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Ante los ojos del mundo

La búsqueda  de materializar que sea posible por quinta vez el ingreso de Venezuela como miembro no permanente al Consejo de Seguridad de la ONU, sin duda levanta ciertas inquietudes sobre la capacidad que tiene el gobierno, para desempeñar un rol que obliga estar presente en la discusiones de los temas más importantes para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. El llevar a cabo la candidatura y la votación sin duda nos expondrá ante los ojos del mundo, y es entonces cuando surge la interrogante de ¿qué es lo que el mundo verá?.

Aunque Venezuela desde el año 1999 ha actuado como un Estado revisionista, que busca cambiar el equilibrio de poder en el mundo y de acuerdo a lo establecido en el plan de gobierno actual, busca contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica, en la cual tome fuerza el mundo multicéntrico, capaz de garantizar la paz planetaria, la imagen que es percibida por el resto de los países es, por ser condescendiente, débil, y los aportes que pudiera brindar al Consejo son escasos.

Recientemente el presidente de los Estados Unidos, bajo la “Determinación presidencial para el año fiscal 2015 sobre países importantes para el tránsito o la producción de drogas”  declaró que debido a factores geográficos, comerciales y económicos, entre otras causas demostrables, en los últimos doce meses, Venezuela (entre otros países) no tuvo los esfuerzos suficientes o significativos para adherirse a las obligaciones que han contraído en virtud de los acuerdos antinarcóticos internacionales.

En el caso financiero, las agencia calificadora de riesgo, Standard & Poor’s , hace poco aseveró que la deuda soberana del país era de CCC+, debido al “deterioro económico” por escasez, inflación y dudas sobre la liquidez del país, y advirtiendo sobre el “riesgo de default de pago en los dos próximos años”, estimando además una inflación anual del 65% y de contracción económica del 3.5%, muy distante de los Estados de la región.  

Otras organizaciones como Transparencia Internacional, han etiquetado a Venezuela como el país con peor percepción referente a corrupción en América, incluyendo para tal conclusión no solo a partidos políticos sino también a la policía, la justicia y la administración pública.  

En el campo de los derechos humanos han sido incontables las críticas, sin embargo ningún país está exento de culpa en esta área.  

Varias ONG e instituciones como la OEA, han advertido sobre los peligros en la libertad de expresión, la protección a defensores de los derechos humanos., etc. La ONU a través de su Alto Comisionado en la materia y la Relatoría Especial contra la Tortura, han brindado pronunciamientos sobre el mal manejo del gobierno por el exceso en el uso de la fuerza en protestas realizadas a lo largo del territorio nacional, entre otras.

  Referente a su conducta y logros en otras organizaciones internacionales, Venezuela consiguió validar la ilegalidad, ya que de manera controversial y quebrantando el Protocolo de Ouro Preto, hizo posible su entrada al Mercosur, ya que en él está asentado, que las decisiones adoptadas en el organismo, necesitan la aprobación de todos los Estados partes, estando para el momento suspendido Paraguay debido a causas políticas y que por consiguiente, no pudo para el momento ejercer su derecho al voto sobre el ingreso de Venezuela.  

Asimismo, es de mencionar la capacidad del gobierno actual, de hacer que sean convocadas reuniones en la OEA y en la Unasur para discutir su política de gobierno y su falta de entendimiento con la oposición del país, siendo Unasur la encargada de una misión por el diálogo político en el país, que de hecho en la actualidad se encuentra paralizado.  

También en un recuento de acciones en la OEA, se encuentra la denuncia de la Convención Americana de Derechos Humanos y los intentos fallidos de reestructurar la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos para limitar sus funciones, financiamiento y los reportes de los derechos humanos sobre los países de la región.  

Entre otros ejemplos, al entrar en detalle sobre los casos pendientes por decisión de un tribunal en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones, se tiene que hay 185 expedientes por un fallo y de esa cantidad la mayor parte corresponde a Venezuela con 27 reclamos.

Tampoco se debe pasar por alto, la forma en que el gobierno conduce sus relaciones diplomáticas, donde el patrón es coaliciones riesgosas y pocos favorables con países como Irán, Rusia, China y con una ruptura de relaciones que de acuerdo  al nivel de tolerancia y a la crítica política del momento, puede ser continua, como demostración ver el historial con Colombia y Panamá.

Finalmente, en los acontecimientos globales actuales, el mandatario venezolano no ha mostrado atisbo del diseño de una política para lidiar con los conflictos de hoy, solo pronunciamientos para detener el terrorismo, y lograr la paz en Irak y Siria, que aunque pareciera ser problemas muy distantes, el país es miembro fundador de la Opep, y pudiera de querer ser así, reactivar mecanismos y canales de comunicación de manera eficaz en Medio Oriente.

Para que Venezuela pueda tener una participación destacable ante el Consejo de Seguridad y no sea un ejercicio infructuoso de rivalidad ideológica que opaque aún más una institución a la que se le demanda más acción y renovación, se debe ante todo reflexionar: ¿cuál es nuestra capacidad de poder material?, ¿cómo evaluamos nuestra posición dentro del sistema internacional?,   ¿qué tanto perseguiremos hacer para que sea efectiva nuestra influencia en una decisión que se tome ante el Consejo de Seguridad?.

Con base en las respuestas de esas preguntas se revelará la magnitud de lo que puede ser la ambición política en esta instancia, no obstante, hay dos variables muy importantes que entorpecerán cualquier plan y es que se iría con una ideología socialista desfasada, aunado a crecientes dudas sobre la cohesión de los grupos de gobierno para la toma de decisiones.

Se necesita para estar a la altura de los retos, una gran estrategia para la política exterior, no imprecisiones que lleven a cambios de comportamientos, de identidades o intereses a como vaya el día, quizás si recordamos las palabras de Andrés Bello, estas puedan hacer más eco: «los que no moderan pasiones son arrastrados a lamentables precipicios”, ya el país es muestra de ello, no es necesario que sea extrapolable al mundo.

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