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Cielos Abiertos

Por quince años estimuló, de manera indebida, el turismo aéreo. Ahora, después de quince años, invierte los estímulos y con una violación de la normativa cambiaria, produce terrible incomodidad de las líneas aéreas y le eleva desorbitadamente, al ciudadano, los costos de los pasajes aéreos internacionales.

Todavía se debate en el precio que la asignará a los dólares de los pasaje entre lo que se denomina SICAD I o SICAD II. Se enuncia fácil, pero la realidad es que el primero es la cuarta parte del segundo.

El precio de los pasajes es una variable importante en muchas ecuaciones de la economía nacional.

Evidentemente que el tamaño del mercado está condicionado por el precio de los pasajes y el tamaño del mercado influye en el número y calidad de las empresas que participan en su atención, tanto como suplidores, como la     inimaginable cantidad y variedad de empresas subsidiarias que son necesarias para atender los servicios y sus usuarios. Agencias de viajes, despachadores y consignatarios de materiales transportados por carga, servicios en los aeropuertos, taxistas, empresas de turismo, autobuses, hoteles y un etcétera casi infinito.

Parece evidente que la mala administración, el despilfarro y la corrupción han deteriorado de manera importante la capacidad económica del país.

También resulta evidente que las prioridades con que se ha gastado el dinero no se corresponden con ninguna lógica gubernamental.

No creemos que sea tiempo para que discutamos las bondades y maldades que han significado las políticas que se han aplicado en relación con los viajes al exterior. Y mucho menos valdría la pena que se revisen las prioridades y oportunidades en las que un pasajero merece precios especiales tanto de pasajes como de dólares.

Pensamos que debemos ver hacia adelante y tratar de proponer acciones y políticas que se correspondan con las realidades nacionales.

No estamos de acuerdo con que se hayan violado los acuerdos cambiarios de quienes pensaron que recibirían dólares preferenciales al cambio más favorable. En el caso de las líneas aéreas, ellas tampoco se lo tragaron. Por esas razones, los venezolanos pagamos los pasajes más baratos en bolívares y los más caros en dólares. Aquí debemos anotar que las autoridades aeronáuticas veían en otras direcciones mientras las empresas aéreas cobraron lo que quisieron. A esto debemos agregar que para operar en los aeropuertos venezolanos hace falta un proceso permisológico que raya en lo absurdo.

Como complemento de los pasos dados, adecuados desde el punto de vista de la caja nacional e inaceptables desde el punto de vista institucional, deberíamos pensar en que se debería abrir los cielos venezolanos a toda empresa adecuada para atenderlo en los niveles de cantidad, calidad y confiabilidad que también son adecuados en países como el nuestro.

Para nadie es secreto que en la industria aeronáutica existen diversos niveles de calidad. Lo que no es transable son los niveles de confiabilidad y de mantenimiento.

Despierta Rafael, estás soñando.

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