Depósitos bancarios a la vista y sus retiros limitados
La noción de un banco sólido se asienta sobre el principio de que las personas hacen colocaciones a la vista (en cuentas de ahorro o corriente) en las instituciones financieras, y pueden disponer parcial o totalmente en cualquier momento de ese dinero.
Para explicarlo más gráficamente, cualquier persona con una cuenta de banco puede presentarse en una taquilla y retirar su dinero, si más requisito, que presentar un formulario donde solicita la cantidad requerida.
Hoy en día, eso ha cambiado. Pareciera que existiese una guerra bancaria al efectivo, lo que dejaría de lado los derechos de los depositantes.
La pasada semana, el doctor Salerno, del Misses Institute, escribió un artículo en el cual alerta que el JP Morgan Chase aparentemente se sumó a la “guerra al efectivo”.
Eso ocurre, según Salermo, “al limitar el uso de efectivo en escogidos mercados, lo que restringe a los deudores de hacer pagos en efectivo a tarjetas de crédito, hipotecas, líneas de crédito y préstamos de autos, así como también prohíbe el almacenaje de efectivo en cajas de seguridad”.
Algunos ejemplos
En el caso de Suiza, donde se ha desarrollado últimamente la modalidad tasas de interés negativa (cobran por aceptar efectivo en cuentas a la vista), los depositantes han encontrado más barato contratar una caja de seguridad y almacenar allí su efectivo.
Con la fama de la que disfrutan los banqueros, de que no dan puntada sin dedal, no es extraño de que se amparen en las normas anti lavado, para tener más tiempo en sus manos, el efectivo de sus clientes al menor costo posible.
En los Estados Unidos, donde la definición legal se establece en función del “origen” del dinero (montos que provienes de un delito) los bancos aceptan todo tipo de depósitos, para luego si tenían sospecha de su procedencia, hacer las notificaciones respectivas.
Esto traía como consecuencia el congelamiento de los fondos por tiempo indeterminado, hasta que el cliente demostraba a las autoridades el origen legal o la administración demostraba su ilegalidad, con lo cual dinero era incautado.
Mientras tanto, ese dinero permanecía inmovilizado para el cliente en el banco, lo cual no quería decir que la institución financiera no pudiera utilizarlo.
Este modus operandi de la banca tuvo vida, hasta que las autoridades de EEUU comenzaron a multar a los bancos por aceptar dinero dudoso. En ese momento las instituciones financieras comenzaron a rechazar depósitos, cerrar cuentas y asumieron políticas internas antilavado.
No solo en Suiza, sino en otros países, los grandes bancos han venido rechazando grandes retiros en efectivo. En algunos casos, se establece una notificación previa por parte del cliente, que puede llegar a ser de hasta varios meses. Lo que contraviene la característica principal de los depósitos a la vista.
En momentos de crisis nacional (experiencias de Ecuador en 1999 y de Argentina en 2001) las autoridades invocaron el bien colectivo para establecer lo que se dio a conocer como “corralitos”. Eso fueron restricciones de retiro de efectivo de cuentas a la vista o plazo, que tuvieron una duración limitada.
Sin embargo, a los clientes esas restricciones les dejan el mal sabor en la boca (y en el bolsillo), pues los bancos no tienen el efectivo para devolverlo a los depositantes.