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ABC: ¿Cómo empezamos a hablar de Podemos?

Primero fue la curiosidad. Luego, la desconfianza. Finalmente, el escándalo. Estas tres circunstancias pusieron a Pablo Iglesias y al partido español Podemos en la palestra pública.

En una entrega anterior, el diario español ABC introdujo la primera pista de la influencia que tuvo el partido Podemos en la revolución bolivariana y, a través de la experiencia del excanciller colombiano Guillermo Fernández de Soto, contó cómo Hugo Chávez descalificó la democracia del presidente Pastrana.

 

Al principio fue Pablo Iglesias. Después, a su nombre se añadió la etiqueta Podemos y hasta ahora ha sido así. La marca política más meteórica de la democracia española ocupa en la actualidad portadas diarias a cinco columnas, titulares interiores a docenas y sesudos análisis que siguen tratando de descifrar el fenómeno. Pero, ¿cómo se empezó a escribir de esta opción y sus circunstancias? Su éxito en la prensa —papel o ediciones web— es indisociable de la eficacia tertuliana de su líder y desde el inicio, la presencia de Podemos más allá de lo audiovisual ha sido consecuencia de tres elementos infalibles: una curiosidad galopante mezclada con fascinación, desconfianza y escándalo. Los tres reactivos se dispararon con el triunfo en las elecciones europeas que dio a la formación cinco escaños en Bruselas. Nadie ni nada, y legendaria es ya la miopía del CIS, supo verlo.

En ABC, la que sea quizás la primera referencia a lo que después se ha convertido incluso en alternativa de gobierno aparece el 31 de enero de 2014 una alusión en la que el columnista Ignacio Ruiz-Quintano reflejaba una de las palabras mantra de la opción —»empoderamiento»— que atribuía a «los cursis a lo Pablo Iglesias, el maula con coleta de ‘Podemos'». La primera acepción de la RAE para la voz «maula» especifica que en Argentina, Bolivia, Perú y Uruguay significa «cobarde, despreciable». Se trató, en todo caso, de una mención tardía, en tanto hacía dos semanas que se había producido ya el que podría considerarse estreno para el gran público del proyecto, todavía llamado «iniciativa»: su presentación en una rueda de prensa en el Teatro del Barrio, en brazos de la que luego sería toda la plana mayor del partido, y que cosechó cierta repercusión mediática.

La curiosidad
Era 17 de enero, fecha clave. Del acto dieron cuenta principalmente sitios on-line, como elmundo.es, que difundía un teletipo de la agencia Efe en el que se hablaba de Iglesias como «politólogo y profesor de la Universidad Complutense» y de Podemos como «nuevo proyecto político para ‘convertir la indignación en cambio'». No tardaron en llegar las entrevistas, entonces amables, aunque aún no en las cabeceras más clásicas. De las primeras publicadas, la realizada por Vozpopuli aparecía dos días más tarde. En ella Iglesias aseguraba: «cuando decimos que no queremos ser un partido político lo decimos en serio» y exponía planteamientos de democracia en manos de la gente ya popularizados por Syriza, a la vez que ya se abordaban supuestos encajes con IU. Adelantándose, Vozpopuli ya había dado cuenta el mismo día del estreno en sociedad de la plataforma —otra de sus denominaciones— de su intención de concurrir a los comicios con «el apoyo de activistas vinculados a Izquierda Capitalista y junto a exmiembros de IU como Juan Carlos Monedero, antiguo asesor de Hugo Chávez». El 24 de enero, El Periódico de Aragón publicaba otra entrevista.

La atención venía dada, sin duda, por la expectación que había logrado despertar Pablo Iglesias en los debates televisivos de alcance nacional. La Sexta Columna le «descubrió» en 2012, y en 2013 ya intervenía en otros foros «Las mañanas de Cuatro» o «El cascabel al gato», en parte aupado por la fabulosa proyección que obtuvo con ocasión de las convocatorias ciudadanas para rodear al Congreso que comentó en «El gato al agua». Sus polémicas en los platós no tardaron de saltar de las pantallas a los titulares. En junio de 2013 el profesor de Políticas acaparaba noticia digital en «eleconomista.es» a cuenta del encontronazo que protagonizó con el director de La Razón, quien le llamó «lameculos maleducado» en plena discusión por las ayudas a las becas.

