¿Nos estamos resignando ante muertes como la de Oliver Sánchez?
Aparte de los pronunciamientos que han hecho artistas y personalidades en relación al niño de 8 años de edad que murió de cáncer por no recibir un tratamiento oportuno y carecer de las medicinas, muchas personas consideran que no hubo una reacción colectiva apegada a la sensibilidad y solidaridad que caracteriza a los venezolanos. Esto sucede a pesar de que muchos «Oliver» fallecen en el país por la misma causa, ya que la escasez de fármacos supera el 85% y la crisis hospitalaria se agudiza, lo cual dificulta la atención médica.
Se ha vuelto común escuchar como los niños con cáncer, VIH/Sida, diabetes o cualquier otra enfermedad mueren o desmejoran su calidad de vida por no recibir la atención adecuada. Cada uno de esos casos conmovería a cualquier nación y llevaría al Gobierno a actuar de inmediato. Sin embargo, en Venezuela los casos pasan sin que exista una reacción contundente.
Luego de Oliver, el 28 de mayo se reportó el caso de Santiago Riera, un niño de tan solo cinco años de edad, quien no consiguió los medicamentos para su quimioterapia y murió.
Sin embargo, Oscar Misle, director del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), no generalizaría «ni diría que somos indolentes, indiferentes, o que nos estamos acostumbrando». Considera que hay gente que está identificada por lo dramático del caso, pero que existen varios mecanismos de defensa, que van desde el que tiene miedo y no denuncia hasta el que piensa desencantado que «para qué va hablar sí aquí no hay justicia».
Refiere que -a diferencia de otras muertes- la de Oliver Sánchez ha tenido más reacción porque salió en los medios de comunicación y porque fue una historia que tuvo rostro, que sucedió días después que el niño apareciera con su pancarta protestando y pidiendo que se le garantizara su derecho a la salud. «Quiero curarme, paz y salud», decía el cartel que llevó en la mano durante la manifestación.
«Esto (muertes y recaídas de salud) está pasando con muchos otros niños que tampoco tienen medicamentos ni tratamiento, pero que no se hacen público y están ocultos», resalta.
Misle acota que el caso de Oliver impactó «principalmente porque un niño tan pequeño exigió un derecho a su salud, con la carita tapada con tapaboca, con el cartel en su mano que mostraba su anhelo de curarse y vivir».
«Lo importante es que se hace público el caso y aunque uno no sienta que no hay una reacción la verdad es que sí existe, porque cuando uno va a las escuelas o las reuniones la gente habla del caso y el hecho de que no se pronuncien no quiere decir que no les afecte», destaca.
Refiere que la situación de desabastecimiento de medicamentos y de alimentos es dramática. «Hacemos un llamado a los familiares de niños con enfermedades crónicas para que se movilicen y se unan, con la finalidad de que no sean situaciones aisladas sino de grupo y que no haya otra muerte más. ¿Cuántos Oliver hay con enfermedades crónicas suspendidas y con riesgo a morir?», reflexiona.
Llevan registro de niños sin tratamiento garantizado
A raíz de la negación del Tribunal Tercero de Protección del Niño, Niña y Adolescente del Area Metropolitana de otorgar medida preventiva de protección ante la escasez de medicamentos pediátricos, Misle informa que Cecodap abrió una registro de niños y adolescentes que no están recibiendo tratamiento para salvar sus vidas y hasta el 18 de mayo llevaban 80 casos.
Entre los casos que se están documentando se encuentran enfermedades como cáncer, alergias, diabetes, convulsiones, esquizofrenia, retraso psicomotor, microcefalia, otitis y recto colitis ucerosa, entre otras patologías.
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