El Editorial

La desesperanza es nuestro peor enemigo

Después de tantos años de esperanzas frustradas puede resultar difícil sobreponerse e iniciar, una vez más, desde cero. Pero esa pregunta que muchos se hacen, ¿para qué sirve una marcha más?, o peor aún, ese sentimiento de que este gobierno esta atornillado y las marchas no le hacen mella, son argumentos que en lo individual pueden tener una justificación, pero en lo colectivo son un desastre.

“Selma”, la película recientemente nominada al Oscar, narra precisamente una épica marcha por el derecho al voto, encabezada por Martin Luther King, para ir de Selma hasta Montgomery, en el estado norteamericano de Alabama. En esa ocasión, la represión contra los manifestantes fue brutal. El gobernador de entonces, acompañado de su fuerza policial, estaba decidido a que no pasaran al otro lado del puente y, de hecho, casi se logra la desmovilización de la multitud ante tanta violencia y represión. Sin embargo, el coraje y el liderazgo de un hombre, Martin Luther King, pudo más que ese poder represivo, y luego de varios intentos, logró cambiar las circunstancias, y marcharon para llegar a su meta, que era la de hablar frente al Capitolio del estado.

En nuestro país no sólo se necesita marchar para impulsar el cambio que todos deseamos, sino también para revitalizar la movilización y hacer renacer la esperanza de los desencantados. Nuestros líderes deben encabezar esas caminatas dando la cara, pero no como un episodio aislado, sino como un camino definitivo, en el que sin miedo, exijamos ese giro que el país requiere y necesita para recuperar la paz y la normalidad democrática.

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Un comentario

  1. Realmente es muy poco lo que puede hacer el presidente Maduro para revertir el grave proceso de deterioro político y económico en el que ha caído la nación a causa de as erradas políticas que se han acumulado desde hace dieciséis años y de las cuales él ha sido copartícipe. Digamos que la avalancha de ´´escombros´´ lo han sepultado y a duras penas se mantiene en pie pero sin posibilidades de sobrevivir ; quizá es por ello que la afirmación del señor Cabello de que ´´pese a las colas el pueblo defenderá la revolución ´´, parece más un grito de desesperación, que un canto a la esperanza cuando ya no tienen posibilidad de redención alguna. Pero, para ser justos, también he escuchado a dos miembros de la MUD provenientes del socialismo democrático, el no compartir la idea de la protesta en la calle ni marchas que puedan provocar la ira de la tiranía. Y es que, si el señor Cabello quiere defender el ´´legado´´ del ex Caudillo porque esa fue su orden y lo que el es y posee se lo debe al finado, me parece bien. Ese es su problema. Pero que el señor del MAS o que el señor Falcón, estén en otra vaina, si es nuestro problema pues afecta la UNIDAD y tiende a desmovilizar y desmotivar a la gente. Su falta es mucho mas grave que la de el señor Cabello.

    Si algunos de nuestros líderes piensan que el pueblo puede ser engañado o conducidos al matadero como borregos, quiere decir que no han entendido nada e ignoran sobre que proceso están montados. Casi que lo mismo con el señor Cabello. El pueblo ´´rojo´´ no va a defender ninguna ´´revolución´´ ni ningún ´´ legado´´ con el estomago vacío mientras los jerarcas del gobierno viven rodeados de lujos y privilegios ; y en cuanto a nosotros, conductas como las citadas, son una incitación a la abstención y a la perdida de credibilidad en esas personas que afirman nos pueden sacar del caos y la anarquía en el que nos encontramos. Y es que sin ´´unidad incondicional´´, disciplina, determinación y coraje, no solo se le está haciendo el juego al enemigo, sino que igualmente están formando parte de esa decadencia nacional de la cual, parece quieren continuar formando parte y de la cual aspiran u obtienen algún beneficio.

    El EDITORIAL de hoy se ha expresado claramente. Apunta en la dirección y el camino correcto. Identifica el problema y sugiere la solución. Y es que quien pretenda representarnos debe demostrar que de verdad cree fehacientemente en lo que predica, y que es capaz de motivar y persuadir a la opinión pública de que la causa que se dice defender es justa y necesaria. Ya basta de jugar al ´´cuartillo de la arepita´´ con los sentimientos y la buena fe de la gente.

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