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Los Brics pisan duro

Latinoamérica tuvo hace poco una experiencia tan inusitada como auspiciosa: vinieron las cabezas de los emergentes, representantes de poder económico, militar y demográfico, una quinta parte del PIB mundial, poder de consumo por tanto, en plan de estimular un multilateralismo geopolítico en auge, que se concretó en una incipiente institucionalidad propia con la creación de un Banco de Desarrollo y un Fondo de Reservas.

Durante la crisis en convalecencia en el norte, el ejercicio económico de los emergentes superó el de las economías avanzadas. China es primera como operador comercial, mercado de trabajo, en exportaciones, en productos agrarios, no obstante que la recuperación, de EE. UU. primordialmente, y el restablecimiento consiguiente del control monetario global, estén devolviendo las aguas aún no seguro si al nivel previo al 2008, pero en todo caso no a la misma conformidad.

Tanto Brasil, con crecimiento este año de 1 por ciento, como Rusia (0) y China en particular (7) están viendo rebajar sus perspectivas, no obstante que el FMI pronosticara en abril que de aquí al 2019 China crezca 45 por ciento; India, 43; Brasil, 21 y Rusia, 13 y que en todo caso el conjunto de los emergentes seguirá siendo el motor del crecimiento mundial, la disminución del precio de las materias primas compensada por la recuperación de las exportaciones.

A pesar de reformas para favorecer el consumo interno, China será a final de año primera economía, adelantada cinco años esa ubicación; en cuatro ha tenido un crecimiento de 24 por ciento frente al 7,6 de EE. UU., primer lugar hace siglo y medio. Eso tiene que ver con América Latina; aunque la región no es su precedencia, ya es su segundo socio en un comercio que se ha incrementado 22 veces en la década, a pesar de estos dos años en decaimiento, también uno de sus grandes inversionistas y prestamistas, de lo que se beneficia ahora la urgida Argentina, gracias a la garantía actual de seriedad y políticas de apertura y privatización en buena parte de la región que, solo en el 2011, atrajo el 7,5 de la inversión mundial, con efecto complementario en su capacitación y rendimiento.

La producción de riqueza no equivale a calidad de vida, la desigualdad, la realidad que lo evidencia, como que vastos sectores hayan visto disminuir sus ingresos; «sin un new real global, los desequilibrios globales seguirán en su sitio», dice un comentarista, que lo define como lo ya intentado mediante el estado de bienestar de reconciliar capitalismo y democracia. Los emergentes en general y los Brics en particular sintomatizan el descontento con la estructura económica y sobre todo financiera mundial, que para empezar no reconoce su peso, que avanza del 40 por ciento a la mitad del PIB mundial en lo que va del siglo, por ejemplo en los organismos multilaterales y en el flujo de recursos, evidenciando que el liderazgo económico global presenta las mismas deficiencias que el político frente a la tempestad de barbarie en Medio Oriente.

(ElTiempo.com)

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