Bienal de Venecia, carta abierta de Javier Téllez
Escribo esta carta para comunicar mi renuncia al envió oficial de Venezuela en la 50 edición de La Bienal de Venecia. Esta decisión es fundamentalmente ética y la he tomado como venezolano y como Artista responsable ante nuestra realidad.
Si bien es cierto que mí propuesta »La Colmena» fue presentada el año pasado al concurso que designaría la representación Venezolana en la Bienal, la situación crítica del país se ha acelerado de manera dramática desde entonces, conduciéndome a reflexionar sobre la urgente necesidad de un gesto que puede representar en estos momentos más significación que la obra misma: la presencia-ausente como única respuesta.
Habiendo participado ya en muchas exhibiciones internacionales de esta naturaleza (incluyendo la ultima Bienal de Venecia) conozco por experiencia propia la importancia que reviste para cualquier trayectoria artística la inclusión en estos eventos, pero mi deber principal es anteponer mi responsabilidad ética por encima de cualquier interés personal.
»Yo debo olvidarme de mí mismo para acceder al otro» era para el filosofo Emmanuel Levinas una de las mejores definiciones de la conducta ética, creando un concepto paradigmático para todo artista o productor cultural. Este modelo de compromiso puede describir las bases de una estética alimentada por el respeto a la diferencia y por la intención de incorporar al ‘otro’ dentro de la articulación del discurso artístico. Esta voluntad de acción fue la que me condujo a tomar en su momento la decisión de participar en Venecia con una obra realizada en colaboración con las comunidades de vecinos del barrio 23 de Enero y es la misma que me lleva hoy a renunciar al envio.
Participar en la selección oficial en esta situación bajo el patrocinio del estado seria de alguna manera traicionar los principios con que he construido mi obra por mas de una década, principios que me han colocado siempre de lado de los marginales en nuestra sociedad, de aquellos sujetos ‘invisibles’ dentro del entramado social: bien sean enfermos mentales confinados en Hospitales psiquiátricos, presos o habitantes de los barrios.
Nunca he creído en la autonomía artística del producto artístico sobre el contexto social y creo que el pabellón Venezolano representa hoy en dia un entorno toxico que contaminaría inevitablemente la lectura de cualquier proyecto que tratase la desigualdad social.
Especialmente en momentos en los cuales la manipulación de la información, la violencia, el populismo, la intolerancia y los nacionalismos constituyen los discursos políticos compartidos por el estado y la oposición Œoficial‚. La terrible polarizacion que literalmente ha dividido al país en dos dificulta una posición crítica »intersticio» que se situé mas allá de las dicotomías irreconciliables.
Como intelectuales debemos mantener la disidencia a cualquier discurso autoritario y antidemocrático venga de donde venga, ya que estos discursos de bando enmascaran la usura y la lucha por el poder que hoy ahogan al país.
El sector cultural refleja de manera particular esta crisis. Esta es otra razón que hace impensable para mi formar parte de una empresa que sin duda generara un costo considerable a la nación en un momento en que museos y teatros carecen literalmente de servicios eléctricos, por citar solamente un ejemplo de la paupérrima situación que atraviesan nuestras instituciones culturales.
Cuando el Vice-ministro de Cultura aconseja a los museos el uso restringido de la luz, no puedo evitar el leer esto de manera simbolica y recordar irónicamente el lema Bolivariano que supuestamente es el motor de su »revolución cultural».
Sin Moral y luz es imposible concebir la gestión cultural, ¿Duerme Usted señor vice-ministro?