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Inflación, Recesión, Desempleo y Descontento Social: ¿Síntomas de una Crisis Mundial Prolongada?

Reflexión Inicial

Desde ya hace un buen tiempo existen suficientes elementos para considerar que el mundo viene atravesando una crisis de significación, cuya profundidad,  propagación y duración están en pleno desarrollo y que involucran aspectos económicos y políticos, no solo de desequilibrios sino también de luchas en el campo del reacomodo de la geopolítica. En el campo económico-social, los síntomas se reflejan en la persistencia de presiones inflacionarias, signos de recesión económica, desempleo y descontento social, por mencionar tan solo algunos. Mientras que en el campo político están presentes los desprestigios de gobernantes, guerras y las apetencias de dominación, entre otras. Todo ello en el marco de efectos muy dañinos dejados por la pandemia del Covid-19. Ahondar en lo que acontece y se prevé dará más claridad acerca de las características de esta crisis y sus posibles dimensiones, así como de cuánto podría prolongarse.

Sumatoria de Problemas en el Ambiente Internacional  

A las consecuencias dejadas por la pandemia del Covid-19 se han unido viejos y nuevos problemas mundiales; el mas reciente, la crisis bancaria (para muchos solo el comienzo) que ha dado al traste con varios importantes bancos y amenaza con afectar a otras instituciones. De manera particular, la persistente inflación, la mermada actividad económica, el desempleo y el creciente descontento social son de los problemas tal vez más visibles; los dos últimos, con potenciales efectos sociales que pueden llevar a situaciones más apremiantes, incluso para la gobernabilidad.

A lo anterior se suma la posible escalada del conflicto en Ucrania y en otras naciones europeas ante la entrada de Finlandia a la OTAN, así como de otros países por ingresar a la organización, como es el caso de Suecia y de la propia Ucrania. Si a todo esto se añade a la amenaza de China de anexarse Taiwán, el panorama político internacional se complica y suma aún más a otros conflictos regionales en el planeta. 

Los efectos se ven y se verán en el mundo desarrollado de occidente, tanto en Norteamérica como en Europa. Pero también sobre otros países y regiones, incluida China y Rusia, al conjugarse factores de orden político y económico; sin dejar de señalar los impactos negativos sobre países en desarrollo, entre ellos las naciones latinoamericanas. En medio de estos efectos está la amenaza de los países BRICS (por ahora Brasil, Rusia, India, China y Sur Africa) de sustituir al dólar estadounidense como la principal moneda en las transacciones internacionales, con las consecuencias previsibles sobre el debilitamiento del poderío económico de EEUU y su moneda, así como la eventual asunción de la moneda china como referencia para las mismas, dada su influencia cada vez mayor en las transacciones mundiales. Por supuesto, visto esto en un contexto de mediano y largo plazo. 

Síntomas en el Mercado Laboral

Muchas empresas ya habían comenzado a realizar recortes de personal durante la pandemia y sus efectos previsibles. Lo cierto es que pese a haberse pasado la parte más dura de la pandemia, muchas empresas han continuado anunciando recortes, ya bien sea porque debieron contratar más personal durante la pandemia o porque deben restructurarse para enfrentar el futuro próximo, especialmente después del inicio de la guerra ruso-ucraniana (iniciada en Febrero 2022), que ha traído serias consecuencias sobre la  producción y el comercio mundial. La reciente crisis bancaria (para muchos solo el comienzo) se ha sumado y ha dado al traste con varios importantes bancos y amenaza con afectar a otras instituciones.

Aún no han comenzado a verse totalmente los efectos de los recortes de los puestos de trabajo en los países desarrollados, lo que puede inducir a la exacerbación de una crisis social ante la expectativa de la llegada o en medio de una recesión mundial. Al parecer, el cuidado del mercado laboral y sus condiciones será una de las claves para la profundización o no de la situación de recesión y conflictividad social.

El panorama no luce halagador y nuevos o reforzados efectos económico-político-sociales pueden estar gestándose o consolidándose. Si bien algunas estadísticas de desempleo no son nada esperanzadoras, especialmente en Europa; otras, hasta el momento y viéndolas fríamente, no resultan en un significativo riesgo de corto plazo para países como EEUU, pero para otros sí. En este sentido, la tasa de desempleo en EEUU ha venido bajando (desde un nivel de 14% en plena pandemia) y se ha ubicado en 3.5% en marzo pasado.