En diciembre, libertaddigital.es aportaba otra de las claves que más han dado que escribir de Podemos: su relación económica con el chavismo. En aquella pieza se ubicaba a Pablo Iglesias como miembro de la fundación CEPS «que recibe 320.000 euros del Gobierno venezolano», una controversia que continúa funcionando y proporcionando a Podemos páginas y páginas en la prensa convencional.

La desconfianza
La difusión de un video a través de Youtube, en el que Iglesias menciona a «lúmpenes, gentuza de clase más baja que la nuestra» y la publicación en eldiario.es el 31 de enero de una información —»Un boletín interno de Izquierda Anticapitalista preparó el terreno a Podemos»— instalan la desconfianza. En el documento mencionado se explica una hoja de ruta con destino en las elecciones que evidenciaba un plan preciso para gestar una candidatura. En él aparece la expresión «¡Podemos!» y se constata como uno de los factores determinantes «la presencia de una serie de personalidades con proyección mediática como cara pública del proyecto».

En una entrevista publicada por el Huffington Post enseguida, el 2 de marzo, Iglesias negó que pudieran «prediseñar un plan porque las circunstancias van redefiniendo las cosas» y que si lo llamaban a las televisiones es «porque les daba audiencia». Se dice impresionado de la repercusión y entiende que —explica— «hemos tocado una tecla. El camino va a ser largo y difícil. Nos pondrán muchas zancadillas».

Vozpopuli, uno de los medios que con mayor olfato siguieron los primeros pasos de la opción, ya retrataba el 18 de febrero a Iglesias a través de sus alumnos para descalificarle. «Tiene el ego a la altura de Carrero Blanco», titulaban. Y por aquellas fechas se producían las primeras referencias en el papel de uno de los periódicos gran tirada, El País, que se hacía eco de los intentos de confluencia de Podemos —»la iniciativa de Pablo Iglesias», e IU. Era 24 de febrero. El 4 de marzo, en la cabecera de Prisa se recoge ya un acto público con gran reflejo de la jerga más identificativa, como la que representan las palabras «círculos», «régimen», «privilegios», o la mención a los «políticos profesionales».

A abril, con posterioridad al registro oficial de Podemos como partido el 11 de marzo de 2014, se remontan las siguientes informaciones publicadas por ABC, que inciden en la relación de pareja de Iglesias con la diputada por IU Tania Sánchez. Coincide con una intensificación en el seguimiento mediático que se hace de las primarias que celebra la formación y la elección de su líder, que se había puesto como condición previa para continuar conseguir 50.000 firmas, cantidad que superó en menos de 24 horas.

Con la aproximación de las fechas de los comicios y el programa electoral de Podemos se agrían los análisis. En ABC, Podemos aparece reseñado como fuerza concurrente junto a otras que pronto dejará atrás,caso de Vox o el Partido X, y el 9 de mayo se menciona brevemente ya que disputa un escaño a IU. Era el diagnóstico del CIS, que daba a la organización una estimación de voto del 1,8 por ciento.

Por si algún medio permanecía ajeno al fenómeno, un tweet de Pablo Iglesias sobre el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, le sitúa en agenda. «Nunca hemos visto a los partidos suspender actos cuando una desahuciada se tira por la ventana o cuando un parado despedido se quita la vida», decía el texto.

El escándalo
El resto ya es historia. La multiplicación de la presencia de Podemos en los medios no estrictamente audiovisuales se desata con su victoria electoral, pero no solo con ella. La inmediata aparición de acusaciones relativas a la financiación del partido y las prácticas fiscales poco defendibles de algunos de sus responsables, siempre mezcladas de forma directa o indirecta con alusiones al régimen venezolano, han llevado a que Podemos ocupe hoy más espacio que los partidos clásicos. El escándalo vende.

 

El artículo original, publicado el 23 de febrero de 2015, se encuentra disponible en este enlace.

La cuarta entrega de los artículos de investigación del diario ABC versará sobre una comparación entre Chávez y Maduro, realizada por Juan Carlos Monedero.

 

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