El Editorial

El discurso maniqueo

En las últimas alocuciones públicas algunos altos jerarcas del régimen han utilizado un discurso particularmente violento en el que insisten en seguir dividiendo al país en dos. Los nuestros, los buenos, los impolutos, la quinta esencia de lo popular. Los otros, los burgueses, chupa sangre, enemigos del pueblo, contrarios a la revolución porque esta favorecería a los más pobres.

Este género de discurso fue moneda corriente en diversos regímenes comunistas y arrastraron consigo a innumerables muertes, ya sea Stalin que acabó con más de 20 millones de personas en Ucrania o a Fidel que, si bien no mató a tantos, arruinó la economía cubana al forzar el exilio de la gran mayoría de la clase media a la que tildo de gusana. El peor caso de que se tenga memoria fue el de Pol Pot en Camboya que quiso exterminar a los ciudadanos para regresarlo a una utópica sociedad perfecta campesina.

Hoy los chinos, con un discurso totalmente distinto al que Mao utilizó y que causó millones de muertos han logrado, al abandonar el dogma marxista, ser la segunda economía mundial y haber generado una de las clases medias más grande del planeta  con más de 300 millones de habitantes.

Mientras se siga en nuestro país  usando un discurso maniqueo y dividiendo  a los venezolanos en buenos, los que están con la revolución, y malos todos los demás, el país seguirá desangrándose y no logrará superar el marasmo en el que estoy está hundido.

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2 comentarios

  1. Es evidente que entre los diferentes componentes de la sociedad venezolana no se ha alcanzado el nivel de cohesión necesario para entrar en ese »umbral de la verdad» que nos permitiría entrar coordinadamente – actuando como una sola entidad -, en el afrontar unas posibilidades reales de cambio. La direccionalidad es positiva , y salvando las inevitables contradicciones, hoy parece existir un mayor entendimiento y comprensión del problema al que nos enfrentamos.

    Y es que la presente realidad de simple no tiene nada ; todo lo contrario, sus ramificaciones e implicaciones suelen escapar con facilidad hasta para el mas agudo observador y es ahí, donde se puede perder la perspectiva del conjunto como un todo. Hoy somos mas críticos, mas acuciosos, y hasta podemos enmarcar ciertos fenómenos y procesos de manera mas objetiva y real. Tanto es así, que pese a los diferentes puntos de vista, uno intuye que en algunos puntos claves, son mas las coincidencias que las diferencias.

    Todos aceptamos que el presente modelo socio-económico es inviable porque no funciona. Y es que somos uno de esos pocos países que dedica mas tiempo, esfuerzo y dinero en discusiones de tipo ideológico y con fines de propaganda, para persuadirnos de las »bondades» del socialismo y de una presunta revolución que no es tal, pero que desde la perspectiva de nuestros gobernantes representan el »estado perfecto» de superación y progreso. Pero que ocurre cuando las bases populares – incluso afines al gobierno – comienzan a dudar de las virtudes del »proceso» ?.

    Aquí nadie esta contento, todos los días se protesta , la calidad de vida ya solo es parte de la casta gobernante y los niveles de desigualdad son cada vez mas abismales. Se percibe que ni estamos en algún lugar ni estamos hiendo a ninguna parte, como a la deriva y sin un rumbo definido que nos haga pensar en algún grado de coherencia o de sentido común por parte de los representantes del Estado. Nos ha dejado algo en positivo el discurso divisionista del gobierno ?. Nada en lo absoluto ; Es medianamente creíble ?. Tampoco. se ha agotado tal discurso ?. Totalmente. Entonces ?.

    Tal vez estemos tardando un poco mas de lo aconsejable el entender que hay mas aproximaciones que diferencias entre las clases medias y bajas ; que entre las clases altas y las élites entre si. Y es que los diferentes »estados de necesidad», unen mas que separan. Puede que existan diferencias en cuanto a educación y estilos de vida, pero lo que no se puede negar, es que se están estableciendo » canales de comunicación informal » entre esos diferentes estratos de la población con los cuales mantenemos una permanente interacción. Desde el taxista hasta el plomero. Y esto no lo puede controlar ni el gobierno ni nadie, porque es una visión compartida de los problemas que va desde abajo hacia arriba y no al contrario.

    Se ha iniciado un proceso de cambio silencioso – y a veces no tanto -, que solo esta esperando a ser interpretado adecuadamente para que las clases dirigentes hagan uso de esa »ventaja comparativa» y ajusten sus estrategias para liderizar los procesos para los cuales pudiesen estar mejor preparados. Pero primero, deben ponerse de acuerdo ; quizás, sea necesaia una buena dosis de humildad y una forma desprejuiciada de ver lo que de obvio nos presenta la realidad para entonces poder avanzar en la dirección correcta. Y es mejor apurarse porque tiempo no hay y la magnitud de los problemas, comienzan a escaparse de cualquier tipo de control. O, como dijo un político criollo y vernáculo ya fallecido: MANOS A LA OBRA !…

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