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La miel del alacrán

Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra.
Jean Paul Sartre

Desde tiempos inmemoriales los emperadores mesoamericanos y caribeños conocieron el peligro real y latente que implican los alacranes, los escorpiones, esas alimañas que anidan en los intrincados recovecos de toda sociedad; protegidos y pacientes los alacranes milenarios moran en los recodos de las moradas de dictadores demócratas y caudillos decimonónicos.

Sus picaduras pueden ser letales dicen los entendidos, de allí que su veneno sea temido por los pobladores de las zonas altas y húmedas, donde habitan, felices y en pareja, para temor de hombres de tierra caliente y de llanuras extendidas, donde sólo se conocen las acechanzas de astutos caimanes y hambrientas tragavenados, y de uno que otro escorpión prevenido.

Si su veneno es letal, la miel del alacrán, por su parte, es conocida y aplicada desde siempre por entendidos chamanes y sabidos brujos que aprecian sus propiedades especiales en tiempos de crisis y dificultades de la tribu y de la comarca. Cuando el azúcar faltaba, el pueblo, siempre sabio recurría a la miel del animal para endulzar los días amargados por los insultos del jefe, por las intolerancias del patrón.

El alacrán, el escorpión, esa sabandija, ese gusarapo, ha sido símbolo de medallones y rosetas, de tumbas y monumentos, hasta el carro más popular es llamado popularmente escarabajo; los mejores músicos de la contemporaneidad adoptaron esa denominación para demandar la paz y denunciar los abusos del poder absoluto.

En la zona del Caribe húmedo y tropical, nuevos especimenes de reciente aparición producen la ancestral miel del alacrán, un jarabe muy demandado en tiempos de intolerancia gubernamental que no es monárquico, ni jalea real, sino justiciero, ayuda a los pueblos sojuzgados y engañados a recuperar la imparcialidad negada y la esperanza perdida.

Cuídense pues nuestros astutos y venales gobernantes de esta miel que viene fabricando el pueblo que, como alacrán agazapado y en espera, está cansado de tanta ineficiencia, cola, hambre, corrupción y muerte. Recordemos a los que predican la guerra, la violencia y el odio entre hermanos, las sabias palabras de su Santidad Juan Pablo II:

El diálogo basado en sólidas leyes morales, facilita la resolución de los conflictos y favorece el respeto por la vida, de toda vida humana. Por ello el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad.  

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Un comentario

  1. No soy entomólogo, pero tengo entendido que El alacrán, el escorpión, no califican como escarabajos. Con todo lo demás estoy de acuerdo.-

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