suficiente para exponer a Venezuela y a su pueblo a un riesgo tan elevado.

Esa supuesta pasión de Hugo Chávez por defender nuestra soberanía es absolutamente falsa. No haber protestado ante Guyana por la entrega de concesiones en la Zona en Reclamación fue la primera muestra de debilidad al iniciarse el gobierno, pero haber guardado silencio al conocerse que su canciller había planteado ante las Naciones Unidas la ampliación de su plataforma continental de 200 a 350 millas, sin tomar en cuenta nuestra reclamación, no tiene justificación alguna. El colmo de los colmos, ha sido la permanente declaración realizada por Hugo Chávez: «la reclamación sobre la Guayana Esequiba, realizada por el gobierno de Rómulo Betancourt ante Inglaterra, surgió por presión de Estados Unidos para derrocar el gobierno progresista de Cheddy Jagan». Un total absurdo, que compromete gravemente el Acuerdo de Ginebra

No creo que el asunto sólo quede allí. Hay que recordar la delicada crisis que surgió en la Comisión Negociadora de Límites con Colombia al producirse la renuncia del doctor Francisco Nieves Croes al detectar que los doctores Pabel Rondón y Pedro Gómez Borrero, presidentes de las comisiones negociadoras de Venezuela y Colombia, tenían listo, en ese momento, un acuerdo de delimitación logrado con el respaldo de los dos gobiernos y a espaldas de la opinión pública venezolana. La posición entreguista de Hugo Chávez sobre este tema la confirmó en una de sus inaceptables declaraciones: «desde mi época de militar activo tengo un criterio sobre ese tema alejado de posiciones extremistas. La delimitación sobre el golfo de Venezuela hay que solucionarla, en su momento, como tiene que solucionarse un problema entre hermanos». Pura demagogia…

La segunda, y muy trascendente obligación de la Fuerza Armada, es cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional. La opinión pública ha venido señalando, con toda razón, que este gobierno viola de manera flagrante los principios fundamentales que inspiran la Constitución de 1999 al plantear establecer en Venezuela un régimen socialista, imponer, a través de una enmienda la reelección indefinida, rechazada en el Referendo aprobatorio de 2007, y aprobar un conjunto de leyes, entre las cuales están todas las reformas de nuestra Ley Orgánica. Para colmo, algunos generales, incumpliendo sus deberes militares, han señalado que la Fuerza Armada no aceptaría el resultado electoral si es adverso a Hugo Chávez. No creo que la mayoría de la Fuerza Armada acepte tan absurda posición. De hacerlo, comprometería el destino de nuestra Institución.

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