Salud y Bienestar

Importancia del sueño

Según un artículo publicado por la BBC, una persona que alcance los setenta y ocho años, habrá pasado nueve viendo televisión, cuatro conduciendo, noventa y dos días en el baño y cuarenta y ocho días manteniendo relaciones sexuales. Pero cuando se trata de actividades que consumen el tiempo, hay una que le gana a todas las demás. A la misma edad, se habrá pasado unos veinticinco años durmiendo. Así que, si se quiere reducir ese tiempo, es razonable preguntarse: ¿cuánto podemos permanecer despiertos? ¿Y cuáles son las consecuencias de no dormir?

¿Para qué sirve dormir?

Dormir

Cualquier persona sana que quiera experimentar esta cuestión en su propia carne, lo va a tener muy complicado.

«El impulso de dormir es tan fuerte que le gana al de comer», dice Erin Hanlon, profesor asistente del Centro del sueño, el metabolismo y la salud de la Universidad de Chicago, Estados Unidos. «Tu cerebro se irá a dormir, a pesar de tus esfuerzos conscientes de mantenerlo despabilado», añade.

Las razones concretas por las que debemos dormir siguen siendo un misterio. «La función exacta del sueño todavía debe ser dilucidada», señala Hanlon. Aunque recalca que el sueño produce un «reinicio» de los sistemas del cuerpo.

Diversos estudios muestran que una rutina adecuada de sueño ayuda a curarse, mejora las funciones inmunitarias y el funcionamiento del metabolismo, entre otros beneficios. Por eso, quizás, sienta tan bien despertarse fresco tras unas buenas horas de sueño.

Por otro lado, dormir de forma insuficiente se ha asociado con un mayor riesgo de diabetes, problemas del corazón, obesidad, depresión y otras enfermedades.

Por falta de sueño

Falta de sueño

Mientras se lucha para mantenerse despierto, la capacidad de concentración y de conformar recuerdos recientes se debilita.

Si una persona ignora estos efectos secundarios y se mantiene despierta durante días, la mente acaba por desquiciarse. Comienza a sentir malhumor, se vuelve paranoico y ve cosas que no están en la realidad.

«La gente empieza a alucinar y a volverse un poco loca», explica Atun Malhotra, director de Medicina del sueño de la Universidad de California, Estados Unidos.

Las hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, aumentan en la sangre, lo cual eleva la presión sanguínea. Mientras, los ritmos del corazón se desequilibran, y el sistema inmune empieza a fallar, dice Malhotra.

Las personas que sufren falta de sueño tienen ansiedad y más probabilidades de caer enfermas.

La enfermedad del insomnio

Insomnio

Pero aún así, todo el caos provocado por un episodio de insomnio o un par de noches sin dormir no parece ser permanente, sino que desaparece tras un buen reposo. «Si se produce algún daño, es reversible», dice Jerome Siegel, profesor en el Centro de investigaciones sobre el sueño de la Universidad de California.

¿Pero qué pasa si el sueño nunca llega? Una rara enfermedad genética llamada insomnio familiar fatal, proporciona una de las descripciones más crudas de los efectos de la falta de sueño.

Solo unas 40 familias en todo el mundo tienen esta enfermedad en sus genes. Un gen defectuoso provoca que las proteínas del sistema nervioso se conviertan en «priones» que pierden sus funcionalidades normales.

Los priones se amontonan en el tejido neuronal, acabando con él y creando agujeros como los del queso gruyere en el cerebro. Esto es lo que pasa en el caso del desorden humano más conocido relacionado con los priones, la enfermedad de Creutzfeld-Jakob.

Un área que se ve especialmente afectada es el tálamo, una región profunda del cerebro que controla el sueño. De ahí que se produzca ese insomnio debilitante.

Las personas afectadas sufren de pronto días seguidos sin dormir y desarrollan extraños síntomas, como la contracción del iris del ojo o sudor excesivo. Tras unas semanas, el enfermo pasa a vivir en una especie de crepúsculo previo al sueño. Se comportan como sonámbulos y experimentan movimientos involuntarios de los músculos como los que se sufre a veces cuando se está quedando dormido. Luego se produce pérdida de peso y demencia y, finalmente, la muerte.

Pero la falta de sueño no es en sí misma la causa de la muerte, dado que esta enfermedad provoca también daño cerebral generalizado.

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