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La Enclitotofilia y sus variantes

Según la definición oficial; La Enclitotofilia o Hibristofilia es la atracción o el amor de mujeres hacia asesinos. La desarrollan, por lo general, «mujeres de personalidad frágil, manipulables, con rasgo masoquistas, en las cuales y por un sentido maternal, éstas se van involucrando en la historia envolvente de personas que, probablemente, sean psicópatas». Despierta en las mujeres una sensación maternal de cuidado y ayuda ante un ser que parece desprotegido e inocente».

«Ted Bundy, un criminal condenado por homicidios (en el listado oficial se habla de 36 víctimas en Estados Unidos, pero se calcula que mató más de cien): las torturaba, las golpeaba y después las mataba a golpes o mazazos». No obstante y pese a este perfil casi diabólico, «se formó un club de admiradoras de Ted Bundy y lo iban a ver a la cárcel para tener relaciones íntimas con él».

Debe haber casos en los que un varón se siente enfermizamente atraído por una fémina de conducta criminal y obvias sicopatías, pero son una minoría en las estadísticas. La enclitofilia afecta a las mujeres, mayoritariamente.

Proyectando esa anomalía de la escala individual a la grupal, yo imagino que podría calificarse como una variante de la enclitofilia / hibristofilia, al comportamiento vergonzoso y cómplice de grandes cantidades de personas que admiran y llegan a alienarse completamente en favor de narcocapos o gobernantes que practican la malversación de fondos públicos, la represión abusiva en contra de la disidencia, alcanzando inclusive el nivel de genocidio. Decenas de millones, y no sólo en Alemania ni hasta el final de la segunda guerra mundial (mayo 1945) han rendido excesivo culto a Hítler, un personaje nefasto que cometió atroces crímenes al por mayor, sistematizando el genocidio de ciertos grupos, causando terror y destrucción en buena parte del continente europeo (aunque el objetivo del eje conformado por Alemania, Italia y Japón, era dominar al planeta entero).

Fidel Castro y Ernesto Ché Guevara han sido objeto de culto a escala planetaria, por parte de quienes se empeñan en ignorar u omitir las evidencias de sus respectivas praxis criminales, ocultándolas tras las imágenes fabricadas para presentarlos como “hombres de bien dedicados a combatir las injusticias y generar la igualdad social”, dos objetivos totalmente ausentes en los resultados tangibles de sus acciones, no sólo en Cuba, sino doquiera que el castroguevarismo ha inspirado a quienes controlan el poder circunstancial y temporalmente. Irónico que esos dos permanentes practicantas del liberticidio, la homofobia y la misoginia, disfruten de la admiración de millones de personas que se autodefinen como defensores de la libertad, la democracia, y los derechos de las minorías históricamente maltratadas. 

En Colombia, miles de personas asistieron al entierro del narcocapo Pablo Escobar, y lamentaron muy pública y notoriamente la muerte de ese traficante internacional de cocaína, responsable por el asesinato de más de tres mil seres humanos (pagaba recompensas en dólares a quienes mataran policías), y por la drogadicción de miles de jóvenes en los países a donde exportaba su perjudicial mercancía. En México, muchedumbres rinden similar culto al narcocapo “El Chapo Guzmán” (dos veces escapó de prisión en México, ahora está juzgado y preso en Estados Unidos, donde la justicia se aplica sin miramientos y sus posibilidades de evadirse son demasiado remotas). Ambos tuvieron en común, que invertían parte de sus enormes fortunas, provenientes del narcotráfico, a repartir importantes dádivas (comida, casas, mejoras en barrios, etc), lo que les garantizaba el agradecimiento de los beneficiarios, absurdo si consideramos el origen del dinero que aparentemente era usado con fines filantrópicos, omitiendo que su fuente eran crímenes de todo tipo, muertes por atentados o sobredosis, y buscaban mantener el control de grandes espacios en ambos países, violando las leyes y el bienestar de la ciudadanía honesta y trabajadora. 

¿Cuánto de enclitofilia grupal, colectiva, podríamos señalar en esas masas que idolatran a personajes que han causado mucho mal a la humanidad, como Lenin, Stalin, Mussolini, Mao, Perón, Hönecker, Ceaucescu, la dinastía Kim, Hoxha, Breshnev, Chávez, Maduro? ¿Cómo debe reaccionar la sociedad civilizada frente a quienes respaldan actividades intensamente criminales, terroristas, como las FARC, el ELN, el ISIS, la ETA, Sendero Luminoso, los Tupamaros, los talibanes, y todos esos grupos que mediante la extrema violencia intentan tomar el poder para someter a esa misma sociedad civilizada y encerrarla en esquemas con conceptos y praxis obsoletos, generadores de miseria, estancamiento e injusticias?

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