La desesperación es mala consejera
La desesperación puede definirse como perdida total de la esperanza, o como perdida de la paciencia o de la tranquilidad de ánimo, causada por la consideración de un mal irreparable o por la impotencia de lograr un éxito.
Hoy, pareciera que el régimen sufre de la combinación de estos dos síntomas a la vez, porque de otra manera no se podrían comprender las torpezas que han venido cometiendo en el campo de las relaciones internacionales.
Lo primero fue el decreto de las Zodemain que no logró el efecto deseado de generar un fervor nacionalista, sino al contrario, enajenó al Caribe y una gran parte de los no alineados para terminar con un recule que no mejoró la posición de nuestro país en las diversas reclamaciones territoriales pendientes, y más bien complicó las futuras delimitaciones de áreas marinas y submarinas.
Ahora, con la desproporcionada reacción frente a unos delitos ocurridos en la frontera con Colombia, procedieron a un cierre indefinido de la frontera en el Táchira y a una deportación masiva de colombianos que ha generado severos reclamos por presuntas violaciones a los derechos humanos, pudiendo incluso llevar este caso ante la Corte Penal Internacional.
¿Será que la cúpula del gobierno no sabe qué hacer para recuperarse de la caída libre que presentan todas las encuestas y que, por primera vez, en todos estos años amenaza con una derrota estrepitosa del régimen en las elecciones del 6D?
Estas medidas que han sido más efectistas que bien pensadas y son una muestra de que no saben como sobreponerse a la pérdida de imagen y de credibilidad y que no tienen los recursos necesarios para lograr un nuevo Dakazo.
Lo malo es que las consecuencias de estos actos que dañan irremediablemente la imagen internacional del gobierno no van a lograr detener la inexorable caída que ha entrado en una fase de un vórtice parecido a un tornado, que resta toda la credibilidad que algún día tuvieron, incluso con sus seguidores.
La verdad es que el gobierno está perdiendo el control y la compostura frente al caso Colombia y se está adentrando por un camino sin retorno que nos va a traer graves consecuencias. Ya la comunidad latinoamericana está pidiendo se llegue rápidamente a un acuerdo que impida que este caso pase a mayores y la comunidad internacional comienza a presionar para que esto se resuelva de la mejor manera posible. Y es que se le recomendó al inicio del conflicto al señor Presidente que tuviese cuidado con que no se le escapase de las manos el problema y que éste se revirtiera en contra de nuestro país. Dicho y hecho, es lo que está pasando.
Se ha asociado el caso con los ´´paracos´´ y se pasa por alto las acciones de los terroristas y asesinos de las FARC – ELNC que tanto dolor han causado en ambos países. Y se hace abstracción de las fuerzas paramilitares que mantiene el gobierno en nuestro país, sea con el nombre de Colectivos Armados u otros de naturaleza similar. El hecho es que hasta involucrar la hija del señor Cabello en un presunto plan conspirativo, no solo es repugnante, sino que nos indica la ralea moral de los que nos gobiernan. Esto no puede seguir así y preciso es rectificar de una buena vez.
No puede ser que por un pase de factura entre mafiosos de igual pelaje nos hallamos metido en un ´´berenjenal´´ de tal magnitud y del cual ahora no sabemos salir y hasta con el peligro de quedar aislados de nuestros vecinos y hasta del mundo. No es cerrando fronteras que vamos a salir de nuestros graves problemas y de esta crisis económica que nos ha llevado a un callejón sin salida. El camino hacia el comunismo pleno, solo nos está destruyendo. No conduce a ninguna parte.
Ya son muchos amigos chavistas que me aseguran no votarán por los candidatos del PSUV y comienzan a entender que es necesario buscar otras alternativas diferentes. Todo, menos seguir por este camino de destrucción y muerte. No se van a abstener de participar pues dentro de la sabiduría popular se intuye que esto está llegando a su fin y que con el señor Maduro y su séquito de adulantes no hay futuro alguno. Están dispuestos a aceptar la propuestas opositoras. Esto es ya un gran paso dentro del contexto de la conciencia colectiva del pueblo y de su sabiduría intrínseca.
Estamos en medio de una gran tormenta, pero no naufragaremos en esta oportunidad. ¡ Llegaremos a puerto seguro !.