Opinión Nacional

Ambiente

Una joven lectora, estudiante de 8º grado en un colegio de La Guaira, me escribe sobre sus preocupaciones, por demás justificadas, por el creciente deterioro del ambiente, y me pide que dedique un artículo al tema. Le prometí hacerlo, aunque con la advertencia de que, por razones obvias, lo haría sobre la palabra ambiente, que es lo que corresponde al propósito de esta columna, y no sobre el problema ecológico que motiva a mi joven corresponsal, aunque estoy consciente de lo grave que es dicho problema, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero.

El DRAE registra siete acepciones de la palabra ambiente. La primera la da como adjetivo: “Dicho de un fluido: Que rodea un cuerpo”. Otras lo señalan como sustantivo: “2. Aire o atmósfera. 3. Condiciones o circunstancias físicas, sociales, económicas, etc., de un lugar, de una reunión , de una colectividad o de una época. 4. Grupo, estrato o sector social: ambientes intelectuales, populares, aristocráticos. 5. Actitud de un grupo social o de un conjunto de personas respecto de alguien o algo: Juan tiene buen ambiente entre sus colegas. La propuesta encontró mal ambiente. 6. Pint. Efecto de la perspectiva que presta corporeidad a lo pintado y finge las distancias. 7. Am. Habitación de una casa. (…)”.

Esta variedad de acepciones permite que construyamos diversos tipos de frases con la palabra ambiente. Ciertas situaciones, por ejemplo, nos inducen a decir “El ambiente está pesado”, bien sea que nos refiramos al clima o ambiente físico, o al ambiente moral. A la inversa, también suele decirse “El ambiente era muy agradable”. Con la frase “El ambiente se ha vuelto irrespirable” generalmente no nos referimos al ambiente físico, como pudiera parecer, sino a la atmósfera anímica o moral, dañada por hechos y actitudes de carácter negativo que afectan a la generalidad de las personas. En este caso la frase se construye sobre una base metafórica, pues el adjetivo irrespirable no está usado con su valor propio, sino en sentido figurado.

Como se ve, son las acepciones 2 y 3 las que se vinculan con el problema ecológico, referido al grave y alarmante deterioro de las condiciones físicas que rodean la vida sobre la Tierra. Sin embargo, es bueno advertir que también el ambiente social en que se desarrolla hoy la vida humana sufre un tremendo deterioro, y que es necesario desarrollar igualmente, en las escuelas, en los hogares, a través de los medios de comunicación, en todas partes, una permanente campaña de lo que debería tenerse como una ecología social y moral.

LATA

En mi artículo anterior, sobre la palabra lata, a propósito omití referirme a una acepción popular de dicha palabra, la de beso, especialmente el más apasionado, como el que los maracuchos llaman mollejúo. Esta acepción da origen a expresiones como caerse a latas, o a latazos, etc. (caerse a besos), y aparece en el Diccionario del habla actual de Venezuela. La dejé fuera porque no le di mayor importancia, pues me parecía un empleo muy circunstancial y efímero. De ahí mi sorpresa cuando comencé a recibir mensajes de lectores (van más de una docena), en que me reclamaban por la omisión. Incluso una muy querida y admirada amiga, profesora y periodista caracterizada, entre otras cosas, por su gran seriedad, me hizo atinadas observaciones sobre el tema. Vaya esta nota, con mis excusas, como una manera de subsanar la inaceptable omisión.

Oiga de lunes a viernes, a las 11,10 a.m., el micro CON LA LENGUA EN ONDA, por RADIO ONDA 107.9 FM, la superestación, en el programa de Mari Montes.

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