Salud y Bienestar

La arriesgada aventura del sexo a tres

Jenny y Luis son una pareja estable que frisa los 30 y viven felices haciendo el amor. Pero, tras varios meses explorando sus cuerpos y disfrutando de sus orgasmos a punto o retardados, dejan entrar en su casa a una amiga de Jenny que transformará su rutina sexual. No se trata de una comedia que mezcla lo erótico con situaciones dramática, sino los bemoles de una experiencia amorosa, que esta vez fue probada a tres.

Las relaciones de pareja −en términos generales− son complejas y puede ser difícil encontrar el equilibrio necesario para que funcionen adecuadamente. En ocasiones, algunas personas deciden −quizás ingenuamente− abrir la pareja a otras relaciones sexuales con la finalidad de que sean más equilibradas. Sin embargo, esto puede traer consigo una serie de dificultades, especialmente cuando se forman triángulos amorosos o sexuales. Ya que no todos los triángulos son equiláteros y lo que tiene de más un lado es a costa del otro, o de los otros dos.

Un triángulo se forma cuando uno de los dos miembros de la pareja inicia una relación con una tercera persona. El principal obstáculo a la hora de establecer una relación abierta es el de los celos. Sin importar la madurez de las personas, la mayoría experimentarán celos si su pareja −o amante− tiene relaciones sexuales con alguien más. Son muy pocas las personas que nunca han experimentado celos. Puede tratarse de ‘seres más evolucionados’ que el resto de los mortales o ser personas que no son conscientes de sus sentimientos, o son emocionalmente frías y no aprecian el vínculo de intimidad compartida. Podemos dar por sentado que en cualquier triángulo los celos se presentarán en algún momento y −por lo tanto− hay que saber tratarlos para minimizar su daño.

Los consejos

Un nuevo romance tiene un efecto en muchos aspectos de tu vida, incluida la relación con la que ya cuentas. Kathya Labriola −terapeuta especializada en parejas no tradicionales− comenta: «Me gusta emplear la analogía de la llegada de un nuevo bebé para las relaciones nuevas a la pareja. Mientras que la llegada del bebé puede causar mucho gozo y emoción, se está añadiendo una nueva persona a la familia. Esto crea una dinámica distinta en la relación anterior. Al igual que con el bebé, una nueva relación va a cambiar tus horarios, tu estilo de vida y una gran parte de tu tiempo y tu energía […]. Es imposible predecir cuánto cambiará tu vida y cuán intensa puede llegar a ser la nueva situación. Como con la llegada de un bebé, la flexibilidad y la voluntad de abrirse a una experiencia completamente nueva son cruciales para adaptarse al triángulo».

Cuando una persona tiene dos parejas y la otra sólo tiene una, se puede producir una dinámica desafortunada de competencia y lucha por el control. Esto puede reducirse si cada una de las partes expresa sus necesidades abiertamente y las tres personas consiguen negociar y llegar a acuerdos que resulten justos para todas. La persona con dos parejas deberá esforzarse sobremanera para evitar luchas de poder y asegurarse de que sus parejas reciban suficiente tiempo, atención, afecto, compromiso, sexo… A menos que las tres personas pongan de su parte −estén pendientes de los sentimientos y las necesidades de los demás−, alguna de ellas se sentirá excluida.

Queda claro que para algunas personas serán insuficientes aún los mejores esfuerzos para aliviar los celos y el dolor que siente a causa del triángulo.

¿Has estado alguna vez en un triángulo sexual o amoroso? ¿Cómo has vivido dicha situación? Si no has tenido esta experiencia, ¿Te imaginas formando parte de un triángulo?

Aunque sus defensores afirman que ayuda a romper con la rutina, los expertos temen que los celos se atreviesen en la felicidad de la pareja y la experiencia termine en divorcio.

De historias 

Gerardo no tiene que inventarse la reunión de última hora; ni Luisa, su esposa, la visita a una tía enferma en Maracay para encontrarse, cada uno por separado, con sus amantes y pasar la noche en un hotel, si la cita acordada promete ir más allá de las caricias y los besos. Hablamos de las parejas abiertas, esa invención que legó la revolución sexual de los años sesenta, y que todavía hay algunos atrevidos que la practican sin temor a poner en peligro su estabilidad familiar.

En apariencia, el asunto promete ser muy sencillo. Una pareja, casada y hasta con hijos, acuerda que pueden mantener relaciones íntimas fuera del matrimonio, con el pretexto de enriquecer la confi anza mutua y su vida afectiva, ahí donde reside el amor con mayúsculas.

Lo único que se piden es libertad en el plano sexual, sin perder los benefi cios de su unidad marital.

“No es nada nuevo”, responde Leopoldo Salazar, psicólogo y consejero matrimonial, quien afirma que cerca de 60% de las parejas en el mundo admiten ser o haber sido infiel, aunque sea en un instante. “Es natural que en algún momento de nuestra vida conozcamos a alguien que nos atrae de forma física, y que nos impulse a echar una canita al aire, tanto en hombres como en mujeres”, afi rma.

El consejero entiende que, la mayor parte de las veces, cuando esto sucede la pareja podría estar pasando por un mal momento, pero advierte que no es esa la única razón porque “se puede ser infi el y no tener ningún problema de pareja”.

Pero está claro que lo que motiva a Gerardo y Luisa es que han decido establecer un tipo de relación paralela, tal vez en busca de sexo o una mezcla de sexo y afecto. De modo que cada pareja pacta sus condiciones. Lo primero es no informar al otro de sus aventuras y no convertir la relación con el amante de ocasión en práctica reiterada, “a no ser que estén buscando excusas para terminar en el divorcio”.

Las parejas abiertas cubren una franja del diverso mundo de eso que llaman amor y que no contempla relaciones cerradas, ni la monogamia sucesiva ni la infi delidad. “Lo que se busca es vivir sin culpa y sin castigo cuando se mantiene otras relaciones sexuales o afectivas sin renunciar a la pareja”. Salazar, sin embargo, no está convencido y no le ve futuro a esa práctica. “Lo digo, no por mojigatería ni mucho menos, sino porque siempre habrá excusas para las comparaciones, y en el momento menos esperado se resquebraja la confi anza mutua, sobre la cual se basan las uniones de parejas, tanto heterosexuales como homosexuales”.

Los riesgos o las dificultades que tienen que afrontar las parejas abiertas no son pocos, y aunque una de las cláusulas habituales en los contratos de las relaciones abiertas es que no está permitido enamorarse de otra persona, o por lo menos enamorarse con más intensidad. En realidad todavía no se ha podido inventar la pastilla que lo impida. Así que uno de los grandes riesgos que existen en este tipo de relaciones son los celos. Por eso hay parejas que admiten las relaciones sexuales ocasionales pero no las duraderas, y establecen la norma de ser siempre sinceros y contarse acerca de las otras parejas. Otras prefieren no saber nada.

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