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Ese hedor social

El Papa Francisco nuevamente da una lección de moralidad y recto sentido ético. Esta semana lanzó una frase que lleva a la reflexión: Una sociedad corrupta apesta. Y sí, lleva razón. Una sociedad corrupta apesta porque las bases del ejercicio de ser ciudadano están desechas. El individuo, al ser parte de un colectivo donde los mecanismos de actuación pasan por el tamiz de la corrupción, no puede emprender las necesarias transformaciones para un adecuado clima de construcción.

Las palabras del Papa, dichas en Nápoles, donde las mafias diezman a la población por esa forma de corrupta de resolver los asuntos económicos y sociales, siempre al margen de la política (sugerimos leer el reportaje Gomorra: un viaje al imperio económico y al sueño de poder de la camorra de Roberto Saviano, 2007), dan una buena pista de la nueva etapa del pontificado de Bergoglio: atacar a la corrupción.

El Papa bien lo sabe. La corrupción moral que ha afectado a las bases de la Iglesia van socavando la buena imagen de un grupo humano que desde el buen hacer del catolicismo, se ven salpicados por aquellos que ven en su acción pastoral la oportunidad de emprenderla contra las debilidades e indefensiones de los menores.

Pero, no se refiere el Papa solamente a lo que ocurre dentro de sus filas. Se refiere a todos, al ser social, a la sociedad en general. A los políticos que aprovechándose de los cargos obtenidos por la confianza depositada de sus compatriotas, se aprovechan de las arcas públicas, o de aquel que teniendo un poco de poder pretende cobrar un peaje por pasar una calle, o pasea de más en un taxi a un turista, o el pago en negro de servicios.

El Papa se refiere a las dobles morales. A esas que por una parte hablan de paz y por la otra venden armas. A esas que se quedan en el asiento de las organizaciones internacionales y son arengas antes de movilizaciones. Ese hedor social al que se refiere Bergoglio es la plataforma desde la que se ubica el líder político del Estado Vaticano: limpieza moral para una mejor sociedad.

Los rostros de los napolitanos que le escuchaban se llenaron de paz, al menos mientras duraban esas palabras. Más tarde las realidades de la pobreza que va aparejada a la corrupción rendirán sus cuentas si no es que de una buena vez por todas, se hace un ejercicio de destrucción de las armas y con ellas, los deseos de apretar el gatillo o no, a cambio de alguna prebenda económica que, a decir del poseedor de la bala, le permita salir de la pobreza, al menos, por ese día.

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2 comentarios

  1. Todos seríamos mejores ciudadanos y hasta seres humanos mas completos, si siguiésemos las consejas y recomendaciones del Papa ´´Franciscus´´. Un hombre que afirma ser de ´´reinado corto´´; quizás no porque anuncie una nueva renuncia al papado ; tampoco, por poseer un solo pulmón . Tal vez, porque si nos dejará el último mensaje antes del final de los tiempos y los que anuncian la llegada del miedo y la incertidumbre, antes de la llegada del Apocalalipsis. En realidad eso poco importa si al decir de Juan Pablo II y ratificado por él, no existe el infierno y por su contrario, tampoco el cielo.

    Lo anterior no significa que tengamos que vivir como animales matándonos los unos a los otros ; tampoco que renunciemos a ser felices, en este nuestro único mundo ; además, porque no consolarnos si al fin y al cabo nuestras moléculas y átomos no se perderán sino que se transformarán y formarán parte del universo, con lo que quedaría garantizada nuestra inmortalidad hasta el infinito, compartiendo la dimensión espacio – temporal con las moléculas y átomos de Hitler, Stalin, Maduro, Chávez y Cabello. Y es que en un estado de ´´neutralidad absoluta´´, nunca sabremos quien es nuestro vecino. Adquieren entonces algún valor las teorías panteístas y materialistas como único refugio espiritual. Al fin y al cabo, y salvo lo dicho por los Textos Sagrados, nadie ha regresado del otro mundo para echarnos el cuento como es. ¿ Es eso importante ?: Creo que no.

    La peste de la corrupción puede que nos haga mas desdichados, pero los que nos aferramos a nuestras viejas creencias, si creemos en la existencia del cielo y del infierno, pero tampoco podemos afirmar con certeza que Juan Pablo II y el Papa Francisco, esten equivocados. Y en el fondo, tampoco me importa un comino, pues quien vino a enredarnos la vida fue ese teólogo de mentalidad prusiana , que terminó renunciando para que tengamos que calarnos la paradoja de dos Santos Padres en el mismo vecindario y a tiro de piedra. El es el único responsable de intoxicar la FE y actuar como el mismísimo ´´anticristo´´ con su cara de demonio y sus orejas de vampiro, distorsionando el mensaje de Cristo y poniendo a prueba nuestras creencias, precisamente al final de nuestros días…

    La verdad es que ha muchos católicos sí nos mortifica el problema, especialmente cuando habremos de entrar e una Semana Santa no tan santa y donde nuestra gente lo que pide es ´´caña y parranda´´, para olvidar tanta frustración y desengaño colectivo. Por mi parte, asistiré a los actos religiosos como todos los años y entonces, haré como quien cree en la palabra de nuestro oficiante, aunque sea con alguna desconfianza.

    NOTA: Estas son reflexiones de un ´´pecador´´ arrepentido, pero : ¿ Existe el PECADO ?

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