Uma Thurman sufre de Dismorfofobia
«Durante años me han dicho que supuestamente soy guapa y yo jamás he creído una palabra. Sin embargo, ahora me alegro cada vez que oigo un cumplido», confesó Uma Thurman al Daily Mail en 2007. Parece que una de las mujeres más sensuales de Hollywood ha pasado años incómoda con su apariencia.
El hecho de haber aparecido irreconocible el pasado lunes en la premiere de la miniserie «The slap», en Nueva York, después de haber pasado –aparentemente– por el quirófano, pueden tener relación o no con esa poca aceptación de sí misma. Pero la realidad es que Thurman sí ha reconocido padecer un trastorno mental que lleva a quienes la padecen a querer cambiar su aspecto.
Se trata de la dismorfofobia. «Es un trastorno que hace que una persona se vea a sí misma o a una parte de su cuerpo de manera totalmente distinta a como es en realidad. Esa parte en cuestión o el cuerpo por completo se ve feo, deformado y grande. No se tiene una visión real, por lo que provoca una obsesión que conduce a la angustia y al malestar», explica Julia Vidal, psicóloga y directora del centro de psicología Área Humana.
Afecta más a las mujeres
«Se produce más en la mujer que en el hombre y está relacionado con factores hereditarios, de tipo genético y también cultural. Está en la base de los trastornos de alimentación, porque una mala aceptación de la propia imagen está relacionado con problemas en la ingesta», señala Antonio Caño, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.
Vidal señala que la dismorfofobia afecta a cualquier parte del cuerpo, pero hay algunas más frecuentes que otras: nariz, muslos, barbilla, pelo y rostro. Y Caño agrega otros: pecho, trasero, tripa, caderas, todas aquellas partes relacionadas con curvas del cuerpo femenino.
Aspecto «horroroso»
Uma Thurman reconoció que tiene problemas con su cuerpo prácticamente desde que tiene memoria: «pasé los primeros 14 años de mi vida convencida de que mi aspecto era horroroso. Era alta, con pies grandes y rodillas huesudas. Me sentía muy fea. Tenía una nariz grande, una boca grande, y esa clase de ojos separados en los que parece que tuvieras dos peces nadando entre las orejas. Incluso hoy, cuando la gente me dice que soy bella, no me creo una palabra», aseguró la actriz según cita el libro Overcoming body image problems including body dysmorphic disorder (Problemas con la imagen corporal, incluyendo dismorfofobia).
En la mayoría de los casos, la enfermedad surge producto de un estrés muy grande, cuando una persona está mal, con depresión, ansiedad, o cuando alguien, muy inoportuno, le critica. A esto se suma la presión externa. «Esta sociedad se fija mucho en la estética y parece que hay que estar perfecta. Está demostrado que cuantas más revistas veamos o cuantos más telediarios en los que observamos ideales y en las que sale todo el mundo perfecto, más insatisfecha va a estar la mujer», explica Vidal.
Antonio Caño señala que también influyen los rasgos de la personalidad de la persona: «puede aparecer en personas muy ansiosas y muy perfeccionistas, aunque no todas con estas características van a desarrollarlo».
Mucho dinero y bisturí
Este trastorno lleva a muchos a gastar todo el dinero que tienen con tal de verse mejor. «Gastan el dinero en cremas, por ejemplo, en el caso de que estén obsesionadas con las arrugas, o van al quirófano. Se pueden operar de la nariz y da igual porque como no es la nariz el problema sino que se perciben mal, se vuelven a operar. Afortunadamente, a veces dan con cirujanos que les dicen que no es bueno que se operen tanto y que el problema es de ellos, no de su físico».
En el caso de Thurman, el problema no se quedó en la adolescencia. Por la circunstancia que fuere, si trató el trastorno o no, este la acompaña en la edad adulta. De hecho, reconoció que después de haber tenido a su primera hija se sentía gorda. «Lo que demuestra que la dismorfofobia puede producirse incluso cuando no hay una sola señal real del problema, y si no, véase la extrema delgadez de la actriz», dice Caño.
Trauma adolescente
Este trastorno suele aparecer en la adolescencia y durante el inicio de la edad adulta y se producen dos tipos de errores o sesgos cognitivos. «Por un lado se magnifica la dismorfia: una persona tiende a pensar que tiene demasiado o poco de algo. Por otro lado, se vuelve irracional porque no contrasta con la realidad de su alrededor. Cuando su pareja le dice que no es verdad esa opinión, la descarta porque es su pareja y al final prevalece su opinión, su propia magnificación. Por otro lado, hay una rumiación constante», explica Caño.
Para tratarlos, los expertos recomiendan una terapia cognitiva: racionalizar los pensamientos irracionales, contrastar con la realidad y no evitar enseñar esa parte del cuerpo que molesta, sino exponerse.