Pero lo cierto es que lo que viene aconteciendo en el mercado laboral llama a la reflexión, pues muchas empresas grandes han anunciado recortes/despidos de personal, lo que puede revertir la reducción señalada en la tasa de desempleo en países como EEUU, especialmente si se combinan despidos en estas importantes empresas con otras de menor tamaño. Valga mencionar que empresas como Amazon, General Motors, Metaverso (Facebook, Instagram y Whatsapp), McDonald’s, Burger King, Starbucks, Bank of América, entre otras, han anunciado importantes recortes de personal, decisiones que ya vienen ocurriendo desde 2022 y continuaran en 2023. Se habla solo de una reducción del empleo en las empresas tecnológicas de 250.000 personas, en Amazon 27.000 y en Metaverso 21.000. La materialización de estos anuncios hará que las demandas y los riesgos de presiones sociales se agudicen y se puedan generar complicaciones reales de gobernabilidad. Por lo pronto, pareciera que estamos en presencia de una aparente contradicción (al menos en EEUU) entre las mejoras en el mercado laboral (reducción de la tasa de desempleo) que reflejan las estadísticas oficiales y las decisiones que se están adoptando en el sector privado.

Recesión, Inflación y Descontento Social 

Las proyecciones de organismos internacionales como el FMI apuntan a un crecimiento mundial muy débil para 2023, afectando en mayor medida a los países desarrollados, pues el crecimiento de su producto se estima en apenas 1.6% para EEUU y 0.8% en los países de la Eurozona. Bajo crecimiento económico con relativa elevada inflación, a pesar de que esta última se espera que ceda de manera importante (en EEUU de 8.0% a 4.5% y en la Eurozona de 8.4% a 5.3% de 2022 a 2023). Un dato poco halagador es que la confianza de los consumidores ha bajado y los salarios reales se han deteriorado, por lo que se estiman presiones sociales para lograr mejoras salariales y en las condiciones de vida de los trabajadores.

De manera particular, las continuadas y cada vez más frecuentes protestas acerca de la situación económica relacionada con la inflación y el desempleo en Europa no son señales positivas para la estabilidad de la región y el descontento social, en especial porque no hay perspectivas favorables para la recuperación de la actividad económica y evitar la recesión.

Como se sugirió anteriormente, el desempleo no tiene una tendencia positiva claramente definida a nivel global. En este contexto, Europa mantendrá altas tasas de desempleo (Francia y España) o crecientes (Alemania, Reino Unido y Portugal).

En contraste, en EEUU la Reserva Federal (FED) parece estar privilegiando su lucha antinflacionaria por encima de evitar caer en una recesión, ello a decir por la actitud y decisiones adoptadas en materia de política monetaria de subida en las tasas de interés;  esto en un marco en que EEUU registró en enero pasado la menor tasa de desempleo en cinco décadas. Así pues, la política monetaria aplicada ha encarecido el costo del dinero y se ha combinado con una baja actividad económica pero con solidez en sus estadísticas laborales. Valga decir que estos dos últimos acontecimientos podrían parecer contradictorios, ya que el ciclo normal mas bien debería mostrar, ante un desvanecimiento de la economía, una reducción de la demanda, caída de la inversión y disminución del empleo, pero no es esto lo que se ha visto en el mercado laboral.

Por su parte, la inflación mundial y la de EEUU en particular, no tiene un horizonte totalmente claro, manteniéndose alta para sus estándares. No obstante, en general, apunta a disminuir su ritmo de crecimiento, permaneciendo en el corto y mediano plazo por encima de las metas perseguidas por las autoridades monetarias. Esfuerzos adicionales habrá que realizar para lograr abatirla definitivamente y  evitar un escenario de elevada inflación con recesión, tremendamente perversa para el mundo.

La situación de Europa es un tanto distinta, pues susriesgos de una prolongación de la inflación con baja actividad económica son más probables, tanto por su contexto económico como político, por lo que un prematuro levantamiento de su política monetaria de alzas en las tasas de interés puede ser muy riesgosa para su estabilidad futura. Cierto es que el escenario regional no le favorece en su recuperación, más aun cuando se observan las continuadas protestas de trabajadores en demanda de mejoras salariales y condiciones de trabajo y vida, incluidas las protestas en contra del alto costo de los combustibles y la electricidad, así como la elevación de la edad de retiro/jubilación de las personas. Esto es particularmente llamativo en países como Francia, Alemania, Reino Unido, España y Portugal.

Por su parte, hay países como Canadá que han dado un giro a su política monetaria de incremento continuado de la tasa de interés, al detener sus alzas. Esto hace entender que las fuerzas detrás de los precios han comenzado a ceder y así aligerar la presión sobre los salarios, pues la recuperación económica aún no puede verse sólida en el horizonte de manera clara. Por ello, en las últimas reuniones de su autoridad monetaria, el Banco de Canadá, las tasas de interés se han mantenido inalteradas en un nivel de 4.5% (el último aumento ocurrió a finales de enero pasado); esto en contraposición de los continuados incrementos mantenidos por otros bancos centrales importantes. Ello no implica que estos otros institutos emisores continuaran en el futuro próximo subiendo el costo del dinero, pues dependerá de las señales que den los mercados.

