El Editorial

Ledezma y el silencio de los gobiernos latinoamericanos

La arbitraria detención del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, que sólo recibió una imputación del Ministerio Público el día después de haber sido» secuestrado» por órganos de inteligencia y seguridad del Estado venezolano, no ha hecho mella en los gobiernos latinoamericanos.
Pareciera que la norma de conducta, salvo pocas y honrosas excepciones en nuestra región, es la solidaridad automática y acrítica con lo que pueda ocurrir en cualquier país, siempre y cuando este se revista con el manto formal de izquierda.
Las dictaduras así se revistan de togas blancas republicanas son y seguirán siendo dictaduras e incluso tiranías y no importa si su signo es de derecha o de izquierda.
Lo que debe prevalecer para poder ser calificado como un régimen democrático es el respeto absoluto a los DDHH, la separación de los poderes del Estado y, muy en particular, la independencia del poder judicial, la libertad de expresión, el respeto a la disidencia y la presunción de inocencia antes de condenar penalmente a las personas.
Justificar a un régimen por presuntas afinidades ideológicas son residuos de lo peor de la guerra fría, en la que los partidarios de los bandos enfrentados justificaban todas las violaciones de los derechos humanos si pertenecían al bando correcto del espectro político.
El silencio de América Latina es un retroceso histórico a épocas pasadas que tanto daño le hicieron, moral y real, a los habitantes de nuestra región.
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Un comentario

  1. Lo que mas llama la atención es la abierta impunidad del gobierno nacional en la manera como ejecuta sus acciones represivas sobre individuos e instituciones, sin que en contrapartida se produzca una sanción equivalente e igual por parte de la comunidad internacional y en particular la latinoamericana. Sí, se dan amonestaciones verbales, consejas, recomendaciones, amenazas veladas y hasta abiertas, pero todo desprende el hedor de un consentimiento expreso aunque formalmente rechazado. Es como una especie de ´´crítica boba´´ o un hablar frente a un ´´muro de los lamentos´´, pero sin comprometerse en un ir a un mas allá de la simple retórica. Algo inaudito pero que en el fondo equivale a decir que ´´ese no es mi problema´´. Tal vez, las naciones piensen que lo que nos sucede puede ser resuelto a lo interno de forma autónoma y democrática, pues así lo han decidido los dirigentes opositores con lo de la salida ´´electoral , pacífica y civilizada´´ y porque también, la ´´sangre no ha llegado al rio´´.

    Lo anterior no se compadece con la solidaridad activa y comprometida de nuestro país en su pasada etapa democrática, donde aquí se daba refugio y protección segura a los perseguidos y oprimidos políticos por las dictaduras militares que asonaron el continente hace algunas décadas atrás. ¡ Que frágil es la memoria de nuestros hermanos latinoamericanos !. Y es que hasta la subversión castro – comunista interna, derrotada y vencida, gozó del perdón, fundaron sus hogares, vieron crecer sus hijos en paz, pero donde todo apunta a que aparentaron integrarse al mundo democrático y supieron esperar mas de cuarenta años para consumar su venganza. ¿ Es que acaso nuestro país es como esos cueros secos que los pisas por un lado y se levantan por el otro ?. Una lección que estamos aprendiendo de la manera mas dura y que nos puede llevar a tener que admitir la posibilidad de que en este país alguien está sobrando y no somos nosotros precisamente. El Generalísimo Franco lo asumió de esa manera y mantuvo la paz y la unidad de un país tan levantisco como España durante toda su vida. Ahora, el neo comunismo surge de nuevo con el nombre de Podemos y que aquí llamamos PSUV, pero en el fondo vienen a ser la camada de la misma culebra. El camino es claro sobre lo que habrá que hacer, pero esta vez sin equivocaciones, errores y omisiones. Todo menos ver convertida a Venezuela en una nueva Cuba, y como dice el dicho : ¡ A buen entendedor, pocas palabras !.

    La sociedad internacional es una comunidad de intereses que se mueve en función de afinidades y diferencias, pero absolutamente todos – con nuestra excepción – actúan en defensa de su identidad nacional y de sus particulares objetivos para mantener incólumes su cultura, valores y creencias. Está en nosotros mantener la unidad nacional al precio que sea y hacer valer por los medios mas adecuados lo que nunca podrá ser negociado, entregado o subsumido por ideologías foráneas e intereses de nuestros enemigos. Es eso, o pereceremos como nación. Que cada quien actúe en consecuencia y asuma la responsabilidad que le corresponde, que mas vale decir que ´´aquí cayó´´ y no que ´´aquí corrió´´.

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