Opinión Nacional

AD: 64 años

Acción Democrática arribó a su 64º aniversario de cara a la gravísima situación que agobia a los venezolanos en la peor etapa de su historia, entendiendo que la fuerza de la unidad es el único camino para vencer las sombras. No hay sobre la faz del planeta tierra un sistema político invencible que no pueda ser derrotado, o se suicide por sus errores y las pugnas por el poder. La historia está plagada de apogeos y caídas de tiranos e imperios. Caerán y Venezuela se salvará.

Es propicia la oportunidad del 64º aniversario de A.D para recordar las palabras pronunciadas por nuestro fundador, Rómulo Betancourt, aquel 13 de septiembre de 1941:

–VENEZUELA NO ESTÁ PERDIDA, DEBE SALVARSE Y SE SALVARÁ- SU SITUACIÓN DIFÍCIL SERÁ CORREGIDA, SI EN LOS HOMBRES Y EN LAS MUJERES DE ESTE PAÍS
-LOS QUE ESTÁN EN EL GOBIERNO Y LOS QUE ESTAMOS EN LA OPOSICIÓN
– SE AFIRMA EL SENTIDO DE LA RESPONSABILIDAD HACIA LA TIERRA DONDE NACIMOS, Y NOS EMPEÑAMOS TODOS EN HACERLA TRAMONTAR LA CRISIS ECONÓMICA Y FISCAL QUE LA AGOBIA, Y LA AYUDAMOS A SALIR DE ELLA FORTALECIDA.

Este discurso de 1941, cuando enfrentábamos a los tiranos ¿acaso no se ajusta a la realidad actual?
Definitivamente, Venezuela no se rinde. Esas mayorías excluidas, perseguidas, con sus derechos constitucionales conculcados, están de pie, resistiendo, sin miedo. Tampoco A.D. ha podido ser barrida ni con toda la saña desatada, ni con todo el poder de los huracanes políticos que han azotado al sistema democrático en los últimos siete años. Y no han podido, ni podrán, porque A.D es una organización con estructura, alma y corazón, que sí es recuperable, que volverá a ser el partido que siempre fue, aguerrido, luchando en las calles y en todos los frentes de la sociedad en defensa de las causas populares
Y aquí estamos resteados los dirigentes que creemos en la salvación del partido, en la salvación de la democracia y en la salvación del país, para enderezar el rumbo, reafirmar los valores democráticos y reagrupar las desmoralizadas fuerzas de la sociedad intermedia. Estamos ejercitando la autocrítica, reconociendo la falta de compromiso social, el clientelismo, el irrespeto a las decisiones de la base, y el desgaste de liderazgos como los errores que debilitaron a la organización, para que nunca se repitan; y considerando el daño de la campaña devastadora que impulsó el régimen para liquidar al partido. Estos son ciclos que sacuden a las organizaciones, porque en política los procesos no son mutables, sino dinámicos y evolutivos.

Lo importante es levantarse y enfrentar los desafíos, con desprendimiento, respetando los liderazgos naturales y dando paso al vigor las nuevas generaciones. La dirección nacional no puede seguir siendo objeto de reacomodos coyunturales. Tiene que ser producto de una verdadera consulta a la base. Es imprescindible el respeto a la soberanía del partido que reside en la militancia, y no en las componendas, compadrazgos y trampas. Requerimos de una conducción que recupere su prestigio, donde fluya la confrontación de ideas y no las maquinaciones. Hay que escuchar las voces de las bases, parroquializar la participación, retomar la calle y la denuncia, generando un vuelco en 180 grados de cara a los imperativos sociales y económicos del siglo XXI, al clamor de una sociedad agobiada, con un Proyecto de País, plural y participativo, con un nuevo estatuto interno que se cumpla y se respete, y con la actualización de sus bases programáticas.

A.D nació hace 64 años con el propósito de desalojar el autoritarismo y reconstruir un país que se caía a pedazos. Hoy es la esperanza para acometer una empresa similar, activando las banderas de la unidad que dieron vida al partido, e integrando a todas las voluntades que aspiran salvar la democracia del militarismo. A pesar de los vaivenes de la política, de las dificultades circunstanciales, la organización, sus militantes, dirigentes y sectores independientes, estamos firmes y dispuestos a ofrecer cualquier sacrificio para que A.D vuelva a ser el instrumento de lucha del pueblo venezolano.

A.D es el partido que instauró la democracia y los derechos políticos. Vamos a asumir su defensa para seguir haciendo historia. Ni la perversidad, ni las campañas aniquiladoras podrán nunca sepultar los avances sustantivos generados por A.D en el país, en la democratización de la economía, en el desarrollo social, en derechos para la mujer y la familia; en infraestructura, educación y cultura, ciencia y tecnología, y fundamentalmente, en la consolidación de un Estado de Derecho libre de ataduras.

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