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El efecto dominó de Rusia en África

“Africanistán” fue el título que utilicé en un artículo que escribí en 2013 sobre la intervención francesa en Mali, en clara analogía con el empantanamiento que comenzaba a experimentar EE. UU. en Afganistán, del que ya conocemos su final y que desafortunadamente le está ocurriendo lo mismo hoy a Francia en África Occidental. La retirada forzosa de las fuerzas militares francesas de Mali y ahora de Níger se debe a la presión de militares corruptos que tomaron el poder por la fuerza en estos dos países del Sahel, en clara alianza con Rusia. La llegada a Mali de fuerzas mercenarias rusas de Wagner, ocupando posiciones en la región del Sahel, demuestra que “los tipos malos están ganando” (Anne Appelbaum dixit) mientras las democracias del planeta continúan sin reaccionar ante las arremetidas globales de los enemigos de occidente.

Esta es la secuencia de los acontecimientos. En 2010, alarmado por la ofensiva de los grupos terroristas en Mali, el gobierno de transición del presidente Dioncounda Traoré, pidió ayuda a Francia. Las tropas francesas incursionaron en Mali el 11 de enero de 2013 (Opération Serval). Asumiendo el riesgo de un empantanamiento, Francia comenzó una ofensiva contra los grupos armados que ocuparon la región norte de ese país. En febrero, Tombuctú fue liberada luego de un año de violencia y feroz imposición de la Sharia en esa y otras las ciudades tomadas por los terroristas islámicos. Fue una operación excepcional de comandos franceses que, luego de consolidar posiciones, fueron cedidas a la armada maliense y a la Misión Internacional Africana (MISMA), coordinada por la Comunidad Económica de Estados Africanos del Oeste (CEDAO) y apoyada por la ONU. En 2014, la intervención recibe el nombre de Opération Barkhane al aliarse con otros cinco países vecinos y recibir apoyo de fuerzas especiales de Inglaterra, Dinamarca, España, Estonia y la República Checa, aparte de los drones de reconocimiento aportados por el ejército americano.  

Después de nueve años de intervención y de feroces combates contra los grupos terroristas enquistados en el Sahel, el lunes 31 de enero de 2022, la junta militar que gobierna en Mali desde el golpe de Estado ejecutado en mayo de 2021, expulsó al embajador de Francia y exigió la retirada de suelo maliense de los comandos franceses y europeos, mientras daban la bienvenida a las fuerzas mercenarias rusas de la compañía Wagner.  

Níger es el nuevo escenario de este efecto dominó en los países que bordean el desierto de Sahel en África occidental. El 26 de julio, un grupo de militares secuestró al presidente Mohamed Bazoum y derrocó a su gobierno democráticamente elegido, declarando al general Abdourahamane Tiani como nuevo jefe de Estado. El 31 de julio, el gobierno francés ordenó la evacuación de funcionarios y ciudadanos franceses de Níger después que turbas atacaran la embajada en Niamey, incendiando parte de la sede.  La quema de banderas francesas y el despliegue de banderas rusas en Níger anuncia la unión con Mali y Burkina Faso en una misma estrategia orquestada por Rusia, en clara advertencia a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Sedeado) que amenazó con el uso de la fuerza si no liberan al presidente de Níger Mohamed Bazoum. El guion es el mismo utilizado en Mali, Níger, Guinea y en toda África occidental, solo basta escuchar la alocución del presidente de Burkina Faso, Capitán Ibrahim Traore, exclamar: «El tiempo de esclavitud de África a los regímenes occidentales ha terminado, y la batalla por la total independencia ha comenzado… patria o muerte». Esto parece haber sido escrito por asesores cubanos. La retirada forzosa de Malí y ahora de Níger, significa no solo un duro fracaso para Francia, sino un revés en la lucha contra el terrorismo. La región del Sahel ha caído en manos de militares corruptos vinculados con Rusia. Está claro que Wagner es la punta de lanza de la penetración en África, ocupando con sus mercenarios las zonas donde existen reservas de oro y minerales estratégicos.

Prigozhin y el uranio de Níger

Níger posee unos de los mayores depósitos de uranio del mundo y ocupa el quinto puesto como productor mundial de este mineral, necesario para la generación de energía nuclear y fabricación de armas atómicas. Desde 1957, Francia extrae de Níger una parte del uranio (18%) necesario para alimentar las centrales y armamentos nucleares. Este mineral estratégico representa el 60% de las exportaciones de Níger, a punto de caer en manos rusas. La diplomacia rusa actúa en África con gran eficacia. Hace pocos días 17 líderes africanos visitaron a Putin en San Petersburgo. Telegram publicó dos fotografías mostrando a Prigozhin reuniéndose con asistentes africanos de la cumbre que concluyó el viernes pasado. El 29 de julio Prigozhin se refirió en forma elocuente al golpe de Estado en Níger. Según una nota de Reuters (Moscú, 29.07.2023), “El jefe mercenario de Wagner, Yevgeny Prigozhin, elogió el golpe militar de Níger como una buena noticia y ofreció los servicios de sus combatientes para “poner orden” en ese país. Un mensaje de voz en los canales de la aplicación Telegram asociados con Wagner dijeron que Prigozhin describió el golpe de Estado “como un momento de liberación de los colonizadores occidentales, de quienes se han debido deshacer hace mucho tiempo. Lo que sucedió en Níger no es más que la lucha del pueblo de Níger contra  sus colonizadores que están tratando de imponerles sus reglas de vida y sus condiciones y mantenerlos en el estado en que se encontraba África hace cientos de años”.

No entiendo cómo algunos analistas fueron sorprendidos por la venial reacción de Putin con Prigozhin al levantarle los cargos de traición y reunirse amigablemente con él en San Petersburgo, cuando es vox populi la relación de socios que ambos tienen en los territorios ocupados por Wagner en África y otros países en busca de oro, diamantes, coltán, uranio, litio, bauxita, entre otros minerales de muy alta cotización en el mercado global. No es nada desacertado especular que los mercenarios de Wagner continuarán impunemente respaldando los negocios de las corporaciones mafiosas rusas enquistadas en países forajidos del tercer mundo como lo son Mali, Níger, Venezuela, Cuba y Nicaragua, entre otros.

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