Mientras esto ocurre en países desarrollados, América Latina se debate en cómo atender la crisis económica de forma coordinada. Así, precisamente para hacerle frente a los tiempos actuales y por venir, los Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se reunieron en enero pasado. De la misma forma, el Presidente de México recientemente convocó acciones conjuntas para enfrentar el proceso inflacionario mundial. La CELAC reconoció el actual contexto internacional de múltiples crisis interrelacionadas que han terminado afectando a la región, de manera particular, vía la interrupción de las cadenas de suministro, la excesiva volatilidad de precios de los alimentos, los fertilizantes, la energía y la inestabilidad financiera. A su vez, reconoció que los efectos de la crisis han evidenciado las fragilidades de los sistemas agroalimentarios y las desigualdades, y ha agravado los efectos adversos del cambio climático, la alteración de los mercados de insumos y el aumento de la inflación mundial, conjugándose todo en la potencialidad de una recesión global.  En este sentido, el FMI proyecta para América Latina y el Caribe un ritmo de crecimiento de la actividad económica muy débil para 2023 (1.6% versus 4.0% en 2022), manteniendo una alta tasa de inflación (13.3% versus 14.0% en 2022); con lo cual las expectativas solo mejorarían para 2024.

Ante estas expectativas, el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador busca fomentar los  intercambios comerciales y la eliminación de aranceles para combatir la carestía y disminuir los precios de bienes clave en los países de la región.. Su concreción está obviamente por verse, pues va mucho más allá de una manifestación política para enfrentar la problemática. 

A lo anterior habría que señalar que América Latina está muy expuesta en las circunstancias actuales, pues la política monetaria de aumento de tasas de interés de los países desarrollados para combatir sus inflaciones, ha terminado por encarecer la deuda latinoamericana, haciendo más oneroso su servicio y limitando la adquisición de nuevo endeudamiento.

Comentarios Finales

Los signos que se observan en el panorama mundial son signos de una crisis que aún no sabemos lo diversificada, profunda y prolongada que va a ser. La inflación, la debilidad de la actividad económica (con riesgos de recesión con inflación), los crecientes niveles de desempleo y el descontento social actual y previsible, así como lo convulsionado del panorama mundial (luchas en los poderes económicos y políticos), son solo algunos de estos signos. Apuntan a ser síntomas de una crisis mayor que se ha unido a la latente en el sector bancario. ¿Cuánto tiempo durará? no sabemos, simplemente porque son muchos los factores que se están conjugando y desarrollando al mismo tiempo. Esto llevará, como mínimo, a que la inflación permanezca alta por un buen tiempo, en un ambiente de manifestación de reclamos sociales, con riesgos incluso para la gobernabilidad, hasta que los factores intervinientes se relajen y logren disminuir la inestabilidad.

Dada la relevancia que otorgamos a la posibilidad de un recrudecimiento de la conflictividad social, permítanme aquí un inciso para destacar la alta vinculación entre el deterioro en los derechos humanos (de todo tipo) y la escalada en la conflictividad social (entendiendo que el primero afecta a la segunda en su sentido amplio e integral), como lo hace Amnistía Internacional en su Informe 2022/23 – La Situación de los Derechos Humanos en el Mundo. Y es que los derechos humanos terminan afectando el entramado social por múltiples vías, valga decir, económicas, sociales, políticas, de situaciones de guerra, de respeto a la vida, de funcionamiento del estado de derecho, de la  situación sanitaria, del reconocimiento-visualización social de personas o grupos, etc etc, de allí que habrá que prestar mucha atención a la conflictividad social (integralmente considerada) en estos tiempos de crisis, ante la amenaza de expandirse en razón de que el ambiente general actual no le es favorable.

Por otra parte, cabe puntualizar que las discrepancias de opinión acerca de las características de la crisis actual estarían centradas, más bien, en cuán profunda, ramificada y prolongada termine por manifestarse, lo que acarrea un alto grado de incertidumbre acerca de la evolución de la misma.   

Finalmente, es obvio que si no se producen cambios sustantivos en el ambiente internacional actual se producirá la agudización de la crisis que presenciamos. Estamos en una crisis que apunta a muchos reacomodos en lo económico y político. Los líderes y gobernantes de países y de instituciones tienen un trabajo inmenso por delante para paliarla.

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