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Más que suficiente sin que se pierda nada

Basta contemplar alguno de los paisajes de la diversidad topográfica de nuestra nación para ser cautivados instantáneamente por su belleza y abundancia. Si miramos al cielo en una noche llanera, nuestra alma se expande con las miles de estrellas que cubren aquel inmenso manto oscuro tapizado de luces. Si recorremos la sabana, temprano en la mañana, nuestros ojos pueden deleitarse en la variedad de aves que surcan esos mismos cielos, que en la noche albergaban los luceros. Si nos vamos al sur para recorrer los grandes ríos, el Orinoco y el Caroní, podemos admirar la grandeza de su caudal, la fuerza de su movimiento, el largo trayecto de su recorrido. Si nos dejamos lavar los pies a la orilla de una playa de nuestro mar Caribe, podemos saludar a la aurora con todos sus destellos de luces tibias que nos abrigan el cuerpo, como abrazan el océano. 

Donde quiera que posamos nuestra mirada la naturaleza nos muestra su abundante bondad de provisión. Venezuela tiene más que suficiente para todos. Poseemos recursos de toda clase, una tierra bendita, llena de riquezas; las cuales, gerenciadas por nuestra inteligencia, podrían ser usadas, potenciadas y multiplicadas para el sustento y disfrute del país entero. Sin embargo, observamos pobreza y escasez por aquí y por allá. Destrucción y derroche por todas partes y, la esperanza de un mejor porvenir que languidece lentamente.

Los evangelios nos muestran en sus diversas narraciones tantas enseñanzas para la vida; principios que nos conducen a vivir el reino de Dios en nuestra humanidad. Por esa razón, cuando a Jesús le pidieron que los enseñara a orar les dio el Padrenuestro, oración en la que se le pide al Padre que “venga a nosotros su reino”; su manera de ser, de vivir, de actuar. Así pues, pensando en la incoherencia del derroche de algunos y la pobreza extrema de otros, medité sobre aquel pasaje en el cual Jesús multiplicó los 5 panes y los dos peces. 

Sucedió que se encontraba Jesús en un monte con sus discípulos. En pocos días sería la fiesta de la pascua que celebran los judíos, por lo que había mucha gente. Dicen las Sagradas escrituras que cuando Jesús se dio cuenta que era una gran multitud le preguntó a Felipe: – ¿De dónde sacaremos para que todos estos sean alimentados?. Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Juan 6:1-13.

Maravilloso, Jesús alimentó a 5000 personas con la provisión de un muchacho. Jesús tuvo la capacidad de multiplicar lo poco que estaba en las manos de los apóstoles y hubo más que suficiente para todos. Pero ellos, los discípulos, aún no habían terminado su tarea, ni aún habían aprendido toda la lección. Después que todos se saciaron, Jesús les encomendó la tarea de recoger lo que había sobrado: “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. Juan.6:12. Y cuando ellos terminaron de recoger todavía quedaron doce cestas.

Esta historia nos revela principios fundamentales de la economía de Dios: 

Primero, Jesús no hizo el milagro de la nada, Él le pidió a los discípulos y Andrés ofreció el picnic que aquel muchacho había llevado al monte: “Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” Juan 6:9. Aunque pensemos que nuestras manos están vacías, siempre hay algo que ya Dios nos ha dado, y que podemos ofrecer para la realización de una tarea o ejecución de un proyecto. Dios nos ha dotado, de antemano, de talentos, nos ha dado su amor, nos ha provisto de diversas formas. De tal manera que siempre tenemos algo que ofrecer a Dios, y con seguridad lo poco viene hacer mucho en Sus manos.

Segundo, creo firmemente que un corazón agradecido siempre suma y multiplica. “Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían”. Juan 6:11. Tan solo el acto de dar gracias fue suficiente para que lo poco que tenían se convirtiera en la comida de más de 5000. Donde hay gratitud, hay abundancia. La queja es el terreno donde se origina la escasez.

Tercero, la provisión debe ser repartida con equidad y siempre con orden: “Los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían”. Juan 6:10-12. En medio de este milagro de multiplicación hubo organización, por parte de los discípulos, de todos aquellos que recibieron la dádiva. A veces anhelamos más de esto o aquello; no obstante, antes de pretender más deberíamos analizar qué hemos hecho con lo que hasta ahora hemos administrado. En medio del caos solo se genera más caos; a menos que la intervención de la inteligencia, la disciplina y la luz llegue para traer orden. Y por supuesto, el orden conlleva equidad. Al igual, cuando la abundancia llega a las manos mezquinas, la provisión se pudre, se convierte en basura, como ciertamente hemos visto suceder con las riquezas de nuestra nación.

Cuarto, un principio que sin duda mantiene el fluir en la economía es “que no se pierda nada”. El apóstol Juan nos cuenta que una vez que habían terminado, el Señor Jesús les dijo que no dejaran que nada se perdiera: “Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. Juan 6:12. Por una parte, cuántas veces sucede que lo que sobra se echa en la basura. Quizá con lo que se desperdicia en algunos países industrializados se podría alimentar a todo un continente. Por otra parte, cuando se es negligente con la provisión, con las riquezas o recursos, la tierra fértil se convierte en una desolación, las minas se agotan, los mares se contaminan, los animales mueren, las enfermedades se manifiestan y se esparcen.

Recuerda la oración del Padrenuestro: “Venga a nosotros tu reino”. Parafraseando, podríamos decir: Venga a nosotros también tu economía, tu abundancia, en todas las áreas de la vida. Porque Dios quiere darnos abundancia de toda clase de bien. 

Entonces, recuerda sus principios:

  1. Lo poco que tienes viene a ser mucho en las manos de Dios.
  2. Un corazón agradecido siempre suma y multiplica.
  3. La provisión debe ser repartida con equidad y siempre con orden.
  4. Que no se pierda nada.

¡Dios siempre provee más que suficiente!

“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en ustedes toda gracia, a fin de que, teniendo siempre, en todas las cosas, todo lo suficiente, abunden para toda buena obra.” II Corintios 9:8.


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2 comentarios

  1. En la práctica está la demostración de la Verdad. Practiquemos los principios del Reino y veremos Sus resultados
    Dios respeta Su propia creación. ¿ Por qué le dio instrucciones a Noe para que salvará a los animales en la barca? ¿Acaso no podía crearlos de nuevo? Su carácter nos enseña que Él no desperdicia nada y valora Su creación. No juega con ella

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